El color de Obama nos reta a todos
El mestizaje que representa el candidato marca la v¨ªa para superar el racismo en todo el mundo - Su llegada a Europa nos acerca al fen¨®meno
Martin Luther King, el l¨ªder negro estadounidense, lanz¨® un reto al mundo en su c¨¦lebre discurso de 1963. "Yo tengo un sue?o", dijo y declar¨® su deseo de que un d¨ªa se juzgara a sus hijos "no por el color de su piel sino por el contenido de su car¨¢cter". King, asesinado en 1968, no pudo ver el sue?o hecho realidad. Su militancia a favor de los derechos civiles de los negros de su pa¨ªs logr¨® que se cambiaran las leyes, pero se han tenido que esperar 40 a?os m¨¢s para que el individuo con el que a veces se le compara, Barack Obama, cambiara los corazones. La pr¨®xima semana llega a Europa.
King, m¨¢s temido que admirado en su d¨ªa por sus compatriotas blancos, jam¨¢s habr¨ªa podido ser un candidato serio a la presidencia de Estados Unidos. Como tampoco lo fue uno que lo intent¨®, Jesse Jackson. El general Colin Powell, en cambio, peg¨® un salto cualitativo al ser nombrado presidente del estado mayor conjunto de las fuerzas armadas y despu¨¦s secretario de Estado, pero no se atrevi¨® a lanzarse a por la presidencia de su pa¨ªs. Obama, tras ganar la candidatura del partido dem¨®crata, es el favorito para ocupar la Casa Blanca a partir de enero del a?o que viene, un acontecimiento cuyo impacto sobre el eterno drama del racismo se sentir¨ªa del lado europeo del Atl¨¢ntico, y en todo el planeta.
No es casualidad que Powell haya sido el que le allan¨® el camino a Obama; que ambos hayan conquistado el desaf¨ªo de llegar a ser valorados m¨¢s por el contenido de su car¨¢cter que por el color de su piel. Los dos tienen una cosa en com¨²n que les distingue de King y de Jackson, y de la mayor¨ªa de los negros estadounidenses. No descienden de los esclavos arrancados de ?frica occidental entre los siglos XVII y XIX. Como la casi totalidad de los habitantes no negros de Estados Unidos, los padres de Obama y Powell fueron inmigrantes. Es decir, se instalaron en la tierra de la oportunidad de manera voluntaria, atra¨ªdos por la posibilidad de una vida mejor. De aqu¨ª nace aquel optimismo fresco, a veces ingenuo, que sigue definiendo al American Way of Life.
Los afroamericanos, como se autodenominan los descendientes de los esclavos, son otra cosa. El hecho de que padecen m¨¢s enfermedades card¨ªacas que cualquier otro grupo racial de Estados Unidos es uno de muchos indicios del estr¨¦s y la depresi¨®n y la baja autoestima que muchos sufren. Cargan con el peso de una historia que les diferencia radicalmente del resto de los estadounidenses.
Es el motivo del paralizante victimismo que a tantos asola, del que mucho se ha dicho y escrito, y del que varias figuras negras, como el famoso actor y c¨®mico Bill Cosby, les ha querido liberar. "Hablar todo el tiempo de lo que nos hace el hombre blanco act¨²a como un analg¨¦sico sobre nosotros", declar¨® Cosby en un discurso en Chicago en 2004. "Nos mantiene metidos dentro de un agujero, se?alando para arriba y gritando; ¨¦sa es la raz¨®n por la que estoy aqu¨ª. ?Hay que parar esto! Llega un momento, se?oras y se?ores, en el que hay que darle la vuelta al espejo".
El escritor y catedr¨¢tico negro Shelby Steele escribi¨® un libro hace casi 20 a?os titulado El contenido de nuestro car¨¢cter que sigue siendo uno de los cl¨¢sicos sobre las relaciones raciales en Estados Unidos. Steele habla de "la carga peligrosa" que representa la memoria hist¨®rica de la opresi¨®n y de la condici¨®n mental "defensiva y guerrera" que genera. "Cuando existe un enorme lago de memoria de esta naturaleza -y no se me ocurre ning¨²n grupo con una memoria colectiva del enemigo m¨¢s potente que los americanos negros- el movimiento hacia el pasado es tan irresistible que las oportunidades que uno tiene en el presente se vuelven invisibles".
Steele no niega que siga habiendo vestigios importantes de racismo en su pa¨ªs, pero dice que la memoria hist¨®rica los exagera, los hiperboliza; que en vez de ver al enemigo como "una abeja loca", se le ve como "un le¨®n feroz". Steele procede a acumular datos sobre los lamentables resultados escolares de los ni?os negros, recordando algo que sigue siendo verdad hoy y es que la poblaci¨®n afroamericana de Estados Unidos est¨¢ estancada en la pobreza, muy por debajo de la media econ¨®mica del pa¨ªs.
Sin embargo, y ¨¦ste es el dato llamativo, los ingresos medios de los inmigrantes negros y los de sus hijos -es decir, gente como Obama y Powell- est¨¢n muy por encima de los ingresos de los afroamericanos, seg¨²n el ¨²ltimo censo oficial hecho en Estados Unidos. La tendencia indica que la brecha se ampliar¨¢. En el terreno de la educaci¨®n, los inmigrantes llegados de ?frica conforman el grupo dominante de Estados Unidos; superan a los blancos y a las personas de origen asi¨¢tico e hispano en cuanto al porcentaje que ha terminado el colegio secundario.
Existe tambi¨¦n una enorme desproporci¨®n entre el porcentaje de afroamericanos y de inmigrantes africanos que logran entrar en las mejores universidades. La Universidad de Harvard ha estimado que dos tercios de sus estudiantes negros son de primera o segunda generaci¨®n africana: un dato elocuente dado que el total de la poblaci¨®n negra en Estados Unidos es de casi 40 millones, de los cuales apenas 600.000 son de origen inmigrante, como Obama, que por cierto estudi¨® en Harvard.
Lo que tambi¨¦n hacen estos datos es refutar de manera demoledora a los que proponen la teor¨ªa de la supuesta inferioridad intelectual de la gente de raza negra. Si existe un problema, evidentemente, tiene que ver no con la gen¨¦tica sino con otros factores, como por ejemplo la historia y la psicolog¨ªa.
Nada demuestra mejor la exagerada desconfianza entre las razas, la fricci¨®n racial existente en Estados Unidos, que el baj¨ªsimo n¨²mero de matrimonios entre negros y blancos. Hay abundantes estad¨ªsticas al respecto pero apenas son necesarias: se ve en un simple paseo por las calles de Nueva York o Washington, donde es rar¨ªsimo ver a una pareja mixta. Este reportero vio a dos durante una estancia de tres a?os y medio en la capital norteamericana, donde el 70% de la poblaci¨®n es negra, en los a?os noventa. En cambio, en tan s¨®lo media hora caminando por el centro de Londres o de Par¨ªs uno f¨¢cilmente ver¨¢ 10. Dado que la ¨²nica soluci¨®n real a largo plazo para acabar con el racismo es que las razas se mezclen y tengan hijos es llamativo una vez m¨¢s el contraste entre los americanos negros descendientes de los esclavos y los inmigrantes africanos. Entre los inmigrantes es cinco veces m¨¢s com¨²n casarse con una persona de raza blanca.
Pero lo m¨¢s llamativo de todo es que el ahora probable futuro presidente de la superpotencia sea el individuo que simbolice y ejemplifique los atributos m¨¢s necesarios para que la humanidad alg¨²n d¨ªa exilie la discriminaci¨®n racial. Triunfador por excelencia durante su carrera estudiantil, hijo de un inmigrante keniano y de una mujer blanca de Kansas, Obama ha cogido con las dos manos, sin un complejo a la vista, las oportunidades que abundan en su pa¨ªs.
Mucho hablan sus detractores de su falta de experiencia, de su magro curr¨ªculum para un hombre que pretende ser comandante en jefe del pa¨ªs m¨¢s poderoso de la tierra. Lo mismo se podr¨ªa haber dicho del otro gran modelo contempor¨¢neo de integraci¨®n racial, Nelson Mandela, cuyos 27 a?os en la c¨¢rcel no fueron necesariamente la mejor preparaci¨®n para gobernar un pa¨ªs. Pero poner todo el ¨¦nfasis en la experiencia pol¨ªtica, o econ¨®mica, significa perder de vista un valor incluso m¨¢s imprescindible en un gran l¨ªder en la era de la comunicaci¨®n instant¨¢nea global: su capacidad de inspirar. La imagen que proyecta un presidente de Estados Unidos se convierte en contenido real, tiene un impacto palpable en las mentes y en las acciones de millones de personas en todo el mundo.
El peri¨®dico The New York Times public¨® un art¨ªculo el pasado mes de junio en el que hablaba de las "grandes esperanzas" que el fen¨®meno Obama estaba despertando entre los negros de los barrios marginados de Francia. El mismo art¨ªculo se podr¨ªa haber publicado en cualquier otro pa¨ªs europeo. En Kenia rebosan de orgullo por los triunfos del hijo de Barack Obama, padre, nativo del pueblo Nyangoma-Kogelo. Y el orgullo se compartir¨¢ en todo un continente donde los ¨¦xitos de uno frente al resto del mundo (se percibe con m¨¢s frecuencia en los triunfos europeos de los jugadores africanos de f¨²tbol) se convierten en los ¨¦xitos de todos. Es dif¨ªcil predecir en qu¨¦ logros concretos se traducir¨¢ este orgullo, pero es dif¨ªcil que no surja algo bueno de una mayor autoestima colectiva. Lo mismo, y m¨¢s, se podr¨¢ decir de los afroamericanos, cuya rabia defensiva inevitablemente empezar¨¢ a evaporarse ante la inequ¨ªvoca prueba de que un negro puede llegar a lo m¨¢s alto en un pa¨ªs donde muchos se hab¨ªan convencido de que su raza representaba un impedimento insuperable para compartir la buena vida. Y en cuanto a los blancos del mundo, e incluso los asi¨¢ticos, ante la evidencia de un l¨ªder negro cuyas dotes intelectuales est¨¢n manifiestamente a la altura de cualquier pol¨ªtico del mundo, y bastante por encima de los del actual residente de la Casa Blanca, recibir¨¢n un mensaje inapelable, de consecuencias irreversibles: que el contenido del car¨¢cter de una persona nada tiene que ver con el color de su piel.
Las frases del candidato
- "Yo he tenido que aguantar que se me acuse de ser o demasiado negro o no lo suficientemente negro".- "Trabajando juntos podremos superar nuestras heridas raciales".- "El profundo error del reverendo Wright no fue que hablara del racismo en nuestra sociedad, sino que hablara como si nuestra sociedad a¨²n estuviera irrevocablemente vinculada a un pasado tr¨¢gico".- "La ira es real, es poderosa y el simplemente desear que desaparezca, el condenarla sin entender sus ra¨ªces, s¨®lo sirve para incrementar el abismo de falta de entendimiento que existe entre las razas".
Las caras del cambio
- COLIN POWELL. Fue el primer afroamericano en ser designado secretario de Estado, en 2001. Nacido en el barrio de Harlem, en Nueva York, en 1937, tambi¨¦n fue el primero -y hasta el momento ¨²nico- en servir como jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito de EE UU.- CONDOLEEZZA RICE. Sucedi¨® a Powell como secretaria de Estado en 2005, lo que la convierte en la segunda afroamericana y, a la vez, la segunda mujer en ocupar esta posici¨®n. Naci¨® en Alabama en 1954 y es doctora en Relaciones Internacionales.- CLARENCE THOMAS. Nacido en Georgia en 1948, es el segundo afroamericano en servir en el Tribunal Supremo de EE UU y uno de sus miembros m¨¢s conservadores. Nombrado por el padre del actual presidente, en 1991, se ha enfrentado a feroces cr¨ªticas de ONG que le acusan de oponerse a la lucha por los derechos civiles negros.
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