La virgen de los deseos
Los fan¨¢ticos duchampianos destacan siempre que al mejor amante de toda la historia del arte, a diferencia de Picasso, no le importaba perder en el amor, no as¨ª cuando se sentaba frente a un tablero de ajedrez. Duchamp necesitaba constante y perentoriamente esa cualidad: la alegr¨ªa del deseo, fuente de inspiraci¨®n de su ¨²ltima y m¨¢s secreta obra, ?tant donn¨¦s, hoy en exposici¨®n permanente en el Museo de Arte de Filadelfia. Para su montaje, Duchamp elabor¨® un minucioso manual ilustrado (Aproximaci¨®n desmontable ejecutada entre 1946 y 1966 en Nueva York) que fue publicado por el museo en 1987. Tres a?os antes, con motivo de su retrospectiva en la Fundaci¨®n Mir¨® (comisariada por Gloria Moure), la obra fue recreada a partir de una puerta original tra¨ªda especialmente de Cadaqu¨¦s, aut¨¦ntico "velo" de uno de los desnudos m¨¢s agresivamente expuestos del siglo XX.
?Podemos averiguar la verdad de aquella mujer sin cabeza, totalmente desnuda y tumbada sobre un lecho de ramas secas y hojarasca, que sostiene un mechero de gas con su brazo izquierdo? ?Qu¨¦ ten¨ªa en la cabeza el artista cuando la hizo? Maria Martins, esposa del embajador de Brasil en Estados Unidos, conocida como la anfitriona m¨¢s atractiva de la colonia diplom¨¢tica y a la saz¨®n escultora y dise?adora de joyas, manten¨ªa en 1946 un secreto romance con el artista. Ten¨ªa 43 a?os, 13 a?os menos que Duchamp, era sumamente inteligente, capaz de fascinar a Breton (que escribi¨® el texto de un cat¨¢logo de una de sus exposiciones en Nueva York) y a Nelson Rockefeller (quien compr¨® piezas suyas mientras era presidente del MOMA). Aquella mujer desafiante y exc¨¦ntrica desempe?¨® un papel importante en la vuelta de Duchamp al arte, ya que fue el origen del mundo que rode¨® una obra de envergadura -la primera desde el Gran vidrio- que lo iba a mantener ocupado de manera clandestina durante dos d¨¦cadas.
Un peque?o dibujo a l¨¢piz, fechado en 1947, suele considerarse el primer estudio para ?tant donn¨¦s. En ¨¦l aparece un desnudo de mujer, sin cabeza, de cuerpo esbelto y pechos generosos, con una pierna alzada y doblada hasta la rodilla. Su caracter¨ªstica m¨¢s llamativa es el vello p¨²bico. Sobre la firma de Duchamp se ve el t¨ªtulo escrito a l¨¢piz: ?tant donn¨¦s: Maria, la chute d'eau et le gaz d'eclairage. La existencia de este boceto se desconoc¨ªa hasta 1975, cuando Pontus Hulten, el director del Moderna Museet de Estocolmo, lo pidi¨® en pr¨¦stamo a Nora Lobo, que lo hab¨ªa heredado de su madre en 1973 junto con un bajorrelieve de la misma figura en cuyo env¨¦s aparec¨ªa escrito: "Cette dame appartient ¨¤ Maria Martins / avec toutes mes affections / Marcel Duchamp, (1948-9)".
A diferencia del Gran vidrio, el tema de ?tant donn¨¦s era visible a la mirada, el reflejo de la sensualidad de una pareja de amantes. Hay cartas personales que sugieren que Duchamp pretend¨ªa que Maria abandonara a su marido. Pero ella siempre se resisti¨®. Con los a?os y la distancia, la relaci¨®n perdi¨® intensidad. El artista se refugi¨® en su estudio para seguir trabajando en secreto en su tableau vivant, al que en una ocasi¨®n, en una carta enviada a su amante, se hab¨ªa referido como N. D. (Notre Dame) des d¨¦sirs.
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