A peor, sin duda
La extensi¨®n de la crisis deja al descubierto la insuficiencia de las medidas del Gobierno
Se va a cumplir un a?o desde que emergiera en toda su intensidad la crisis crediticia estadounidense. Lo que fue una convulsi¨®n hipotecaria en el que parec¨ªa el sistema bancario m¨¢s importante y sofisticado del mundo, hoy es una crisis financiera global. Los mercados mayoristas, donde obtienen fondos los bancos, siguen sin normalizar su actividad, porque la confianza en la solvencia de determinados activos no se recupera. Eso lo saben aquellas entidades financieras, las espa?olas de forma destacada, que en los ¨²ltimos a?os apelaron a esos mercados de forma intensiva para financiar las necesidades que el d¨¦ficit exterior por cuenta corriente generaba a?o tras a?o. En lo que va de a?o, la captaci¨®n de recursos en esos mercados por bancos y cajas se ha reducido de forma significativa y a un coste mayor. El resultado ha sido un racionamiento del cr¨¦dito en nuestro pa¨ªs mucho m¨¢s intenso que el que tiene lugar en otros con crisis inmobiliarias. Que en Espa?a sigue sin tocar fondo, como demuestran las dificultades de Martinsa Fadesa.
Esos problemas en el funcionamiento de los mercados de cr¨¦dito coexisten con expectativas econ¨®micas cada d¨ªa m¨¢s adversas, que est¨¢n desempe?ando un importante papel en el retraimiento de la inversi¨®n y en las decisiones de gasto de las familias. Es l¨®gico, por tanto, que no pase semana sin que las previsiones de crecimiento de las principales econom¨ªas del mundo sean revisadas a la baja. Tambi¨¦n Espa?a se diferencia: a peor. La evoluci¨®n del mercado de trabajo y las dificultades de financiaci¨®n de las empresas est¨¢n siendo aqu¨ª superiores a la mayor¨ªa de los pa¨ªses de nuestro entorno.
A medida que la extensi¨®n y la profundidad de las crisis -financiera, energ¨¦tica, de materias primas- se ampl¨ªan y agravan, tambi¨¦n se revela la insuficiencia de las medidas tomadas por el Gobierno para amortiguar sus efectos. No basta con decir que poco se puede hacer para controlar el precio del crudo, porque es factible articular un plan de eficiencia que reduzca la dependencia estructural del petr¨®leo. Tambi¨¦n hay que considerar la posibilidad de que pueda aportarse ox¨ªgeno a los mercados de cr¨¦dito con disposiciones similares a las adoptadas en EE UU y Reino Unido. Las autoridades no han de ayudar de forma espec¨ªfica a ning¨²n sector, sino que han de trabajar por la normalizaci¨®n financiera. Las escasas y forzadas emisiones espa?olas de t¨ªtulos de los ¨²ltimos meses son un remedo de lo que es posible hacer en los mercados.
Las se?ales que llegan de EE UU, los partes de salud de su sistema bancario y agencias financieras, siguen siendo inquietantes, como prueba el grave hundimiento en la cotizaci¨®n de Freddie Mac y Fannie Mae, y sus p¨¦simas consecuencias sobre la Bolsa neoyorquina. Espa?a no va a conseguir aislarse de la desconfianza que reina en todos los mercados financieros. Mantener estrangulada la circulaci¨®n crediticia puede gangrenar las zonas m¨¢s sanas que todav¨ªa mantienen las econom¨ªas.
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