Los nuevos profetas de la energ¨ªa nuclear
Ante el cambio clim¨¢tico y la subida del petr¨®leo, algunos publicitan la energ¨ªa nuclear como soluci¨®n "ecol¨®gica". Esto es como pretender que subamos a un avi¨®n cuando a¨²n no hay ninguna pista de aterrizaje
Empieza una s¨¢tira divertida y terrible a la vez. Su argumento reza: las cat¨¢strofes clim¨¢ticas y las crisis petroleras hacen desaparecer los peligros de la energ¨ªa nuclear. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, anuncia que va a construir nuevas centrales nucleares a fin de salvar el medio ambiente. Tambi¨¦n los Gobiernos de Italia, Francia y Reino Unido quieren reactivar la energ¨ªa nuclear, rebautizada como "energ¨ªa ecol¨®gica".
Ante este cambio pol¨ªtico-ling¨¹¨ªstico es necesario recordar que, hace unos a?os, el Congreso de Estados Unidos encarg¨® a una comisi¨®n cient¨ªfica que desarrollara un lenguaje o una simbolog¨ªa con la que se informar¨ªa dentro de 10.000 a?os acerca de la peligrosidad de los vertidos nucleares norteamericanos. El problema era el siguiente: ?qu¨¦ conceptos y s¨ªmbolos hay que crear para transmitir un mensaje a los humanos que vivan dentro de miles de a?os? La comisi¨®n la formaban f¨ªsicos, antrop¨®logos, ling¨¹istas, neur¨®logos, psic¨®logos, bi¨®logos moleculares, expertos en historia antigua, artistas, etc. Primero ten¨ªa que resolverse la cuesti¨®n de si dentro de 10.000 a?os todav¨ªa existir¨ªa Estados Unidos La comisi¨®n hall¨® la respuesta sin dificultad: ?Estados Unidos es eterno! Pero luego se vio que el problema clave, entablar un di¨¢logo con el futuro, no ten¨ªa soluci¨®n. Los expertos buscaron modelos en los s¨ªmbolos m¨¢s antiguos de la humanidad, estudiaron la construcci¨®n de Stonehenge (150 a. C.) y las pir¨¢mides, investigaron la historia de las obras de Homero y de la Biblia... Pero nada de esto se remontaba a miles de a?os. Los antrop¨®logos recomendaron entonces el s¨ªmbolo de la calavera, pero un historiador record¨® que para los alquimistas, las calaveras significaban la resurrecci¨®n, y un psic¨®logo llev¨® a cabo experimentos con ni?os de tres a?os. Si la calavera aparec¨ªa en una botella, ¨¦stos dec¨ªan espantados "veneno", y si estaba pegada en la pared, exclamaban "?piratas!".
As¨ª, la meticulosidad cient¨ªfica de la comisi¨®n revel¨® que el propio lenguaje renuncia a la tarea de informar a las generaciones futuras sobre los peligros que hemos provocado en el mundo con el uso de la energ¨ªa nuclear.
En mi teor¨ªa de la sociedad del riesgo mundial distingo entre antiguos y nuevos riesgos. Los nuevos tipos de riesgos, que anticipan cat¨¢strofes globales, sacuden los fundamentos de las sociedades modernas. Presentan, por ejemplo, la caracter¨ªstica de lo que no puede ser indemnizado. Cuando el clima ha cambiado, cuando se ha averiado una central nuclear (perd¨®n, una central ecol¨®gica) o cuando la gen¨¦tica ha intervenido de forma irreversible en la existencia humana, ya es demasiado tarde. Frente a este salto cualitativo de las amenazas a la humanidad, la l¨®gica de la indemnizaci¨®n pierde su validez y es sustituida por el principio de la precauci¨®n mediante la prevenci¨®n.
No se nos ofrece alternativa entre seguridad y riesgo, sino entre riesgo y riesgo
Los actores que deben garantizar la seguridad y la racionalidad (Estado, ciencia, industria) interpretan ahora un papel muy ambivalente. Ya no son tutores, sino sospechosos; ya no son gestores del riesgo, sino responsables del mismo. Exigen a la poblaci¨®n que suba a un avi¨®n para el que todav¨ªa no existe pista de aterrizaje.
La preocupaci¨®n por la existencia, que ha renacido en todo el mundo gracias a los riesgos globales, fomenta en el debate pol¨ªtico una competencia destructiva entre los grandes riesgos. Los incalculables peligros derivados del cambio clim¨¢tico deben ser "combatidos" con los incalculables peligros asociados a las centrales nucleares. En muchas de las decisiones no se trata de elegir entre alternativas seguras o arriesgadas, sino entre varias alternativas arriesgadas y, con frecuencia, entre alternativas cuyos riesgos afectan a distintas dimensiones cualitativas y apenas se pueden comparar.
Hay que destacar que las l¨ªneas de conflicto de la sociedad de riesgo mundial son culturales. En la medida en que los riesgos globales escapan a los m¨¦todos habituales de c¨¢lculo cient¨ªfico, la percepci¨®n cultural, adquiere un papel fundamental. En relaci¨®n con la energ¨ªa nuclear, estamos ante un choque entre culturas de riesgo. La experiencia de Chern¨®bil se valor¨® de distinta manera en Alemania, Francia, Reino Unido, Espa?a e Italia. Para muchos europeos, los peligros del cambio clim¨¢tico tienen por ahora mucha m¨¢s importancia que los peligros de la energ¨ªa nuclear o del terrorismo. Mientras que desde el punto de vista de muchos americanos, los europeos padecen de histeria medioambiental y de histeria por los alimentos-Frankenstein, a ojos de los europeos, los americanos padecen de histeria del terrorismo.
Hasta hace poco, hubiera sido un suicidio pol¨ªtico en Alemania apostar por la recuperaci¨®n de la energ¨ªa nuclear. Pero desde que se considera el cambio clim¨¢tico como resultado de la acci¨®n del ser humano se barajan de nuevo las cartas de la sociedad y la pol¨ªtica. Y, as¨ª, la canciller Angela Merkel coloca a Los Verdes ante una disyuntiva, al disputarles el monopolio del certificado de calidad de la "pol¨ªtica medioambiental", e imponerles un debate de falsas alternativas entre energ¨ªa nuclear y pol¨ªtica medioambiental.
Aqu¨ª, de hecho, se mezclan varios elementos. A decir verdad, la subida de los precios de la gasolina beneficia al medio ambiente, pero amenaza con llevar a una recesi¨®n colectiva. La explosi¨®n de los costes de la energ¨ªa hace disminuir el nivel de vida y genera riesgos de pobreza en el seno de la sociedad. Debido a ello, la prioridad por la seguridad de la energ¨ªa nuclear se ve minada por la pregunta de durante cu¨¢nto tiempo podr¨¢ la mayor¨ªa de los usuarios mantener su nivel de vida ante la continua subida de los precios del gas, el petr¨®leo y la electricidad. La canciller Angela Merkel utiliza este argumento como palanca. Quienes, como Los Verdes, rechazan el relanzamiento de la energ¨ªa nuclear, pecan contra la pol¨ªtica medioambiental preventiva.
Pero quien ignora los riesgos residuales de la energ¨ªa nuclear no es capaz de comprender la din¨¢mica pol¨ªtica y cultural de la sociedad. Los cr¨ªticos m¨¢s persistentes, convincentes y efectivos de la energ¨ªa nuclear no son Los Verdes, por importantes e imprescindibles que sean. El adversario m¨¢s influyente de la industria nuclear es la propia industria nuclear.
La industria sabe que, cuando los manifestantes se han ido, a¨²n persiste el peligro de una central
Aunque los pol¨ªticos lograsen que se produjera esta transformaci¨®n sem¨¢ntica de energ¨ªa nuclear a energ¨ªa ecol¨®gica, y aunque los movimientos sociales acabaran fragment¨¢ndose, pasar¨ªa lo siguiente: todo esto ser¨ªa cuestionado por el poder real del riesgo. ?ste es constante, duradero, no interpretable y tambi¨¦n presente all¨ª donde los manifestantes ya est¨¢n agotados. Las probabilidades de que se produzcan accidentes improbables crecen con la cifra de plantas de energ¨ªa "ecol¨®gico"-nuclear.
El riesgo no significa cat¨¢strofe. El riesgo significa anticipaci¨®n de la cat¨¢strofe. Tan s¨®lo har¨ªa falta que se produjera un peque?o Chern¨®bil en Europa para que la opini¨®n p¨²blica, en cualquier parte del mundo, sospechara de negligencia. Y para que los Gobiernos de la energ¨ªa at¨®mico-"ecol¨®gica" se sentaran en el banquillo de acusados, al haber practicado, contra su propia convicci¨®n, un juego fr¨ªvolo con los intereses de la seguridad de la poblaci¨®n.
Las personas no pueden ver ni o¨ªr, ni probar ni oler los peligros de la energ¨ªa nuclear. ?Qu¨¦ pasar¨¢ entonces dentro de la sociedad del riesgo global con el ciudadano responsable? Ah¨ª va un experimento mental para ilustrarlo. ?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si la radiactividad produjera escozor? Los realistas, tambi¨¦n llamados c¨ªnicos, contestar¨ªan: se inventar¨ªa cualquier cosa, por ejemplo un ung¨¹ento, para aliviar el escozor. He aqu¨ª un negocio provechoso. Seguro que r¨¢pidamente recibir¨ªamos explicaciones que atribuir¨ªan el escozor a cualquier otra causa menos la radiactividad. Y, en cualquier caso, se nos dir¨ªa que el escozor no es perjudicial; es inc¨®modo, pero inofensivo. Podemos suponer que este tipo de explicaciones no tendr¨ªan demasiadas probabilidades de sobrevivir cuando la gente se pasease rasc¨¢ndose y con la piel irritada, y tanto en las sesiones de fotos de modelos como en las reuniones de ejecutivos los participantes se rascaran sin cesar. Entonces, la pol¨ªtica y la sociedad se encontrar¨ªan ante una situaci¨®n del todo nueva en su relaci¨®n con los grandes peligros modernos. Y m¨¢s tarde nos dar¨ªamos cuenta en t¨¦rminos culturales sobre qu¨¦ estamos discutiendo y debatiendo.
Ulrich Beck es soci¨®logo y profesor de la Universidad de M¨²nich y la London School of Economics. Traducci¨®n de Mart¨ª Sampons.
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