Mal ejemplo
Vueltas y m¨¢s vueltas le estoy dando a la afirmaci¨®n de Arzalluz de que Josu Jon Imaz es mal ejemplo para la juventud vasca; vueltas que le doy y no acabo de ver ninguna luz al fondo. Hace tiempo que las declaraciones de ese hombre no s¨®lo son incomprensibles sino que, a medida que pasan los oto?os y se debilita el roble, comprobamos que segrega resina m¨¢s oscura, y que su verbo adopta el color de la moribunda hojarasca. Las palabras de Arzalluz asoman oto?ales y torcidas. Realmente nadie toma en serio al personaje. Cuando la glosa de un hombre p¨²blico pasa del analista pol¨ªtico al comentarista literario es que su estatura ha achicado hasta amoldarse a la hechura de los frikis. Eso lo dice todo: de Arzalluz no hablan los analistas, hablamos los literatos. Ya no es una ocasi¨®n para el pensamiento sino una excusa para la ret¨®rica. Vaya final. Es de temer que Arzalluz termine por extraviar definitivamente los papeles y que sus reflexiones, cada vez m¨¢s sorprendentes, acaben despe?¨¢ndose por las llambrias del dada¨ªsmo. Y entonces hasta los comentaristas literarios tendremos que callar, llevados por la misericordia, por un pudoroso sentimiento de piedad.
Muchas biograf¨ªas no tienen otro perfil que el de una sumisi¨®n remunerada
Arzalluz siempre quiso mal a Imaz, y mira que el chico se afili¨® al partido con quince a?os y ha sido leal incluso en el momento m¨¢s amargo: cuando liquidaban a conciencia su carrera pol¨ªtica. Pero no es eso lo que molesta al viejo y pesado le¨®n del joven leopardo. Imaz pas¨® de la militancia juvenil a la presidencia del Euzkadi Buru Batzar, pero tambi¨¦n, para asombro de alderdikides, aprendi¨® idiomas, y alcanz¨® licenciaturas y doctorados. Quiz¨¢s ah¨ª s¨ª hay algo que no le gusta a Arzalluz: entre el batzoki y ser presidente del EBB Imaz se gan¨® una formaci¨®n que le exim¨ªa de depender para siempre del aparato de un partido, autonom¨ªa at¨ªpica en la clase pol¨ªtica vasca, donde muchas biograf¨ªas no tienen otro perfil que el de una sumisi¨®n remunerada. Y en eso Imaz compone una biograf¨ªa singular: en el PNV la norma ha sido pasar de la barra del batzoki a las m¨¢s altas responsabilidades, sin estaciones intermedias. Eso s¨ª que era un mal ejemplo para la juventud de Euskadi, y un mal ejemplo que prodiga todo el espectro de nuestra partitocracia, donde se alcanzan altas cotas de poder con niveles subterr¨¢neos de formaci¨®n. Una empresa de selecci¨®n no sabr¨ªa qu¨¦ hacer con algunos curr¨ªculos de nuestros l¨ªderes, como no sea utilizarlos en innobles tareas de higiene personal.
Lo que anida en las palabras de Arzalluz es la desconfianza del bur¨®crata ante el triunfo basado en el esfuerzo, el desprecio que profesa el aparato al profesional independiente, el rencor del pol¨ªtico que no imagina que la vida sea posible al margen del entramado partidista. Buena parte de nuestra clase dirigente no concibe sustento alguno al margen del dinero que aportan los contribuyentes. A los pol¨ªticos vascos, cuando termina su fase cenital, se les busca alg¨²n apeadero, pero siempre a cargo del presupuesto p¨²blico. Eso de ver a ex pol¨ªticos accediendo a altas responsabilidades empresariales no deber¨ªa ser un mal ejemplo, sino un ejemplo a seguir.
Si un doctor universitario que habla cinco idiomas, que se va de la jefatura de un partido con dolorosa elegancia y que luego alcanza el ¨¦xito en el mundo de la empresa le parece a Arzalluz un mal ejemplo para la juventud es que nos encontramos con un problema est¨¦tico. Qu¨¦ feo el paisaje moral de este paisito, qu¨¦ fauna encanallada transita por sus parques, qu¨¦ horror de orangutanes aullando al fondo del zool¨®gico.
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