Herbie Hancock
El jazz es saludable para el alma humana
Una reciente tarde de primavera, Herbie Hancock, leyenda del jazz y pianista extraordi??nario, sosten¨ªa arqueado sobre su propio eje Memorando al futuro presidente: ?c¨®mo podemos restaurar el liderazgo y la reputaci¨®n de Am¨¦rica?, de Madeleine Albright. Un ejemplar dedicado. ?Para Herbie. Un tipo al que ojal¨¢ los presidentes de este gran pa¨ªs escuchasen m¨¢s a menudo. No s¨®lo su m¨²sica, sino tambi¨¦n sus opiniones acerca del jazz y de la vida en general?. Resulta que cuando Hancock est¨¢ en Washington siempre se las apa?a para quedar con la primera mujer en alcanzar, en 1997 y con la Administraci¨®n de Clinton, la secretar¨ªa de Estado. Juntos, asegur¨®, gustan de "escabullirse a cualquier garito a escuchar buena m¨²sica".
Aqu¨¦l era uno de esos d¨ªas del pianista en la capital administrativa del mundo, ciudad tan poco jazz¨ªstica como el jazz ¨²ltimamente. Desde su suite se adivinaba la silueta de la Casa Blanca, una imagen que se antojaba met¨¢fora del brillante porvenir del viejo m¨²sico, quien, parafraseando el emocionante standard, ¨²ltimamente casi podr¨ªa en los ?d¨ªas claros ver para siempre?. Este 2008, el pianista ha logrado un Grammy al mejor disco (a secas) del a?o por River: the Joni letters (Verve / Universal). Es, adem¨¢s de un emocionante y delicado homenaje a la cantautora canadiense Joni Mitchell, el primer disco de jazz que obtuvo el m¨¢ximo reconocimiento de la industria en 44 a?os (Getz / Gilberto, de Stan Getz, fue el ¨²ltimo, gracias a un fen¨®meno llamado The girl from Ipanema). Una joya que podr¨¢ disfrutarse este mes sobre escenarios espa?oles: el pr¨®ximo martes en el festival de Vitoria, el 26 en el de Porta Ferrada (Sant Feliu de Guixols, Girona) y el 27 en Valencia.
Estos meses han sido tambi¨¦n los de su elecci¨®n como uno de los 100 personajes m¨¢s influyentes de la revista Time, o su distinci¨®n como artista del a?o por la Universidad de Harvard. Dos d¨ªas despu¨¦s de la entrevista ingres¨® como ?leyenda viva? en la Biblioteca del Congreso, y en mayo, su disco Headhunters (su ¨¢lbum m¨¢s vendido, de 1973) fue incluido por esa instituci¨®n en un lote de 25 grabaciones que ?deben ser preservadas para siempre? (desde un discurso de Harry Truman de 1948, hasta el disco que se envi¨® al espacio con el transbordador Challenger en 1977 o el Thriller de Michael Jackson).
Lo cierto es que Hancock re¨²ne las cualidades necesarias para tanto reconocimiento. Despu¨¦s de todo es, muy probablemente, el artista de jazz que m¨¢s muescas le ha hecho a la historia de eso que llaman cultura pop. Como dec¨ªa la campa?a publicitaria de cierta banda australiana de pop, seguramente co??nozca m¨¢s canciones de Herbie Hancock de las que cree. Es autor de la banda sonora de Blow up (1966), obra maestra de Michelangelo Antonioni y pieza fundamental del movimiento mod. En los setenta abander¨® la bastardizaci¨®n del jazz con Headhunters, que marc¨® ¨¦poca con su mill¨®n de copias vendidas. Y si en los ochenta populariz¨® el scratch, t¨¦cnica empleada por los disc jockeys de rap, en Rockit, un tema que asalt¨® por la fuerza a la generaci¨®n MTV; en los noventa vio c¨®mo su trabajo para el sello Blue Note en los inicios de su carrera fue apropiado por el hip-hop y el acid jazz para conquistar a una nueva clase de oyentes.
De aquellos d¨ªas, este camale¨®nico artista, miembro del inolvidable segundo quinteto de Miles Davis a finales de los sesenta, acaso la mejor formaci¨®n jazz¨ªstica en pisar la tierra, conserva las manos finas que atra¨ªan el foco en la elegante y lejana portada de su primer disco como l¨ªder, de 1962. Fue entonces cuando el mundo descubri¨® a un prodigioso pianista de Chicago de formaci¨®n cl¨¢sica. Un improvisador infatigable capaz de introducir a Debussy en el m¨¢s arraigado discurso de la m¨²sica negra.
Por lo dem¨¢s, a¨²n viste de oscuro y luce una envidiable forma f¨ªsica dos d¨ªas antes de su 68? cumplea?os. Mata el tiempo con revistas de divulgaci¨®n cient¨ªfica y dobla la chaqueta del visitante como un jazzman de los de antes. Pobres, pero bien planchados.
?Qu¨¦ ha cambiado en su forma de ver el mundo, ahora que sabe que es una le??yenda viva? Nada [Carcajada]. Es muy agradable el reconocimiento que he recibido. Sobre todo lo de los Grammy, que ha sido fundamental, entre otras cosas, para darle una nueva vida comercial al disco [sus ventas se han doblado hasta alcanzar los 450.000 ejemplares]. ?Sabe? Todo el mundo ve en este pa¨ªs la dichosa ceremonia, igual que se ven los Oscar o la Super Bowl. Para un m¨²sico es el m¨¢s grande premio dentro de los grandes premios. Todos quedaron muy sorprendidos, y m¨¢s que nadie, yo mismo. ?Gan¨¦ a Amy Winehouse, que es cien veces m¨¢s conocida! Pero si me lo pregunta, no s¨¦ si merezco tanta atenci¨®n. Pero s¨ª que el jazz la merece. Yo veo que este premio es una se?al de que el jazz se hace por fin m¨¢s visible en Am¨¦rica. Lo cual es maravilloso.
Ese logro se ha atribuido muy a menudo a los ?popularizadores? oficiales del g¨¦nero, como Wynton Marsalis, trompetista, o el documentalista Ken Burns. Quienes, dicho sea de paso, suelen contar una historia del jazz un tanto sesgada, edulcorada, por as¨ª decir. Puede que s¨ª. Lo que yo siento es que el jazz es muy saludable para el alma humana, porque va realmente de li??berar almas. Es como si el esp¨ªritu no obtuviese satisfacci¨®n suficiente con otras formas musicales, que pueden ser maravillosas, pero, sinceramente, no le alcanzan al jazz. Todos los g¨¦neros son v¨¢lidos, pero hay algo muy especial en este al que he dedicado mi vida. No va de competir, sino de confiar en ti mismo y en los m¨²sicos que te acompa?an. Es una ca¨ªda libre y necesitas compa?eros en los que apoyarte. Es la m¨²sica del momento y nunca juzga a nadie. No conozco a ninguna persona que se meta en esto por la fama, las joyas o las mujeres. Lo dem¨¢s, aparte de esas bellas cualidades, me trae sin cuidado.
?A qu¨¦ atribuye entonces que ese reconocimiento a la expresi¨®n cultural m¨¢s perdurable y original de su pa¨ªs llegue tan tarde? Recuerdo cuando tocaba con Miles [Davis] en los sesenta. El jazz a¨²n era una m¨²sica que se tocaba en los clubs, lejos de los grandes festivales. ?ramos tipos con clase y hac¨ªamos una m¨²sica que no se vend¨ªa a nadie. Yo ten¨ªa veintitantos a?os y todo era respeto. Luego, el jazz se convirti¨® en demasiado virtuoso. Y la gente normal lo asimil¨® a algo complicado. Lleg¨® el rock and roll y se acab¨® la historia.
?Tuvo que ver la irrupci¨®n del ?free jazz?, que vino a hacer saltar todo por los aires? Me sent¨ª fascinado con aquella locura, y en cierto modo, me involucr¨¦ en tocar con Eric Dolphy, por ejemplo. La banda de Miles estaba influenciada por el avant-garde y tambi¨¦n por el free jazz.
Aunque a ¨¦l todos aquellos m¨²sicos le parecieran, por decirlo de un modo suave, unos fantoches. S¨ª, pero incorpor¨® elementos de su lenguaje en nuestra m¨²sica. Tampoco muchos entend¨ªan lo que hac¨ªamos nosotros en aquel grupo?
?Y usted? ?Alcanzaba a sus 25 a?os a entender la importancia de aquella m¨²sica? Disfrut¨¢bamos al explorar, al meternos en ¨¢reas que nadie hab¨ªa frecuentado. La idea de explorar nuevos territorios est¨¢ a¨²n muy presente para m¨ª. Incluso con River, que puede verse como un ¨¢lbum m¨¢s f¨¢cil de escuchar. O con el anterior [Possibilities], que fue muy criticado, porque colabor¨¦ con artistas como Christina Aguilera. Dec¨ªan que carec¨ªa de un centro. Que abarcaba mucho y apretaba poco. Como si eso fuese algo intr¨ªnsecamente malo. Para m¨ª, eso es precisamente lo que hay que hacer ahora mismo. Es el signo de los tiempos que marcan las descargas di??gitales. Ya nadie escucha los ¨¢lbumes enteros. S¨®lo se atiende a las canciones. Por eso hice un disco en el que parec¨ªa que cada tema proven¨ªa de un disco distinto.
?Por qu¨¦ homenajea la m¨²sica de Joni Mitchell, precisamente ahora, cuando el p¨²blico y la industria parecen ignorarla m¨¢s que nunca? Fue una idea de Dahlia Ambach, la A&R [encargada de artistas y repertorio] de Verve. ?S¨¦ que sois amigos y que la respetas?, me dijo. Me interes¨® el reto. Porque normalmente nunca hago caso a las canciones. S¨®lo a las armon¨ªas, a los arreglos, nunca a la letra. Las palabras no las escucho. Cuando escucho una canci¨®n, simplemente soy incapaz de asimilar las palabras. Es muy normal entre los m¨²sicos de jazz, salvo si eres Lester Young o Wayne Shorter, mi gran amigo [con ¨¦l milit¨® en la banda de Miles Davis y colabora en el disco]. Dahlia fue tambi¨¦n la que propuso al productor, Larry Klein?
Y ex marido de Joni Mitchell? A pesar de lo cual son amigos, no se vaya a creer. Supongo que son raros en eso. Hay cosas que uno no puede evitar encontrar insoportables del otro, incluso ya divorciados. Con ellos no parece pasar.
No pretender¨¢ hablar por su propia experiencia de consumado hombre de familia. Yo llevo cuarenta a?os con la misma mujer. Pero no me mire con admiraci¨®n. Es simplemente la persona adecuada, ?sabe? No tiene el menor m¨¦rito. La clave, hijo, es no hacer depender tu felicidad de la otra persona. Tu felicidad es asunto tuyo, no es trabajo del otro [risas]. Esperar que el otro te suministre felicidad es el m¨¢s corto camino hacia el divorcio. Mi consejo para una relaci¨®n de larga duraci¨®n es: permite a la otra persona que sea lo que es. No trates de cambiarla para adecuarla a lo que t¨² quieres o necesitas. Deja que se desarrolle.
Adem¨¢s de mon¨®gamo, usted siempre ha parecido el tipo cabal, el que se manten¨ªa alejado de las drogas, el de las decisiones correctas? Una imagen que, en aquella ¨¦poca, no era la cl¨¢sica en un ?jazzman?? No ¨¦ramos ¨¢ngeles, desde luego. Y no se crea, yo hice algunas de las cosas que nos tocaba hacer. Fue una ¨¦poca dura. Y algunos se quedaron en el camino.
?Se hac¨ªa dif¨ªcil convivir con algunos de ellos? Sobre todo con los que se engancharon a la hero¨ªna. Muchos salieron del atolladero gracias al islam.
?Usted nunca se convirti¨®? A principios de los setenta flirte¨¦ con ello. Me hac¨ªa llamar Mwanddishi, en suajili, pero era m¨¢s un gesto de solidaridad con la lucha pol¨ªtica de la comunidad negra.
?C¨®mo recuerda a la joven Joni Mitchell? ?Fue bien recibida la cantautora rubia de ?folk? cuando empez¨® a mezclarse con m¨²sicos de jazz? Muchos, al principio, se mostraban fr¨ªos con ella, porque la hab¨ªan escuchado en la radio y no entend¨ªan qu¨¦ se le hab¨ªa perdido all¨ª. Era una hippy con una guitarra. Yo, personalmente, no la hab¨ªa escuchado demasiado antes de conocerla. Nacer en 1940 es pertenecer a la generaci¨®n previa al rock and roll. Es una mera cuesti¨®n de cinco a?os. Re??cuerdo que estaba haciendo su disco Mingus (1979) cuando fui a un ensayo. [El bajista] Jaco Pastorius me llam¨®. Ellos ya hab¨ªan trabajado juntos antes. Dijo: ?T¨ªo, estamos haciendo un disco de homenaje al bueno de Charlie Mingus?. Yo pens¨¦, ?y esta chica para qu¨¦ se mete en esta historia? Jaco me dijo: ?Wayne Shorter est¨¢ conmigo?. Si Wayne estaba all¨ª, nada malo pod¨ªa suceder. As¨ª que fui.
?Era Jaco Pastorius uno de esos tipos inc¨®modos a los que se refer¨ªa antes? Muchos eran yonquis. Jaco no era exactamente as¨ª. Probablemente tom¨® hero¨ªna. Y coca¨ªna tambi¨¦n. Pero lo suyo era m¨¢s grave. Ten¨ªa un desequilibrio qu¨ªmico en su cabeza. Acab¨® loco. Pero cuando yo lo conoc¨ª era un tipo muy normal. Viv¨ªa en Florida, ten¨ªa mujer y dos hijos, John y Mary. Era un joven marido que tocaba el bajo como los ¨¢ngeles. Se enrol¨® en Weather Report y aqu¨¦l fue el mejor veh¨ªculo para su fenomenal desarrollo. Hac¨ªan m¨²sica asombrosa, reconocida por la cr¨ªtica y por las audiencias de jazz. Era un p¨²blico grande para un grupo como ¨¦se, pero no una gran audiencia tipo rock. Y Jaco era una estrella del rock. Sobre todo en el escenario. No obtuvo la atenci¨®n que esperaba. Creo que eso min¨® su fr¨¢gil personalidad hasta acabar con ¨¦l.
Un caso muy distinto al de Joni Mitchell. Ella siempre pareci¨® inc¨®moda con los grandes p¨²blicos. Lo tiene todo para gustar, pero, seg¨²n ella misma, su m¨²sica es s¨®lo querida por los gays y los negros. ?Ser¨¢ que tiene pruebas! Puedo entender por qu¨¦ lo dice. Su sentimiento es que los negros siempre entendieron mejor su m¨²sica que los blancos. Alguna vez me ha contado lo que las mujeres negras le dicen por la calle, que sus letras parecen escritas por una de ellas. Que dice cosas que les llegan muy adentro. Los blancos entran en la parte m¨¢s intelectual de su m¨²sica, supongo, y los negros, en el alma. En cuanto a los gays, y voy a generalizar, probablemente haya un alto grado de respeto por las formas art¨ªsticas.
Perdone, pero todo eso, los blancos intelectuales, los negros pasionales y los homosexuales sensibles ?per se?, suena a horroroso t¨®pico. Pero es verdad. Es dif¨ªcil explicar por qu¨¦, pero es as¨ª.
?Hay un reconocimiento a todos ellos impl¨ªcito en el ¨¦xito de su disco? Creo que s¨ª. No s¨¦ por qu¨¦, pero nunca hab¨ªa pensado en ello.
Pues fue saludado como ?el ?grammy? m¨¢s adecuado para la era Barack Obama?. Nadie esperaba que un negro fuese candidato en EE UU, como nadie hubiese apostado por un viejo m¨²sico de jazz para el Grammy. Ambos son signos de cambio en una Am¨¦rica que est¨¢ necesitada de pasar p¨¢gina.
?Tiene que ver con asuntos raciales? Es s¨®lo una parte del problema. Incluye cuestiones como el color de la piel, sin duda, pero no es s¨®lo eso. Tambi¨¦n est¨¢ implicado el g¨¦nero. Es un buen y saludable signo. Hab¨ªa cre¨ªdo que ver¨ªa a una mujer presidenta, o a una candidata mu??jer, pero no a un negro? no, se?or.
Ni siquiera cuando Jesse Jackson estuvo a punto de ser candidato en 1988? Nunca cre¨ª en ¨¦l. Nunca me pareci¨® trigo limpio, ni siquiera el hombre adecuado. Obama, en cambio, s¨ª lo es. Pero no es por el color de su piel. Tengo muchos amigos con los que he hablado de este tema. Algunos lo apoyaron porque lo consideraban parte de los suyos. Pero otros, simplemente, aduc¨ªan las razones que yo aduzco. Es el tipo correcto, est¨¢ despertando la conciencia de un mont¨®n de votantes j¨®venes. Eso es todo. Nadie lo hab¨ªa logrado antes. Quiz¨¢ s¨®lo Kennedy. A quien yo, por supuesto, vot¨¦ en su d¨ªa. Ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os y me convenci¨®?
?Era Jesse Jackson el tipo inadecuado por demasiado beligerante, y Obama, el correcto porque representa la parte amable de las aspiraciones negras? Creo que Jesse estaba demasiado imbricado en la comunidad negra para ser presidente de Estados Unidos. Tienes que ser un presidente para todos los americanos. Sus ideas no eran las adecuadas. Y la ¨¦poca, tampoco. Ha llegado la hora, por fin. Es maravilloso sentirse orgulloso de tu pa¨ªs de nuevo.
Y el jazz? ?Ha perdido su beligerancia? Nunca creo que el jazz en su integridad haya sido nunca beligerante. Ha habido partes que s¨ª, pero?
Sol¨ªa ser una cosa que pon¨ªa los pelos de punta a los padres y mucho me temo que hace ya tiempo que no? ?D¨®nde se ha quedado esa peligrosidad? Fue airado en su momento, s¨ª. En los sesenta hab¨ªa discos que representaban la protesta. A¨²n hoy los hay, pero son menos. En cuanto a la peligrosidad de la que habla, es cierto que el jazz se ha deslizado hacia la comercialidad. Que alguien quiera vender discos es una intenci¨®n noble si lo piensas. Es cierto que las cadenas de radio con jazz aut¨¦ntico est¨¢n muriendo. Que los chavales lo consideran de??masiado limpio y aburrido a veces. Pero no es algo que se pueda achacar a todo el jazz. No ser¨ªa justo cargar tantos problemas deriva??dos del smooth jazz a todos los m¨²sicos que se ganan la vida como pueden en los clubes.
?Por qu¨¦ no consiguen conectar con los j¨®venes? Estoy empezando a ver m¨¢s gente joven en los conciertos gracias a programas de educaci¨®n e iniciativas de ese tipo. Puede que no sea lo m¨¢s beatnick del mundo, pero tampoco es intr¨ªnsecamente malo que se estudie el jazz en las escuelas.
Usted es probablemente el artista de jazz que m¨¢s veces ha impreso su huella en la cultura pop sin traicionarse? Es que si todos nosotros nos qued¨¢semos en nuestra torre de marfil tocando una y otra vez Round midnight, el jazz acabar¨ªa mu??rien??do. No se enganchar¨ªan los nuevos oyentes. Los m¨²sicos se har¨ªan mayores y acabar¨ªan por desaparecer. ?Cu¨¢l ser¨ªa el resultado de algo as¨ª? El jazz morir¨ªa sin remedio.
Lo que no parece muy probable es que personalidades tan irrepetibles como Joe Zawinul, Teo Macero u Oscar Peterson (todos ellos han muerto en los ¨²ltimos meses) tengan f¨¢cil recambio. Para m¨ª ¨¦stos han sido meses muy duros. Pero supongo que todo ello forma parte del proceso de hacerse viejo. Conozco esta experiencia gracias a mi padre. ?l muri¨® a los 90 a?os. Y cuando ten¨ªa ochenta y tantos me dec¨ªa continuamente: ?Todo el mundo que conoc¨ª, hijo, todos, salvo tu madre, est¨¢n muertos?. Ella era seis a?os m¨¢s joven que mi padre. Y ¨¦l se sent¨ªa muy solo? Para eso, el ¨²nico remedio que he hallado es la fe. Gracias a la fe budista Nichiren, que profeso desde 1972, he aprendido que es importante saber lo m¨¢ximo sobre la vida y la muerte. No dejarlo para cuando ya eres mayor. Lo mejor es hacerlo cuanto antes. El nacimiento y la muerte son los mayores eventos de nuestra vida [carcajada]. Mucho m¨¢s que lograr un Grammy, de eso no hay duda. Aunque mejor que ganar un premio es incluso levantarse por la ma?ana y respirar. Si me ofreciesen levantarme por la ma?ana y respirar o levantarme por la ma?ana y recibir un importante premio, elegir¨ªa lo primero sin dudarlo. [Risas]
En todo caso, no todos los m¨²sicos de jazz pueden presumir de una vejez tan dorada como la suya. El otro d¨ªa, durante un concierto de Billy Cobham en San Francisco, el bater¨ªa se mostr¨® bastante desgraciado ante el hecho de, al t¨¦rmino del recital, tener que vender sus discos a la entrada por s¨ª mismo. Pues yo veo la crisis como una oportunidad. Por ejemplo, mi anterior disco lo grab¨¦ con un sello que cre¨¦, de modo que el m¨¢ster es m¨ªo. Para distribuirlo hice un acuerdo con Starbucks, con Warner Records y con otra empresa llamada Vector. Algo inimaginable hace unos a?os. Y si careces de un contrato discogr¨¢fico puedes encontrar un mont¨®n de maneras de venderlo. El problema est¨¢, supongo, en atraer a la gente a tu web. Porque la Red est¨¢ llena de gente gritando: ?Yo, yo, yo?. Ahora puedes prevender un disco. Sacarle dinero a las entrevistas que incluyes en el CD extra. Es algo que nunca se les hubiera ocurrido a las discogr¨¢ficas. De todos modos, ¨¦sta es una ¨¦poca confusa. Yo a¨²n recuerdo cuando s¨®lo hab¨ªa cuatro canales de televisi¨®n.
?Qu¨¦ clase de espect¨¢culo traer¨¢ en su gira por Espa?a? Se llama Un r¨ªo de posibilidades, y es la suma del repertorio de mis dos ¨²ltimos discos. Me he enterado de que en Vitoria coincidir¨¦ con Wayne. Ser¨¢ divertido. ?l y yo nunca competimos. Nos amamos demasiado.
?Es que usted no tiene enemigos? S¨ª. Yo mismo [risas]. Aparte de eso, si los tuviera, mi primera pregunta ser¨ªa, ?de qu¨¦ modo estoy contribuyendo a ello?
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