Caso, causa y casa
Mantiene el profesor ?scar Garc¨ªa, sabio de la informaci¨®n irrelevante y casi in¨²til, que vivimos una plaga preocupante de trastornos bipolares. Es una vulgarizaci¨®n m¨¢s de un problema mental muy grave: resulta que est¨¢ de moda ser bipolar. B¨¢sicamente, la gente suele estar triste o alegre en diversos grados a lo largo de su vida. Esta alternancia no es patol¨®gica: es lo m¨¢s normal del mundo. Hete aqu¨ª que, si nos encontramos a Fulanito exultante un d¨ªa y apagadito al siguiente, nos dir¨¢ que sufre un trastorno bipolar de ¨¦sos. Fulanito confunde el hecho de que le haya dejado su novia con un cambio de personalidad profundo. Esto no es una enfermedad sino pura y dura condici¨®n humana. Lo que pasa es que es mucho m¨¢s f¨¢cil justificar as¨ª nuestras circunstancias. Llegadas las notas de junio, una alumna con ocho suspensos manifiesta que tiene un problema de falta de atenci¨®n. Bien, pues esto no es una enfermedad sino pura vagancia. Cuando un ni?o no para quieto ni con una sobredosis de valium, inmediatamente se le cataloga como hiperactivo. En realidad se trata de un maleducado insoportable, pero con el diagn¨®stico se lavan las manos sus pap¨¢s. As¨ª vamos coleccionando toda una suerte de causas ex¨®genas que nos exculpan de nuestros actos. Como Franco, que s¨®lo era responsable ante Dios y ante la Historia. O sea, la historia de un sindi¨®s.
El chorrito de la manguera de Feij¨®o ahog¨® la dial¨¦ctica boina-sotana de Baltar y Romay
(Tenemos una tremenda explosi¨®n demogr¨¢fica de enfermos imaginarios con la grave consecuencia de olvidar a los que de verdad sufren acosos, manipulaciones, cuchufletas y otras mandangas exteriores que les dejan KO. Pero eso es harina de otro costal).
Social, pol¨ªtica y culturalmente, la gallega es una sociedad bien bipolar. No es que vayamos del Polo Norte al Polo Sur a toque de corneta: es que somos bipartitos, bipartidistas, bisexuales, biling¨¹es y bisiestos. Confundimos el caso y la causa. Be water, my friend ("S¨¦ agua, amigo m¨ªo") dec¨ªa Bruce Lee. El agua, en estado l¨ªquido, es ambivalente y reversible como una trenka. Tanto sirve de continente (con sus pececitos, sus barcos hundidos y sus mareas negras) como de contenido (en la tetera, en el gotero, en el radiador). Aunque parezca mentira, la forma m¨¢s t¨®xica es esta ¨²ltima. Cuando el agua se adapta a la forma del botell¨ªn de agua mineral que pol¨ªticos, intelectuales y contertulios exhiben sobre sus mesas (ya ni redondas ni cuadradas, sino semicirculares y de cara a las c¨¢maras) llega el momento de la confusi¨®n, la bipolaridad se desparrama y todo el mundo desear¨ªa ser un pulpo para pasar de un lado al otro de sus propios argumentos por un agujerito casi imperceptible.
Estos movimientos invertebrados son inherentes a la Galicia de espina b¨ªfida pero cambiante. El chorrito de la manguera de Feij¨®o -cuando lo de los incendios- ahog¨® la dial¨¦ctica boina-sotana de, pongamos por caso, Baltar y Romay Beccar¨ªa. El bipartito recela de este tercer ojo mientras ve como Valencia es invadida por gallegos de centro (Fraga incluido) en el congreso m¨¢s porteril al que la derecha ha asistido jam¨¢s. Sin ning¨²n g¨¦nero de dudas, han exportado su bipolaridad boinista-sotanista al Mediterr¨¢neo y la han horneado a conciencia bajo su sol abrasador. La causa pierde ante el caso. Feij¨®o vuelve con la empanada bajo el brazo y esparce su aroma bajo las narices del PSOE y del Bloque que esperaban la atomizaci¨®n del arroz a banda. La ideolog¨ªa (la causa) se vuelve ins¨ªpida ante la situaci¨®n (el caso). ?Qui¨¦n aprende de qui¨¦n?
Los s¨²bditos gallegos de anta?o no reconoc¨ªan a su rey porque no hab¨ªa televisi¨®n. Los ciudadanos (?clientes?) gallegos de hoga?o no reconocen a su presidente porque hay demasiada televisi¨®n y no saben qui¨¦n es qui¨¦n. Tac¨®n-punta-tac¨®n: tres patadas en el suelo como tres partidos pol¨ªticos de reconocida bipolaridad, de viejas causas demasiado presentes y de poca capacidad de maniobra ante el caso-desastre de los sectores primarios. Entre la izquierda y la derecha, entre avanzar y retroceder, hay -como en la Yenka- tres pasos: nuestro caso, nuestra causa y nuestra casa. Una tripolaridad, sin diagn¨®stico en el mundo de la psiquiatr¨ªa moderna, que bipolariza nuestras cuatro esquinas.
julian@discosdefreno.com
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