En las ant¨ªpodas de la versi¨®n oficial
Warwick Harris investiga si el primer viaje a Nueva Zelanda parti¨® de A Coru?a
Warwick Harris, autoridad en Bot¨¢nica, la arm¨® en su pa¨ªs en 2001 cuando, tras visitar A Coru?a, defendi¨® en la prensa neozelandesa que aqu¨ª hab¨ªa visto un metrosidero viej¨ªsimo. Tan viejo que los vecinos de Monte Alto y los polic¨ªas locales que trabajan a pie de tronco -el ¨¢rbol crece en el patio de la comisar¨ªa- le aseguraban que ten¨ªa entre 400 y 500 a?os. Si esto era as¨ª, la Historia que estudian los ni?os en Nueva Zelanda se estar¨ªa sosteniendo sobre una mentira.
Los descubridores de las islas no ser¨ªan el holand¨¦s Tasman (1642) y el ingl¨¦s Cook (1769), sino los espa?oles o los portugueses, porque en Sintra y en Lisboa tambi¨¦n hay metrosideros neozelandeses centenarios. "No tiene sentido que los espa?oles, despu¨¦s de Per¨² y Chile, colonizasen Filipinas sin tropezarse con Nueva Zelanda", dice ahora Harris, "otra cosa es que no le diesen valor y no lo registrasen en sus cr¨®nicas", pero en las Ant¨ªpodas hay incluso una patata ancestral que se llama peruper¨² y por algo ser¨¢. Luego llegaron los ingleses y "lo ocultaron todo, pero hay vestigios, un casco de soldado espa?ol y algunos pecios lusos, e historias en el pueblo que demuestran que los ib¨¦ricos estuvieron all¨ª".
Un director de cine neozeland¨¦s quiso pagar el test de edad del metrosidero
El capit¨¢n de la caravela 'San Lesme' se cas¨® en San Jorge antes de partir
Al cambiar de siglo, el alcalde Francisco V¨¢zquez declar¨® el metrosidero gigante, de ra¨ªces a¨¦reas y flores rojas, emblema de la ciudad. ?Y por qu¨¦ elige usted un ¨¢rbol forastero?, le vinieron a decir desde la oposici¨®n. "?Pues porque es el de nuestros vecinos de las Ant¨ªpodas, y si hacemos un agujero de aqu¨ª hasta all¨¢ todos los metrosideros est¨¢n ah¨ª, debajo de La Coru?a!", respondi¨® ¨¦l m¨¢s chulo que un ocho.
Si el metrosidero coru?¨¦s, ¨¢rbore das bruxas o pohutukawa (como lo bautizaron los ind¨ªgenas maor¨ªes de Nueva Zelanda) ten¨ªa de veras la edad que dec¨ªa la gente, quedar¨ªa demostrado que los espa?oles habr¨ªan sido los primeros europeos en pisar las islas de aquel lugar donde la bola del mundo da la vuelta. No hab¨ªa m¨¢s, ped¨ªa Harris, que contratar al mejor equipo de dendrocron¨®logos del planeta, unos irlandeses que vendr¨ªan para practicar una punzada hasta el tu¨¦tano del tronco y determinar los a?os del ejemplar de Monte Alto.
Pero el alcalde no quiso someter el metrosidero al examen. Tem¨ªa, dijo, que la perforaci¨®n abriese una puerta a las enfermedades que hasta ahora el dur¨ªsimo tronco (metrosidero quiere decir ¨¢rbol de hierro) hab¨ªa logrado espantar. Y eso que la trepanaci¨®n correr¨ªa por cuenta de un cineasta neozeland¨¦s que se hab¨ªa comprometido a costear la factura de los irlandeses a cambio de rodar un filme sobre la conexi¨®n coru?esa del descubrimiento de las Ant¨ªpodas.
Hoy, por orden del se?or alcalde, A Coru?a est¨¢ plagada de metrosideros, y el patriarca sigue medrando ahogado por las dependencias policiales y el Centro de Orientaci¨®n Familiar. Antes, en el lugar hab¨ªa un sanatorio mental y, mucho antes, una f¨¢brica de jab¨®n. La versi¨®n oficial sigue sosteniendo que el metrosidero lleg¨® en un barco de alguna de esas compa?¨ªas inglesas y holandesas que arribaban a A Coru?a para cargar detergente. Y Harris no descarta esta posibilidad, como tampoco desprecia la de que llegase con John Moore en 1808. De hecho, aunque el pohutukawa coru?¨¦s es enorme, el bot¨¢nico cree que bien podr¨ªa tener s¨®lo 200 a?os. La inc¨®gnita, sin dendrocronolog¨ªa, sigue abierta.
Pero el bot¨¢nico, que ayer visitaba A Coru?a y Sergude (Boqueix¨®n) invitado por Medio Rural, ha encontrado ahora otro hilo del que tirar. Poco despu¨¦s del viaje de Magallanes (1520), explica Harris, "sali¨® de A Coru?a rumbo a Nueva Zelanda la Expedici¨®n Loyasa", de cinco carabelas. Entre ellas iba la San Lesme, cuyo capit¨¢n se cas¨® en la iglesia de San Jorge antes de partir. El barco naufrag¨®, y los restos han sido hallados junto a la isla Stewart, tercera del archipi¨¦lago. Ayer, el naturalista visit¨® San Jorge y despu¨¦s fue a la comisar¨ªa para abrazar el tronco inabarcable. Quiere encontrar en los archivos gallegos la pista de esta expedici¨®n, anterior a esa otra de Juan Fern¨¢ndez (1576) que hay pintada en el Museo Naval de Madrid y que, seg¨²n los historiadores ingleses, fue una patra?a de Felipe III, que era rey de Espa?a y Portugal y, dicen ellos, un poco fantasma.
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