Mediterr¨¢neo, 'd¨¦j¨¤ vu'
El empe?o de Nicolas Sarkozy por revolucionar las relaciones con nuestros vecinos del sur y del este del Mediterr¨¢neo se ha convertido en uno de los temas estrella de este a?o. A lo largo de estos ¨²ltimos meses se ha debatido mucho sobre las motivaciones del presidente franc¨¦s al lanzar esta iniciativa, sobre los puntos fuertes y d¨¦biles de su propuesta, y sobre qu¨¦ pa¨ªses acud¨ªan o se ausentaban de la cumbre celebrada en Par¨ªs el pasado domingo, 13 de julio.
A esa cumbre se lleg¨® con la intenci¨®n declarada de dar un nuevo aliento al Proceso de Barcelona, tan criticado al principio por el presidente franc¨¦s y tan defendido por la diplomacia espa?ola y alemana. Ahora ha llegado el momento de preguntarnos si se consigui¨® este objetivo, en otras palabras, si la cumbre fue un ¨¦xito.
La estructura institucional es la ¨²nica novedad de la cumbre de Par¨ªs
Lo fue en parte. Reunir a 43 l¨ªderes del espacio euromediterr¨¢neo constituye en s¨ª un ¨¦xito y un claro golpe de efecto. Sin embargo, el documento aprobado en la cumbre de Par¨ªs no va mucho m¨¢s lejos de lo que se ha venido adoptando en el marco del Proceso de Barcelona y, especialmente, de la declaraci¨®n fundacional de 1995. La declaraci¨®n de Par¨ªs no es ni m¨¢s ambiciosa ni m¨¢s detallada que la de Barcelona; simplemente, incorpora temas consolidados en a?os anteriores y a?ade alg¨²n aspecto nuevo en materia de flexibilidad y, sobre todo, de estructura institucional. Tal constataci¨®n no es una cr¨ªtica a lo conseguido en 2008 -seguramente, era dif¨ªcil avanzar m¨¢s-, pero s¨ª un elogioso reconocimiento de lo que se logr¨® en 1995.
Los seis proyectos en ¨¢mbitos como infraestructuras, educaci¨®n superior, medio ambiente, energ¨ªa, inversiones o protecci¨®n civil aprobados en Par¨ªs, tampoco suponen un salto cualitativo. Por un lado, porque algunos ya estaban en funcionamiento o se hubieran podido desarrollar en el marco tradicional del Proceso de Barcelona; por otro, porque no abordan aspectos mucho m¨¢s fundamentales para el desarrollo humano como la educaci¨®n primaria y secundaria, el desarrollo rural, la seguridad alimentaria o la sanidad.
Finalmente, tenemos la dimensi¨®n institucional. Ah¨ª s¨ª que se han producido algunos avances sustanciales, aunque pendientes de concreci¨®n en la conferencia de ministros de Asuntos Exteriores que se reunir¨¢ en Marsella el pr¨®ximo noviembre. Los cambios introducidos (cumbres regulares, secretariado, co-presidencia y comit¨¦ permanente de altos funcionarios) van en la direcci¨®n de alcanzar cuatro objetivos: m¨¢s visibilidad, m¨¢s impulso pol¨ªtico, m¨¢s igualdad entre norte y sur, y mayor agilidad en la toma de decisiones.
La puesta en marcha de estas estructuras no ser¨¢ sencilla -deber¨¢ vencer ego¨ªsmos nacionales y enemistades seculares-, pero supone un paso en la buena direcci¨®n. Con todo, tales innovaciones podr¨ªan haberse producido en el marco tradicional de Barcelona sin necesidad de cambiar el nombre del proyecto ni provocar el revuelo de estos meses.
As¨ª pues, el principal fruto del encuentro parisiense del pasado domingo no son ni la declaraci¨®n pol¨ªtica, ni la renovada estructura institucional, ni los seis proyectos. El principal ¨¦xito son los encuentros que esta cumbre propici¨® -entre los presidentes de Siria y el L¨ªbano, entre Abbas y Olmert- y, sobre todo, las negociaciones que de manera indirecta prosiguen Tel Aviv y Damasco. Una vez m¨¢s, se ha puesto de relieve que la principal contribuci¨®n del di¨¢logo euromediterr¨¢neo, tambi¨¦n en la etapa que ahora empieza, es reunir a enemigos a priori irreconciliables. En este punto, cabe reconocer la dedicaci¨®n y perseverancia de la diplomacia francesa, ayudada por el trabajo que Turqu¨ªa lleva haciendo por acercar posiciones entre sirios e israel¨ªes.
En suma, la cumbre de Par¨ªs tiene algo de d¨¦j¨¤ vu. Porque ni hay tantos cambios, ni los que se han realizado tendr¨¢n un impacto tan significativo. Porque se presentan como nuevos proyectos algunos que ya est¨¢n en marcha. Porque hay grandes declaraciones, pero sin compromisos financieros firmes. Y, sobre todo, porque el mayor ¨¦xito de la cumbre de Par¨ªs es lo que el Proceso de Barcelona viene cosechando desde su creaci¨®n: reunir de forma regular a Israel y a sus vecinos ¨¢rabes alrededor de una misma mesa. Aunque sin duda el particular estilo de Sarkozy y la grandeur de la diplomacia francesa han conferido a esta cumbre un lustre especial.
Cabe esperar que en los pr¨®ximos meses no se produzca otro d¨¦j¨¤ vu. Es decir, que tal y como sucedi¨® en 1995, el entusiasmo inicial venga seguido de la frustraci¨®n. En esta ocasi¨®n, ser¨ªa especialmente grave, porque el revuelo causado por Sarkozy ha hecho que las expectativas generadas en ambas orillas del Mediterr¨¢neo sean hoy m¨¢s elevadas todav¨ªa. Para romper ese c¨ªrculo vicioso necesitaremos voluntad pol¨ªtica, creatividad y generosidad.
En 2010 se celebrar¨¢n 15 a?os de la primera conferencia euromediterr¨¢nea de Barcelona y Espa?a asumir¨¢ la presidencia de la UE. Qu¨¦ mejor oportunidad para que nuestro pa¨ªs recupere protagonismo y capacidad de propuesta, para que se aprueben proyectos que incidan en el desarrollo humano y para que se consolide la estructura institucional que se ha adoptado en Par¨ªs.
Eduard Soler i Lecha es coordinador del Programa Mediterr¨¢neo de la Fundaci¨®n CIDOB.
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