Una novela sepia
Historia. Una vez le ped¨ª a un viejo poeta un consejo para quienes empezaban a escribir. Recuerdo su respuesta, que s¨®lo con el tiempo he llegado a entender: "Si quieres convertirte en artista, la ¨²nica recomendaci¨®n que te puedo hacer es que cultives tus obsesiones". Esto es exactamente lo que ha hecho Carlos Garc¨ªa Alix y el resultado es un ya largo y complejo trabajo de reconstrucci¨®n pl¨¢stica de las d¨¦cadas de 1920 y 1930, y de la Guerra Civil. A este empe?o le ha dedicado exposiciones como Noticias de Madrigrado y otras fantasmagor¨ªas (2001), Frederic Fedelman (2002) o Madrid-Mosc¨² (2002). El libro que comento es el ¨²ltimo resultado de este proceso, dedicado esta vez a una figura menor del drama de la Guerra Civil espa?ola, Felipe Sandoval (1886-1939). Para perfilar su figura en el enrarecido aire de aquellos a?os, Garc¨ªa Alix ha creado adem¨¢s una exposici¨®n hom¨®nima, El honor de Las Injurias (Museo Municipal de Madrid, 2007), y una pel¨ªcula.
El honor de Las Injurias. Busca y captura de Felipe Sandoval
Carlos Garc¨ªa Alix
Museo Municipal de Madrid
T Ediciones, 2008. 188 p¨¢ginas. 45 euros
Si he calificado de figura menor a Sandoval es s¨®lo por comparaci¨®n con las enormes circunstancias en que se desarroll¨® su carrera y no porque su peripecia fuera poca cosa. Fue tr¨¢gica desde su nacimiento, en el famoso barrio de Las Injurias (el s¨®rdido escenario de La lucha por la vida, de Baroja), pasando por sus audaces atracos y fugas, por su entusiasmo en la represi¨®n anarcosindicalista de sucesivos enemigos, y por su suicidio, reci¨¦n "liberado" Madrid, en una comisar¨ªa de la calle de Almagro (al que le animaban, por miedo a lo que pudiera contar si segu¨ªa vivo, sus compa?eros).
Pero todo lo anterior habr¨ªa dado lugar a un libro m¨¢s sobre la Guerra Civil si no fuera porque su autor no es un historiador sino un artista. Y la biograf¨ªa de Sandoval queda aqu¨ª conservada en un adobo de largos extractos literarios y fotograf¨ªas de la ¨¦poca (gracias al dise?o de Mauricio d'Ors). Y tambi¨¦n de pinturas y fotos del autor y de sus artistas invitados. Un libro que por su tem¨¢tica y su original planteamiento me recuerda al que Hans Magnus Enzensberger dedicara a Buenaventura Durruti con el t¨ªtulo El corto verano de la anarqu¨ªa.
Con los materiales citados y con un lenguaje rotundo compone Garc¨ªa Alix no una novela negra sino una novela sepia. Sepias y cenicientas son las fotograf¨ªas que acompa?an la escritura, pero, sobre todo, ese color como de nicotina es el que ti?e una ¨¦poca hoy casi inveros¨ªmil, en que exist¨ªa un Archivo de Matices Pol¨ªticos, en que los criminales trataban de usted a la polic¨ªa, y en que los l¨ªderes sindicales iban al tajo con una pistola al cinto.
Me doy cuenta mientras voy escribiendo de que olvido algo fundamental para presentar el punto de vista que orienta este libro. Y es que en ¨¦l est¨¢ ausente por completo la ¨¦pica con que desde uno u otro bando se suele abordar nuestra guerra. Aqu¨ª no hay ¨¦pica. Alix describe hechos y no motivos, ni hace interpretaciones de la historia o de sus protagonistas. La sangre que en las canciones es la orla de rosas (e) ideales aqu¨ª se coagula negra sobre rostros doloridos o asustados. Por otro lado, al elegir a un personaje como Sandoval, Garc¨ªa Alix saca a la luz el lado menos ¨¦pico de aquellos a?os. En toda revoluci¨®n, en toda guerra, no s¨®lo hay muertos en combate, tambi¨¦n hay represi¨®n y castigos ejemplares. En el Madrid de los meses siguientes al golpe militar, los grupos anarquistas promov¨ªan la defensa popular. En estas circunstancias, hab¨ªa mucho trabajo por hacer. Ya lo dec¨ªa Benigno Mancebo, quien fuera jefe directo de Sandoval y miembro muy activo de diversos ¨®rganos de (in)seguridad, entre ellos, la checa de Fomento: "La revoluci¨®n no se hace con agua de rosas. Tiene como obligada contrapartida de su grandeza idealista una parte fea y sucia que alguien tiene que realizar". Sandoval, ya lo dije, trabaj¨® a sus ¨®rdenes hasta que logr¨® dirigir su propio grupo. El porqu¨¦ a un espa?ol le da por pintar en 2004 la Puerta del Sol con el retrato de Stalin colgando de sus arcos, tal y como estuvo en 1939, tiene que ver, ya sabemos, con el cultivo de las obsesiones. Pero es tambi¨¦n el ¨²ltimo cap¨ªtulo de un largo proceso de recuperaci¨®n de la ¨¦poca vanguardista, que viene desarroll¨¢ndose en nuestro pa¨ªs desde los a?os setenta. A trav¨¦s de la historiograf¨ªa (Bozal, Brihuega, Calvo, Carmona), las exposiciones (desde la galer¨ªa Multitud a la galer¨ªa Guillermo de Osma), estudiando la literatura o el cine (Gibson, Bonet, S¨¢nchez Vidal). A su vez, las novelas (o sus proyectos) de Trapiello, de Prada o Quico Rivas se ocuparon del mundo de la bohemia. Un paso m¨¢s conduc¨ªa a esta otra zona, canalla y un punto siniestra que apasion¨® a Quico Rivas y se reflej¨® en revistas como El Canto de la Tripulaci¨®n o El Refractor. Que ha inspirado tambi¨¦n a pintores como Sergio Sanz, Miguel Sarr¨® o Arturo Mari¨¢n, presentes en este libro. Garc¨ªa Alix es un caso notable de equilibrio entre buena pintura e inspiraci¨®n literaria. Y en esta ocasi¨®n ¨¦l mismo nos dice que la investigaci¨®n y la escritura le apartaron durante meses del caballete. Pero el descubrimiento de que los personajes del drama hab¨ªan transitado por los mismos lugares que ¨¦l lo hac¨ªa todos los d¨ªas o que el Cinema Europa de su infancia hab¨ªa sido una checa anarquista, frecuentada por Sandoval y sus secuaces, convirti¨® la investigaci¨®n en una alucinada experiencia. El diario de esa b¨²squeda es este libro dif¨ªcil de definir y de olvidar. ?spero como si estuviera encuadernado en papel de lija. -
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