Modernidades propias
He le¨ªdo algo extraordinario: quien pasee por La Rambla con su tel¨¦fono m¨®vil de tecnolog¨ªa Bluetooth (la ¨²ltima moda) recibir¨¢ informaci¨®n tur¨ªstica y comercial sobre Barcelona. La iniciativa (78 millones de clientes potenciales, aseguran: ?tanta gente pasea por La Rambla con tanta necesidad de informaci¨®n adem¨¢s de hacer fotos y mirar el panorama?) cuenta con la bendici¨®n de Barcelona Activa, una meritoria empresa municipal (es decir, de los barceloneses, nuestra) que apoya la innovaci¨®n cueste lo que cueste, cosa bastante complicada de saber, pero ?a qui¨¦n le importa si todos estamos, por modernos y avanzados, a favor de la innovaci¨®n?
Las nuevas generaciones de catalanes viven en una enso?aci¨®n fastuosa: no es suficiente que La Rambla sea paseo tur¨ªstico, para¨ªso del mir¨®n digital, sino que ahora hay que convertirla en la Sagrada Familia de la conexi¨®n entre tecnolog¨ªa y comercio. Mirar el m¨®vil equivale a un paseo, ?gran idea pitufa! ?Business? Globalizaci¨®n, ciudad del conocimiento. ?Ah! Ya vimos, por cierto, hace pocos d¨ªas como la moderna sociedad civil catalana se ufanaba ante el s¨¢dico retrato que de s¨ª misma hace el mayor culebr¨®n de la historia aut¨®ctona: El cor de la ciutat deja sin habla por lo tontos y simplones que llegan a ser sus protagonistas y la nueva generaci¨®n de catalanes, hijos de TV-3, que les r¨ªe las gracias. Espectacular.
La chapuza campa a sus anchas por todos los rincones, est¨¦ticos y ¨¦ticos, de nuestra existencia
?Alguien habl¨® de crisis? Soportar tales aportaciones hechas con dinero p¨²blico indica que aqu¨ª habitan seres impert¨¦rritos, pase lo que pase. Gente con unas tragaderas monumentales. Quien hable del catal¨¤ emprenyat se equivoca: s¨®lo la autocomplacencia puede producir paseos tecnol¨®gicos en La Rambla o festejar como si fuera Hollywood -unos Jocs Florals televisivos- un culebr¨®n decr¨¦pito.
El contraste entre estos fastos y la real modernidad cotidiana es mucho m¨¢s aleccionador del car¨¢cter estoico de este pueblo. Les cuento, sucintamente, tres incidentes t¨¦cnico-tecnol¨®gicos de esta misma semana de los que soy testigo. Tras la (primera) revisi¨®n de la ITV obligatoria, mi coche (un eficiente utilitario) se averi¨® por primera vez en su vida: el protector de bajos qued¨® fuera de su sitio, con peligro para la rueda, y como consecuencia, el circuito refrigerante se desconect¨®. ?Conclusi¨®n? Una ma?ana en el taller, de donde hab¨ªa salido impoluto antes de pasar la ITV. Imposible reclamar nada.
?Es posible que un televisor nuevo se aver¨ªe cuatro veces seguidas en sus primeros dos meses de vida? No deber¨ªa ser as¨ª, pero sucede y la importante tienda donde se adquiri¨®, sin descuento alguno, no est¨¢ por el cambio del aparato. Sin apelaci¨®n. El tercer incidente es el secuestro del correo electr¨®nico e interrupci¨®n del servicio, sin previo aviso, del servidor (cuya empresa gasta millones en promoci¨®n y publicidad, naturalmente). La causa de este incidente es la obligatoriedad para el usuario de cambiar la direcci¨®n de correo: las compa?¨ªas mandan, los clientes obedecen. "El pan nuestro de cada d¨ªa", dicen veteranos internautas, "a tragar tocan o te conviertes en un experto en ordenadores". No todos tenemos esa vocaci¨®n, ?cierto? Adem¨¢s algunos todav¨ªa recordamos los tiempos de la inviolabilidad del correo. Hoy pueden secuestrar tu correo y todos comprenden: cosas de la tecnolog¨ªa. Esta peculiar versi¨®n aut¨®ctona de la modernidad tiene v¨ªa libre, manga ancha y propicia todos los delirios: el pasado no existe, olv¨ªdate de reclamar (salvo que mandes las culpas a Madrid) y menos para enfrentarte a la modernidad tecnol¨®gica que nos rodea.
La chapuza, por tanto, campa a sus anchas por todos los rincones, est¨¦ticos y ¨¦ticos, de nuestra existencia. La chapuza se oculta y, al tiempo, se exhibe sin pudor. ?Cu¨¢ntas interferencias en otros sistemas t¨¦cnicos causar¨¢ el proyecto de La Rambla? La avalancha de conexiones mata las conexiones, dicen los expertos. ?Sabr¨¢n con qui¨¦n contactan los adictos a la t¨¦cnica? Que los televisores nuevos no funcionen, la ITV aver¨ªe coches, los servidores dicten las normas y las compa?¨ªas secuestren el correo expresa, como m¨ªnimo, un delirante cruce de cables: ¨¦sta es la crisis. Impert¨¦rritos s¨ª, pero no todos tontos.
m.riviere17@yahoo.es
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