Tres momentos singulares, tres
Tres momentos singulares se dieron ayer en Pamplona. El primero, a cargo de Pep¨ªn Liria. Una vez hecho el paseo, una nutrida representaci¨®n de las pe?as de Pamplona le rindi¨® homenaje por su trayectoria a lo largo de los a?os en esta feria. A?os de entrega, pundonor y, en ocasiones, pagando un tributo de sangre. Fue muy emotivo el encuentro entre el torero y aquella afici¨®n tan entregada al murciano.
El segundo tuvo dos cap¨ªtulos: los pares de banderillas de El Fandi a sus dos toros (1? y 6?). Ah¨ª el torero granadino puso de relieve sus dotes atl¨¦ticas. Banderille¨® de diverso modo: unas veces con poder, otras a toro pasado; el par del viol¨ªn, entre otros aditamentos banderilleriles. Pero donde arranc¨® las ovaciones m¨¢s rotundas fue cuando despu¨¦s de rematar los ¨²ltimos pares de cada toro, corr¨ªa para atr¨¢s y con la mano en la frente del toro (la lunada frente, como dir¨ªa G¨®ngora), acababa por parar al animal, al punto de que el toro parec¨ªa decir para sus adentros: "Hasta aqu¨ª hemos llegado, te va a seguir tu t¨ªa". Si hiciera falta alg¨²n atleta para los pr¨®ximos Juegos de Pek¨ªn, no duden en llamar a El Fandi para cubrir cualquier plaza vacante a correr para atr¨¢s y donde haga falta.
Jandilla / Liria, El Cid, El Fandi
Toros de Jandilla: juego desigual, bien presentados, exceso de peso, el m¨¢s potable, el 6?.
Pep¨ªn Liria: pinchazo y media estocada (oreja); estocada defectuosa y tres descabellos (silencio).
El Cid: estocada y dos descabellos (silencio); 52 cuatro pinchazos ¡ªaviso- y estocada (gran ovaci¨®n).
El Fandi: media estocada atravesada (oreja); pinchazo y estocada baja (aplausos).
Plaza de Toros de Pamplona, 11 de julio. 7? de abono. Lleno.
El tercer cap¨ªtulo corresponde a El Cid. Ocurri¨® en el quinto toro. Fue todo muy r¨¢pido. A poquitos. Sobre todo, centrado en la mano derecha. Ah¨ª surgi¨® el toreo profundo, ligado, el toreo del bueno. En esos fugaces instantes emergi¨® el torero que est¨¢ llamado a ser el mejor diestro del siglo XXI. La hondura que posee en sus manos le acredita como algo especial. Creo que hay que remontarse a la ¨¦poca de los Rafael Ortega, Antonio Ord¨®?ez, Paco Camino y El Viti para comprender la importancia de esas manos, esa cintura y esa entrega de todo el cuerpo para buscar el duende del toreo. El duende, eso que Garc¨ªa Lorca llamaba "la habitaci¨®n interior de la sangre".
En cuanto a la parte faenil, tanto de Pep¨ªn Liria como de El Fandi, el c¨®mputo no pasa de la discreci¨®n. Hubo mucha voluntad, deseos de agradar, pero la sustancia de lo que llamamos el toreo grande, cabal y excelente brill¨® por su ausencia. No importa que a cada uno de los dos se les otorgara una oreja por barba. Lo denso, lo suave, lo hondo e incluso lo dulce estuvo en las manos del torero sevillano de Salteras.
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