Comienza la posguerra en Colombia
Hace seis a?os ¨¦ramos pocos quienes cre¨ªamos que se pod¨ªa derrotar a las FARC. Esa discusi¨®n ha concluido y ahora el debate es sobre los problemas de la posguerra, que no ser¨¢n ni pocos, ni f¨¢ciles de resolver. La desarticulaci¨®n y derrota del m¨¢s grande ej¨¦rcito del narcotr¨¢fico de Latinoam¨¦rica dejar¨¢ da?os que es necesario prever y enfrentar. Fue la coca¨ªna lo que acab¨® con la guerrilla m¨¢s antigua del continente, porque fue ¨¦sta la que le llev¨® a retar al Estado colombiano. Antes de eso, FARC y Estado convivieron en una guerra que fue largamente irrelevante.
Las FARC desperdiciaron la oportunidad de negociar, pese a que recibieron grandes concesiones territoriales y extendido reconocimiento pol¨ªtico. En aquel momento, el Estado colombiano estaba desprestigiado por la corrupci¨®n del narcotr¨¢fico y deslegitimado por las violaciones a los derechos humanos. La pol¨ªtica del presidente Pastrana con la que parec¨ªa "poner la otra mejilla" sirvi¨® despu¨¦s para darle plena legitimidad al uso de la fuerza mediante el plan de seguridad democr¨¢tica del presidente Uribe. Detr¨¢s de las banderas pacifistas que emergieron cuando la fuerza se convirti¨® en el recurso principal, no hab¨ªa s¨®lo buenas intenciones, sino tambi¨¦n pretensiones de legitimar al narcoterrorismo.
Los narcoguerrilleros son un peligro potencial para Venezuela y Ecuador
En Colombia fue necesario darle una oportunidad a la guerra. La paz negociada debe ser siempre el prop¨®sito fundamental en un conflicto, pero, en algunas ocasiones, pretenderla a toda costa puede significar la prolongaci¨®n de la guerra.
Las fuerzas militares de Colombia saben ahora de las FARC, m¨¢s que las FARC mismas. La exitosa operaci¨®n de rescate se mont¨® a partir de la p¨¦rdida total de mando y control por parte de la dirigencia narcoguerrillera. El rescate confirma que buena parte de los combatientes est¨¢n abandonados y dejados a su suerte. Colombia tiene ya m¨¢s de 40.000 excombatientes desmovilizados y cientos se rinden mensualmente. Otros miles, incluidos algunos dirigentes de las FARC, est¨¢n dispersos en Colombia o en campamentos ubicados en pa¨ªses vecinos como Venezuela y Ecuador. Los peligros potenciales de fuerzas desmovilizadas y desarticuladas son ahora mayores que los que representa la guerra misma. No hubo batalla final y dif¨ªcilmente habr¨¢ una rendici¨®n negociada formal y nacional, lo m¨¢s probable ser¨¢n acuerdos con grupos dispersos.
La consigna que inventaron los sandinistas cuando vencieron a la guardia somocista, puede ser de gran utilidad para los militares colombianos: "Implacables en el combate, generosos en la victoria".
Colombia y los pa¨ªses vecinos se enfrentar¨¢n ahora a los problemas de una violencia fragmentada delictiva que se potenciar¨¢ por el narcotr¨¢fico. Se acab¨® el juego de apoyos a una supuesta "violencia revolucionaria"; los campamentos guerrilleros en Venezuela y Ecuador son ahora un peligro para esos pa¨ªses: si no los desarman y someten a sus jefes pronto tendr¨¢n una gran plaga de narcotr¨¢fico y secuestro. En Venezuela especialmente el narcotr¨¢fico ha echado ra¨ªces; si su Gobierno no toma en serio el problema, pronto tendr¨¢ su propia guerra.
Siempre fue posible derrotar a las FARC, a los paramilitares e incluso a los grandes carteles. Los efectos violentos del narcotr¨¢fico se los puede reducir significativamente con el dominio territorial del Estado, pero derrotar a la droga no es posible. ?sta responde a poderosas fuerzas de mercado que est¨¢n globalizadas desde hace mucho tiempo.
El ex presidente C¨¦sar Gaviria, hablando de los peligros de la posguerra en El Salvador, me dijo en una ocasi¨®n: "La violencia una vez echa ra¨ªces, cobra vida propia". Colombia necesita reconstruir su infraestructura moral para desenraizar una violencia que se le volvi¨® cultural. Esto nunca se entendi¨® en El Salvador, por eso la violencia renaci¨® de forma brutal con las pandillas y la polarizaci¨®n pol¨ªtica se impuso sobre la reconciliaci¨®n. El Salvador es ahora un ejemplo de acuerdo de paz exitoso, con fracaso en el manejo de la posguerra. Colombia tiene, adem¨¢s de la pol¨ªtica de seguridad democr¨¢tica, un extraordinario arsenal de ideas sobre la reconstrucci¨®n c¨ªvica y la solidaridad, que han sido aplicadas por los ¨²ltimos y actuales gobiernos de Bogot¨¢ y Medell¨ªn. Son todas estas experiencias las que pueden permitirle construir Estado y ciudadan¨ªa para tener una posguerra exitosa.
Es falso que la victoria en Colombia se deba a consejos norteamericanos; el fracaso de ¨¦stos en Irak lo comprueba. Los colombianos construyeron su propia pol¨ªtica resultado de haber sufrido de forma contin¨²a todas las violencias posibles: guerras entre sus pol¨ªticos, brutalidad del Estado, paramilitarismo, poderosos carteles, guerrillas y narcoguerrillas. Es en realidad un pa¨ªs que tiene mucho que ense?ar y que est¨¢ demostrando que, sin pretender llegar al cielo, se puede salir del infierno.
Joaqu¨ªn Villalobos, ex guerrillero salvadore?o, es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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