De leyendas y no tan leyendas
Las galer¨ªas subterr¨¢neas fomentan la mitolog¨ªa popular
Oscuridad. Silencio. Entradas secretas. Laberintos bajo el suelo. La realidad del subsuelo gaditano tiene ingredientes suficientes para crear numerosas leyendas. La investigaci¨®n de Germ¨¢n Garbarino arranc¨® con el relato oral sobre l2 moros jugando a las cartas, la historia de unos ni?os que se perdieron en los t¨²neles de C¨¢diz y que aparecieron tres d¨ªas despu¨¦s en la playa de Santa Mar¨ªa.
Aseguraban que hab¨ªan visto a un grupo de hombres oscuros en una mesa, jugando a las cartas. Garbarino quiso comprobar la veracidad de esa leyenda y descubri¨® que el suceso hab¨ªa sido cierto, y que incluso estaba recogido en los peri¨®dicos, que mencionaban los nombres de los tres protagonistas.
"Las madres re?¨ªan a sus hijos. Dec¨ªan que Mar¨ªa Moco se com¨ªa a los ni?os"
Investig¨® hasta dar con el ¨²nico superviviente: un anciano que le indic¨® por d¨®nde deb¨ªa bajar y c¨®mo moverse por los pasadizos. Tambi¨¦n le ayud¨® a encontrar a los 12 moros, en realidad, una pintura de los 12 ap¨®stoles en las paredes de una de las galer¨ªas.
La red de conductos de C¨¢diz fue utilizada durante a?os para el contrabando, pero tambi¨¦n sirvi¨® durante la Guerra Civil como refugio para quienes hu¨ªan. Uno de los accesos a los t¨²neles lo dio a conocer con casi 90 a?os una monja del colegio de San Mart¨ªn, en el barrio del P¨®pulo. Sus padres la hab¨ªan dejado en el convento cuando s¨®lo ten¨ªa 10 a?os, y conoc¨ªa todos los secretos del edificio. Entre ellos, la entrada a los pasadizos bajo una escalera del colegio. Durante meses, la monja utiliz¨® esta puerta para llevar caldo de puchero a los refugiados.
La mitolog¨ªa popular puso nombre a las galer¨ªas subterr¨¢neas que se construyeron en el entorno de las Puertas de Tierra como sistema defensivo. Muchos las conocen como las cuevas de Mar¨ªa Moco. La leyenda hac¨ªa alusi¨®n a los indigentes que podr¨ªan haber utilizado estos t¨²neles como hogar durante muchos a?os, entre ellos, una gitana bautizada con ese apodo. "El relato ten¨ªa un car¨¢cter disuasorio para que los chavales tuvieran miedo y no entraran en los pasadizos. Las madres re?¨ªan a sus hijos y les dec¨ªan que Mar¨ªa Moco se com¨ªa a los ni?os", cuenta el investigador Jos¨¦ Berasaluce.
El esfuerzo de los historiadores ha estado centrado en estos a?os en procurar que esas leyendas populares, algunas con grandes dosis de esoterismo y magia, no empa?e el enorme valor hist¨®rico y arqueol¨®gico de este entramado laber¨ªntico de galer¨ªas. Para Germ¨¢n Garbarino, los t¨²neles son mucho m¨¢s que Mar¨ªa Moco. Son grandes libros donde leer el pasado de C¨¢diz.
Los relatos de los gaditanos han desenterrado del subsuelo muchas de las cosas que all¨ª suced¨ªan. Como cuando los pasadizos se utilizaban para el trapicheo, o para escondrijos de los masones, o para la huida de los delincuentes.
Algunas de estas historias est¨¢n llenas de imaginaci¨®n y fantas¨ªa. Otras forman parte de la aut¨¦ntica Historia de C¨¢diz.
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