Sarkozy logra un triunfo diplom¨¢tico en la cumbre de pa¨ªses mediterr¨¢neos
El presidente franc¨¦s intenta aplacar el malestar de las Fuerzas Armadas
Nicolas Sarkozy puede sentirse satisfecho. La Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo existe por la v¨ªa de los hechos consumados. M¨¢s all¨¢ de las reticencias de sus socios europeos, empe?ados en quitarle vuelo al proyecto del inquilino del El¨ªseo; de las suspicacias de los pa¨ªses ¨¢rabes, y de que esta instituci¨®n internacional nazca sin mucho contenido y hu¨¦rfana de presupuesto, el presidente franc¨¦s ha conseguido convencer al mundo de que se abre una nueva era de paz y colaboraci¨®n en torno al viejo Mare Nostrum.
La presencia de El Asad genera rechazo en muchos franceses con lazos con L¨ªbano
La diplomacia francesa se apunt¨® un tanto reuniendo en Par¨ªs, la v¨ªspera de la fiesta nacional del 14 de julio, a 43 jefes de Estado y de Gobierno europeos y de pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo.
"Alguien ten¨ªa que correr el riesgo para conseguir poner en marcha el c¨ªrculo virtuoso", dijo un satisfecho Sarkozy en la conferencia de prensa que clausur¨® la cumbre. "Hoy se ha abierto el camino y ya nadie puede quitarnos esto", a?adi¨®. Los ¨²ltimos sobresaltos de las negociaciones de la declaraci¨®n conjunta, e incluso el hecho de que no hubo acuerdo para hacerse la cl¨¢sica foto de familia, no imped¨ªan que el presidente franc¨¦s saboreara el momento, sentado junto al egipcio Hosni Mubarak, copresidente de la instituci¨®n.
En Bruselas, por contra, el ¨¦xito de la cita del lunes levantaba m¨¢s de una ampolla. Conjurados para impedir que Sarkozy articulara una organizaci¨®n supranacional en paralelo a la Uni¨®n Europea, los miembros de la Comisi¨®n contemplan ahora c¨®mo, pese a todo, el inquilino del El¨ªseo ha puesto en marcha un proceso pol¨ªtico con cuyos objetivos es muy dif¨ªcil estar en desacuerdo, al tiempo que organizaba un gran espect¨¢culo medi¨¢tico a su mayor gloria, reuniendo a 43 jefes de Estado y de Gobierno, sentando en la misma mesa a palestinos, sirios e israel¨ªes, e involucrando incluso a las monarqu¨ªas petroleras del Golfo, representadas por el emir de Qatar, jeque Hamad Bin Jalifa al Zani.
El riesgo al que se refer¨ªa Sarkozy tiene un nombre: el presidente sirio, Bachar el Asad. Una presencia que desde que se anunci¨® caus¨® malestar en muchas capas de la sociedad francesa, cuyos lazos con L¨ªbano son muy estrechos, adem¨¢s del rechazo frontal de los altos mandos del Ej¨¦rcito, que consideran que Damasco est¨¢ detr¨¢s de la ¨²ltima gran matanza de soldados franceses: el atentado con un cami¨®n bomba contra el cuartel de Drakkar, en Beirut, el 23 de octubre de 1983, que acab¨® con la vida de 58 militares.
Adem¨¢s, varios miembros de Reporteros Sin Fronteras fueron detenidos cuando denunciaban la falta de libertad en Siria. Convertido en un paria por el presidente Jacques Chirac, que le acus¨® de estar detr¨¢s del asesinato del que fuera primer ministro liban¨¦s Rafik Hariri -amigo personal del anterior inquilino del El¨ªseo, cuya actual vivienda en Par¨ªs es propiedad de la familia Hariri-, para El Asad la invitaci¨®n de Sarkozy representaba la oportunidad de salir del infierno. Pero el beneficio era mutuo, porque para Sarkozy, la presencia del hombre fuerte de Damasco en Par¨ªs y su encuentro con el nuevo presidente liban¨¦s, Michel Suleiman, supon¨ªa dotar a la cumbre de contenido pol¨ªtico real.
Poco importaba que la presencia de Bachar el Asad, ayer, en la tribuna presidencial en la plaza de la Concordia, mientras desfilaba la brigada que lleva el nombre de uno de los oficiales muertos en el citado atentado, abriera heridas en un Ej¨¦rcito cuya lista de agravios respecto al presidente empieza a ser muy larga; desde los recortes de personal hasta las expresiones de desprecio proferidas por Sarkozy tras el incidente de Carcasona, en el que durante una exhibici¨®n, miembros de las fuerzas especiales dispararon sobre la poblaci¨®n. El presidente corri¨® el riesgo; fuentes del El¨ªseo negaron que Siria estuviera detr¨¢s del atentado de Drakkar. "Fue Ir¨¢n", aseguraron, "a trav¨¦s de Hezbol¨¢". Sarkozy, por su parte, se deshizo en elogios a las Fuerzas Armadas y asegur¨® que cuentan con su "total confianza".
La fiesta patri¨®tica
El verano hizo por fin ayer acto de presencia en Par¨ªs para sumarse a la gran fiesta patri¨®tica que conmemora la toma de la Bastilla en 1789. Para los franceses, es una cita insoslayable. La multitud se agolpa en los Campos El¨ªseos para ver el magn¨ªfico desfile de las unidades militares m¨¢s diversas, mientras los aviones caza dibujan la bandera tricolor. Al final del desfile, un grupo de paracaidistas se lanz¨® sobre la plaza de la Concordia con las banderas francesa, europea y de la ONU.
Pero las profundas ra¨ªces populares de esta fiesta se corresponden escasamente con las dimensiones del acontecimiento que conmemoran. La toma de la prisi¨®n de la Bastilla no fue, ni de lejos, uno de los acontecimientos clave de la Revoluci¨®n Francesa. Las masas que asaltaron el lugar s¨®lo encontraron siete prisioneros que liberar. Eso s¨ª, lincharon al marqu¨¦s de Launay y exhibieron su cabeza en una pica. No fue hasta 1880 cuando el diputado Benjamin Raspail propuso crear un "festival nacional" y establecer La Marsellesa como himno nacional.
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