A vueltas con el crucifijo
En la toma de posesi¨®n de sus cargos celebrada en el palacio de la Zarzuela en presencia del Rey, los miembros del actual Gobierno de la Naci¨®n prometieron cumplir con las obligaciones de su cargo ante el s¨ªmbolo cristiano del crucifijo, que representa la ejecuci¨®n de Jes¨²s de Nazaret a manos de los poderes pol¨ªticos y religiosos de su tiempo. Pocos d¨ªas despu¨¦s se celebraba un funeral cat¨®lico de Estado por el fallecimiento del ex presidente del Gobierno Leopoldo Calvo-Sotelo en la catedral de la Almudena, oficiado por el arzobispo de Madrid, cardenal Rouco Varela, con la presencia de las m¨¢ximas autoridades del Estado.
Situaciones como ¨¦stas, m¨¢s propias de la Espa?a preconstitucional que del actual Estado no confesional, provocaron la justificada presentaci¨®n de dos proposiciones no de ley para la eliminaci¨®n de los s¨ªmbolos religiosos y para la revisi¨®n de los Acuerdos con la Santa Sede de 1979 por parte de los diputados de IU y del BNG, respectivamente. "El crucifijo est¨¢ de m¨¢s", dijo con contundencia el diputado y secretario del Grupo Parlamentario Socialista, Ram¨®n J¨¢uregui, durante el debate de ambas proposiciones. Tras tan radical declaraci¨®n, todo hac¨ªa pensar que el PSOE diera su apoyo a las mismas. Pero, no. Contra toda l¨®gica -pol¨ªtica, e incluso teol¨®gica-, vot¨® en contra, junto con Converg¨¨ncia i Uni¨® y el Partido Popular, a quien durante la legislatura anterior acus¨® insistentemente de haberse aliado con los sectores m¨¢s reaccionarios de la Iglesia cat¨®lica.
Los socialistas han vuelto a dar marcha atr¨¢s en la defensa del laicismo
Una pr¨¢ctica social laica requiere una legislaci¨®n igualmente laica
Ahora han sido los socialistas en pleno reunidos en su congreso quienes han rechazado, a petici¨®n del secretario general, Rodr¨ªguez Zapatero, la propuesta hecha por la direcci¨®n del partido a favor de la desaparici¨®n de la confesionalidad todav¨ªa hoy vigente en espacios y pr¨¢cticas de instituciones como los funerales de Estado, alegando, entre otras razones, que "la laicidad no tiene constituida una liturgia alternativa". Tambi¨¦n han echado abajo la iniciativa de la corriente Izquierda Socialista de revisar los Acuerdos de 1979 con la Santa Sede. ?En qu¨¦ queda entonces el tan publicitado compromiso de profundizar y avanzar en la laicidad del Estado? Las dos propuestas aprobadas en el congreso socialista casi por unanimidad constituyen un cambio de rumbo, vienen a desmentir el citado compromiso y dejan la palabra "laicidad" vac¨ªa de contenido. De nuevo, vuelve a hacerse realidad el viejo "?del dicho al hecho...!".
Cuatro son las reflexiones que me sugiere la actitud de los socialistas. La primera es de car¨¢cter teol¨®gico. Jurar o prometer los cargos p¨²blicos ante el crucifijo me parece una contradicci¨®n. La muerte de Jes¨²s de Nazaret en la cruz no respondi¨®a la voluntad de Dios, como frecuentemente han predicado las iglesias cristianas, sino que fue la aplicaci¨®n de una condena impuesta por las autoridades religiosas y pol¨ªticas por su afilada cr¨ªtica de la religi¨®n, su transgresi¨®n sistem¨¢tica de la ley, su permanente conflicto con el poder pol¨ªtico y su pr¨¢ctica liberadora, socialmente revolucionaria, pol¨ªticamente desestabilizadora del orden establecido, religiosamente subversiva y desacralizadora del poder.
Es necesario preservar el crucifijo, s¨ªmbolo de un cristianismo liberador y comprometido con los excluidos, de cualquier uso y abuso pol¨ªtico, manipulaci¨®n partidista y legitimaci¨®n del poder. Me parece un sarcasmo que quien fuera crucificado por blasfemo, heterodoxo y subversivo sirva de legitimaci¨®n de las actuaciones pol¨ªticas de quienes van a ejercer el poder. Es una contradicci¨®n en toda regla y una desnaturalizaci¨®n de la muerte de Jes¨²s de Nazaret. Los dirigentes eclesi¨¢sticos y los creyentes de las diferentes iglesias cristianas deber¨ªan ser los primeros en levantar la voz contra el uso y abuso del crucifijo en ceremonias de car¨¢cter pol¨ªtico y de reclamar su supresi¨®n en actos institucionales.
La segunda reflexi¨®n es de car¨¢cter jur¨ªdico y tiene que ver con la afirmaci¨®n de J¨¢uregui durante el debate citado m¨¢s arriba de que "la supresi¨®n de s¨ªmbolos religiosos en actos institucionales debe producirse como consecuencia de la pr¨¢ctica y la evoluci¨®n social y protocolaria, pero no mediante prohibiciones legales que no tienen sentido". La sociedad espa?ola es una sociedad secularizada que sabe separar perfectamente el plano pol¨ªtico del religioso, mejor que el Gobierno m¨¢s propenso a confundirlos, y no acepta f¨¢cilmente la confusi¨®n actualmente reinante al respecto.
?C¨®mo pueden calificarse de prohibici¨®n legal sin sentido una ley que establezca la retirada de los s¨ªmbolos religiosos en actos institucionales de tanta trascendencia como la toma de posesi¨®n de un Gobierno democr¨¢tico de un Estado pretendidamente no confesional y la renuncia a los funerales religiosos de Estado, cuando los propios socialistas apelan constantemente a los principios de laicidad, igualdad y neutralidad? Para que los cambios sean operativos en un Estado de derecho, deben materializarse en leyes. De lo contrario, se quedan en meras declaraciones de intenciones o en vaporosos sentimientos que se lleva el viento. Una pr¨¢ctica social laica requiere una legislaci¨®n igualmente laica. Las leyes han jugado un papel fundamental en las transformaciones producidas en nuestro pa¨ªs durante los ¨²ltimos 30 a?os.
Mi tercera reflexi¨®n tiene que ver con el cambio de lenguaje llevado a cabo por los socialistas. Han renunciado a utilizar la palabra "laicismo", definida por el Diccionario de la Real Academia, en su vig¨¦sima segunda edici¨®n, como "doctrina que defiende la independencia del hombre (sic) y de la sociedad, y m¨¢s particularmente del Estado, de cualquier organizaci¨®n o confesi¨®n religiosa", quiz¨¢s para no airar a los obispos, que la entienden err¨®neamente como persecuci¨®n contra la religi¨®n, y la han sustituido por "laicidad", que ni siquiera est¨¢ registrada en el citado diccionario. El cambio de lenguaje es ya en s¨ª sospechoso.
La cuarta reflexi¨®n es que la votaci¨®n del PSOE en contra de las proposiciones no de ley citadas y el rechazo de la supresi¨®n de funerales religiosos de Estado en su ¨²ltimo congreso reflejan desorientaci¨®n ideol¨®gica y miedo a la Iglesia cat¨®lica. Sorprende la coincidencia del PSOE con el PP cuando las posiciones en el tema religioso parecen tan diferentes. ?O acaso no lo son tanto? No se olvide que los dos partidos son contrarios a la revisi¨®n de dos textos que est¨¢n en la base de los actuales privilegios a la Iglesia cat¨®lica: el art¨ªculo 16,3 de la Constituci¨®n Espa?ola y los Acuerdos con la Santa Sede. ?sa es precisamente la posici¨®n del episcopado espa?ol y del Vaticano.
A favor de la revisi¨®n de los Acuerdos y de la reforma constitucional en materia religiosa se han pronunciado, empero, numerosos colectivos religiosos. Pero dudo que esas peticiones sean atendidas. En materia religiosa, los Gobiernos tienden a llegar a acuerdos con las c¨²pulas y con los sectores m¨¢s conservadores de las religiones. ?Asistiremos durante esta legislatura a la triple alianza PSOE-PP-Iglesia cat¨®lica en materia religiosa?
Es necesario llevar el laicismo -o, si se quiere, la laicidad- hasta las ¨²ltimas consecuencias. Para ello hay que eliminar todos los restos de te¨ªsmo pol¨ªtico -criticado tan certeramente por el te¨®logo Paul Tillich- que perviven incluso en los Estados no confesionales, y muy especialmente en el Estado espa?ol.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Desde la heterodoxia. Reflexiones sobre laicismo, pol¨ªtica y religi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.