Simon Rattle, ?sue?o o realidad?
El director brit¨¢nico y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn rozan la perfecci¨®n en Aix
Parece un milagro y, sin embargo, no lo es. La Filarm¨®nica de Berl¨ªn ha desembarcado por tercer a?o consecutivo en el Festival de Aix-en-Provence, a las ¨®rdenes de Simon Rattle, para seguir desentra?ando las sucesivas etapas de El anillo del nibelungo, de Wagner. El proyecto es una coproducci¨®n con el Festival de Pascua de Salzburgo, donde se representa cada t¨ªtulo en la Semana Santa del a?o posterior.
Esta vez era el turno de Siegfried, y el salto art¨ªstico cualitativo hacia delante con respecto a las representaciones anteriores de El oro del Rin y La valkiria ha sido considerable. En primer lugar, por la soberbia actuaci¨®n de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn a las ¨®rdenes de un Simon Rattle inconmensurable.
Se escuchaba hasta el m¨¢s m¨ªnimo suspiro, hasta el m¨¢s oculto matiz, en todas las secciones orquestales, en una combinaci¨®n de racionalidad y pasi¨®n, de coherencia y equilibrio, de locura y sosiego. Sin ret¨®ricas, con convicci¨®n. Con una organizaci¨®n del sonido en los l¨ªmites de la org¨ªa, de pura y apabullante brillantez. No es ning¨²n secreto: la Filarm¨®nica de Berl¨ªn es un lujo del mundo en que vivimos. Es tanto la herencia de la tradici¨®n como el desaf¨ªo del futuro.
El tenor Ben Heppner aguant¨® hasta el final sin desfallecimiento dibujando un excelente Siegfried, Burkhard Ulrich bord¨® un Mime excepcional, Anna Larson extrajo acentos misteriosos de Erda, Katarina Dalayman compuso una Brunilda con personalidad y Willard White construy¨® un poderoso Wotan de acentos sombr¨ªos.
El director de escena St¨¦phane Braunschweig insisti¨® en un planteamiento entre estilizado y dialogador, con atenci¨®n prioritaria a los textos y al simbolismo de la acci¨®n. Su lectura fue m¨¢s transparente que en otras jornadas de este Anillo, y tambi¨¦n m¨¢s po¨¦tica. No es desmelenada, pero tiene una buena carga de inteligencia y racionalidad. Hay quien dice como m¨¦rito que "no molesta". No le falta raz¨®n. Pero es m¨¢s que eso. Y, en su aparente sencillez, desvela rasgos complejos.
La estrella del espect¨¢culo fue, en cualquier caso, sir Simon Rattle. Su direcci¨®n es soberbia y, a sus ¨®rdenes, la orquesta berlinesa es gal¨¢ctica. Tambi¨¦n lo ha sido en concierto con una Tercera de Brahms imponente; un Concierto para piano de Dvorak, con Andr¨¢s Schiff, dif¨ªcilmente superable, y una perfecta suite de El mandar¨ªn maravilloso, de Bart¨®k. Rattle y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn siguen deslumbrando en Aix. ?Sue?o o realidad? Lo segundo.
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