Cheek by Jowl, el r¨ªo que nos lleva
Si quieren zambullirse en Shakespeare, sean actores o espectadores, la mejor piscina posible es la compa?¨ªa inglesa Cheek by Jowl, que este verano refresca Espa?a con la radical Troilo y Cresida y el carnaval demente de Noche de Reyes. Todo es equ¨ªvoco en Noche de Reyes desde su t¨ªtulo mismo: la obra no transcurre durante la Epifan¨ªa sino que le fue encargada al Bardo para conmemorarla. A primera vista, el n¨²cleo central de la comedia dir¨ªase el tri¨¢ngulo formado por Viola, el duque Orsino y la condesa Olivia: el motivo de la muchacha travestida que es deseada por un hombre y una mujer es similar al de Rosalina, Orlando y Febe en Como gust¨¦is, pero alcanza aqu¨ª muy superiores cotas de ambig¨¹edad sexual. Resumen de bolsillo: Viola, disfrazada de paje y bajo el nombre de Cesario, se enamora de Orsino, que a su vez quiere conseguir a la desde?osa Olivia y le utiliza como mensajero. A la media hora de funci¨®n, Olivia cae rendida por la indiferencia de Cesario, y Orsino tampoco parece inmune a sus ef¨¦bicos encantos. De repente brota una pasi¨®n todav¨ªa m¨¢s turbulenta por inusitada: el puritano y engre¨ªdo Malvolio, mayordomo de Olivia, recibe una falsa carta de su ama y se transforma en un grandioso loco de amor, como Angelo en Medida por medida o Bottom de El sue?o de una noche de verano. La burla ha sido urdida por la doncella Mar¨ªa (con ayuda de sir Toby Belch, t¨ªo de la condesa, el buf¨®n Feste y el bobalic¨®n sir Andrew) para vengarse de su trato desabrido, pero cuando encierran a Malvolio en un cuarto oscuro con una camisa de fuerza, todas nuestras simpat¨ªas giran hacia ¨¦l, estrategia que Shakespeare ya hab¨ªa llevado a su m¨¢s alto grado con Shylock en El mercader de Venecia.
No hay nada superfluo, nada que pueda distraer de la palabra y el juego actoral
Ante ese deseo irracional y violento poco pueden hacer los marivaudages de Orsino, de quien el autor pronto parece olvidarse, y las cuitas de Olivia, inicial vector rom¨¢ntico que, argumentalmente degradado, pasa a convertirse en objeto del t¨ªpico equ¨ªvoco de gemelos (Viola y Sebasti¨¢n, su desaparecido hermano) que clausura la trama. Siempre que veo Noche de Reyes me pregunto si el "crecimiento" de Malvolio fue una ocurrencia tard¨ªa de Shakespeare o lo ten¨ªa as¨ª pensado desde el principio. Sea como fuere, me encantan los personajes "laterales" que de repente ocupan el centro de la escena: Don Gonzalo en La se?orita de Trev¨¦lez, Pere M¨¤rtir en La filla del mar. Malvolio, como ellos, se convierte en protagonista por una ¨®ptima raz¨®n: es el que m¨¢s sufre y el que m¨¢s pierde. No es extra?o que muchos, empezando por el rey Carlos I, llamaran a Noche de Reyes "la farsa de Malvolio", ni que los m¨¢s grandes actores brit¨¢nicos optaran por encarnar al turbio y a la postre quijotesco mayordomo de la condesa.
Noche de Reyes ha recalado en el Mar¨ªa Guerrero, en Almagro, y en diversas y afortunadas capitales espa?olas. Est¨¢ interpretada por la "compa?¨ªa rusa" de Declan Donnellan, nacida al socaire del Festival Ch¨¦jov de Mosc¨², y compuesta por una docena de prodigiosos int¨¦rpretes (convenientemente subtitulados), que encarnan por igual los roles masculinos y femeninos, a la isabelina usanza, en la estela de aquel deslumbrante Como gust¨¦is que el director ingl¨¦s mont¨® har¨¢ quince a?os, con el gran Adrian Lester como Rosalina. La escenograf¨ªa y las luces corren a cargo, como siempre, de Nick Ormerod y Judith Greenwood.
No hay nada superfluo, nada que pueda distraer de la palabra y el juego actoral. La marca de la casa es una sofisticada simplicidad: Donnellan y Ormerod son los mejores disc¨ªpulos de Peter Brook. La primera parte se desarrolla en una caja blanca con cuatro telas verticales negras, a guisa de columnas. Los actores visten la misma combinaci¨®n de colores, como si fueran sirvientes de la corte de Nicol¨¢s II. En la segunda parte predominan el blanco y el vainilla (trajes de lino, sombreros de paja) y la luz tiene el c¨¢lido fulgor de un largo verano en Yalta. Es Shakespeare, desde luego, en su m¨¢s alta musicalidad, pero tambi¨¦n Ch¨¦jov (sir Toby y sir Andrew parecen habitar el jard¨ªn de los cerezos), y comedia del arte (el juego del escondite durante el enga?o a Malvolio, el desaforado duelo, las confusiones de los hermanos), y cabaret brit¨¢nico de entreguerras: Igor Yasulovich interpreta a Feste, el inquietante buf¨®n, sabio y perverso, sin sexo y sin edad, como un trasunto de Archie Rice, desgranando la desoladora The wind and the rain ("y, adem¨¢s, llover¨¢ siempre") con ukelele y en clave de bossa nova. No es f¨¢cil destacar interpretaciones ante un elenco tan conjuntado, aunque se impone aplaudir el trabajo de Andrei Kuzichev en el doble papel de Viola/Cesario y, c¨®mo no, el Malvolio de Dmitri Scherbina, que sabe ser c¨®mico sin pisar jam¨¢s la raya de lo grotesco, y conmovedor sin patetismo, y amenazador cuando, gran idea de Donnellan, vuelve a servir champ¨¢n en la fiesta de esponsales y remata la comedia con un helado "me vengar¨¦ de todos vosotros". Pese a su amargo retrogusto, Noche de Reyes suministra un rotundo ba?o de felicidad: dos horas y media que pasan en un suspiro, como pasa siempre la verdad esc¨¦nica cuando sus l¨ªneas de fuerza est¨¢n bien tensadas. Al principio hablaba de la "piscina Cheek by Jowl" pero ser¨ªa m¨¢s justa la imagen de un arroyo. Hay algo esencialmente l¨ªquido e inapresable en los montajes de Declan Donnellan: fluidez, transparencia y alegr¨ªa de agua en constante movimiento, brincando en los r¨¢pidos, remans¨¢ndose cuando el tempo lo exige, y dejando intuir siempre las oscuras profundidades que se agitan bajo la espejeante superficie. Donnellan monta en overlapping: cada nueva escena comienza cuando la anterior est¨¢ a punto de acabar, como distintos afluentes entrando en un mismo r¨ªo, para crear una ilusi¨®n de vidas simult¨¢neas o identidades paralelas. Y sus actores son consumados atletas del sentimiento: nadadores de brazada precisa y aparentemente f¨¢cil, que respiran bajo el agua y desanudan los remolinos de corrientes contrarias.
Noche de Reyes. Festival de Teatro Cl¨¢sico de Almagro, hoy y ma?ana.
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