Alianza y Mediterr¨¢neo
El nacimiento en Par¨ªs de la Uni¨®n del Mediterr¨¢neo supone una importante noticia no s¨®lo para los pa¨ªses ribere?os de ese mar, sino tambi¨¦n para Europa en su conjunto y para el resto del mundo. Atravesado por las turbulencias de la historia, teatro de numerosos conflictos pero, sobre todo, lugar de intercambios y encuentros entre culturas, el espacio mediterr¨¢neo est¨¢ perdiendo velocidad, desgarrado por intereses que tienen dificultades para conciliarse. Sin embargo, su importancia geopol¨ªtica, econ¨®mica y cultural no necesita demostraci¨®n. Y para la Alianza de Civilizaciones es crucial.
Fundada bajo los auspicios de Naciones Unidas en 2005, gracias a la iniciativa de Espa?a y Turqu¨ªa, la Alianza cuenta hoy con 89 miembros, entre pa¨ªses y organizaciones internacionales. Su vocaci¨®n es reafirmar un paradigma de respeto mutuo entre pueblos de tradiciones culturales y religiosas distintas, e instar a que se emprenda una actuaci¨®n coordinada en ese sentido. La Alianza refleja la voluntad de la gran mayor¨ªa de los pueblos de rechazar el extremismo y defender el respeto a la diversidad cultural y religiosa.
En esta zona est¨¢ en juego el futuro del di¨¢logo entre culturas y civilizaciones
?C¨®mo pueden vivir juntos pueblos diferentes, respet¨¢ndose mutuamente en sus diferencias? ?sa es la pregunta a la que la Alianza pretende dar respuesta mediante la puesta en marcha de proyectos concretos en los ¨¢mbitos de la juventud, la educaci¨®n, los medios de comunicaci¨®n y las migraciones.
Si la Alianza otorga especial importancia a los pa¨ªses del Mediterr¨¢neo, es porque, en virtud de su mandato, debe centrar su acci¨®n en los lugares en los que las divisiones -en los terrenos de los principios y los valores, las religiones, las costumbres, las concepciones de vida y los niveles de desarrollo- se manifiestan de forma m¨¢s acuciante, all¨ª donde hay muchas disputas negociables que corren peligro de convertirse en conflictos irresolubles. Pero hay m¨¢s. Porque esta regi¨®n es asimismo donde las posibilidades de reconciliaci¨®n y cooperaci¨®n son m¨¢s profundas, donde los intercambios constructivos han permitido a la humanidad dar verdaderos pasos adelante. Aqu¨ª, en el espacio mediterr¨¢neo, se desarrolla el di¨¢logo entre dos mundos, un di¨¢logo que puede unir o separar, alejar o aproximar.
Si este di¨¢logo nos sale bien, habremos avanzado en el camino de la paz y la estabilidad. Al demostrar que es posible una cooperaci¨®n econ¨®mica beneficiosa para todos, al probar que unos proyectos comunes en materia de educaci¨®n, medio ambiente y cultura pueden dar frutos, los pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo estar¨¢n en condiciones de erigir un muro contra la intolerancia, el integrismo y el extremismo, y demostrar al resto del mundo que se puede vencer al odio y la violencia.
El reto es inmenso. Para ganar esta apuesta, es preciso ir m¨¢s all¨¢ de las declaraciones de intenciones. Las palabras tienen su peso, por supuesto. Pero su impacto s¨®lo es duradero cuando se apoyan en acciones concretas. La Alianza puede actuar de manera complementaria con la Uni¨®n del Mediterr¨¢neo y puede proponerle el desarrollo conjunto de pol¨ªticas de buen gobierno de la diversidad cultural.
La Alianza est¨¢ asociada ya a varios proyectos dirigidos a fortalecer el di¨¢logo y el desarrollo en los pa¨ªses del per¨ªmetro mediterr¨¢neo, como, por ejemplo, Silatech, cuyo objeto es fomentar el empleo de los j¨®venes. Por otra parte, con el fin de animar a los medios a desempe?ar su papel de transmisores de la interculturalidad, la Alianza ha puesto en funcionamiento un mecanismo que pone a su disposici¨®n nombres de expertos, para que hagan las aclaraciones y matizaciones necesarias sobre una serie de cuestiones sociales de orden cultural y religioso que caracterizan nuestra convivencia.
La Alianza de Civilizaciones asimismo trabaja con todos sus miembros para que desarrollen y pongan en pr¨¢ctica estrategias nacionales para el di¨¢logo intercultural que incluyan medidas en las ¨¢reas de la educaci¨®n, juventud, medios e integraci¨®n de las minor¨ªas. Adem¨¢s, est¨¢ en estudio un conjunto de iniciativas de cooperaci¨®n entre ciudades.
"Si tuviera que volver a hacerlo, empezar¨ªa por la cultura". Estas palabras suelen atribuirse a Jean Monnet, aunque son ap¨®crifas. En cualquier caso, tienen una actualidad aplastante. El espacio mediterr¨¢neo es el lugar en el que est¨¢ en juego el futuro del di¨¢logo entre las culturas y las religiones. A todos nos beneficia que estos intercambios progresen sobre la base de la reciprocidad y la transparencia. Desde luego, los problemas de naturaleza pol¨ªtica exigen soluciones pol¨ªticas y la soluci¨®n de los conflictos armados tampoco es competencia de la Alianza de Civilizaciones. La Alianza debe actuar antes y despu¨¦s de las situaciones de tensi¨®n, con una vocaci¨®n de prevenir y sanar los conflictos, y es, en ese sentido, un instrumento de la paz.
La gran apuesta de la Uni¨®n del Mediterr¨¢neo es el multilateralismo y el desarrollo compartido. En mi opini¨®n, es un objetivo que abre la v¨ªa del porvenir. ?se es el motivo por el que la Uni¨®n Mediterr¨¢nea y la Alianza de Civilizaciones pueden reforzarse mutuamente y sus acciones deben desarrollarse de manera complementaria.
Jorge Sampaio, ex presidente de la Rep¨²blica Portuguesa, es alto representante de Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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