Las pr¨®tesis entran en la galer¨ªa

"Empec¨¦ a dibujar cuando aprend¨ª a hablar, con dos o tres a?os". Y claro, despu¨¦s de tantos a?os sacando punta a los l¨¢pices, Christopher Conte se aburri¨®. As¨ª que mientras sus compa?eros en la Universidad de Arte de Nueva York pintaban lienzos o ilustraban en dos dimensiones, Conte se volc¨® en la escultura. Pero no en obras de yeso o de m¨¢rmol, como todo hijo de vecino.

El artista se dedic¨® a idear y a construir bichos imposibles con miembros de metal y venas hechas de cables. Un universo futurista que beb¨ªa de las fant¨¢sticas criaturas del recientemente fallecido Stan Winston. Aquel visionario de cuya cabeza surgieron el robot que se transformaba en metal l¨ªquido en Terminator II o los dinosaurios de Parque Jur¨¢sico.

Desde 2006, los brazos, espec¨ªmenes y ar¨¢cnidos imaginarios de este artista de 38 a?os se exponen en galer¨ªas como la neoyorquina Fuse o la californiana Device y se venden por la friolera de 4.000 d¨®lares (unos 2.600 euros). Sin embargo, si se teclea su nombre en el buscador Google, aparecen noticias que relacionan a Conte con el mundo de la medicina y la biomec¨¢nica. Entre sus a?os universitarios y su ascensi¨®n al olimpo de los artistas, este amante de la literatura y de las pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n se convirti¨® en t¨¦cnico prot¨¦sico o artesano de pr¨®tesis.

Christopher Conte lleva 16 a?os dise?ando manos, brazos o piernas para pacientes amputados: "Mis creaciones no requieren cirug¨ªa. Las fabrico a mano, una a una, y parte por parte". Puede tardar meses en hacer una obra, algunas llevan m¨¢s de cien piezas. "Si alguien vuelve de Irak sin una pierna, yo le atiendo, estudio su caso, dise?o una pr¨®tesis y la fabrico. Empleo materiales aeroespaciales como el titanio y la fibra de carb¨®n, pero tambi¨¦n otros m¨¢s comunes como el aluminio o el acero inoxidable", explica.

?Pero c¨®mo puede un estudiante de arte convertirse en un reconocido fabricante de pr¨®tesis? "Mis profesores me animaron a crear mis esculturas aunque me dieran clases de ilustraci¨®n. Dise?aba esculturas complejas y rob¨®ticas. Se pod¨ªan mover...", relata. Sin embargo, tras graduarse no sup¨® qu¨¦ hacer. "Un profe me sugiri¨® probar en medicina. Y una ma?ana busqu¨¦ pr¨®tesis artificiales en las p¨¢ginas amarillas. Llam¨¦ al primer sitio que encontr¨¦". Necesitaban a alguien. Conte cogi¨® su carpeta y se plant¨® all¨ª en un periquete. "Desconfiaron porque no ten¨ªa experiencia en medicina. Pero cuando vieron mi trabajo alucinaron". Sus manos y sus piernas de cibors les daban mil vueltas a las pr¨®tesis de la ¨¦poca.

No obstante, durante sus 16 a?os de pr¨¢ctica prot¨¦sica, Conte no ha dejado de dar forma a sus delirios de metal. "Siempre sacaba tiempo, por muy poco que fuera, para trabajar en mis propios proyectos. Pero aprend¨ªa tanto en la consulta sobre biomec¨¢nica, rob¨®tica y anatom¨ªa humana que me quedaban muy pocas horas libres para mi arte. Desde hace cuatro a?os, dispongo de m¨¢s tiempo". Sus fant¨¢sticas creaciones han saltado varias veces a la televisi¨®n estadounidense, en programas de la MTV o de Discovery Channel.

Entre sus influencias, los amantes rob¨®ticos que se achuchan, besan y toquetean en All is Full of Love, el v¨ªdeoclip creado para Bj?rk; el c¨®mic, la pintura de Dal¨ª y El Bosco y todos los anticuarios de Nueva York. "Colecciono equipo m¨¦dico de principios del siglo XIX, tel¨¦fonos antiguos y katanas japonesas. Algunos objetos me inspiran, y otros me sirven como materia prima".

Las t¨¦cnicas de Conte proceden del estudio de m¨¦todos de artesan¨ªa orientales. "Leo muchos libros sobre Jap¨®n: los artesanos de las katanas de los samurais ten¨ªan un m¨¦todo tan perfeccionado que cuando se pon¨ªan a hacer un jarr¨®n, nadie les igualaba".