John van Kesteren, tenor l¨ªrico holand¨¦s
Trabaj¨® como ingeniero electr¨®nico antes de alcanzar la fama por el extremo registro de sus agudos
El salto a la fama del tenor holand¨¦s John van Kesteren, fallecido en su residencia estadounidense de J¨²piter (Florida) a los 87 a?os, no desentonar¨ªa en los concursos que buscan hoy estrellas an¨®nimas de la m¨²sica. Siempre le gust¨® cantar y sospechaba que su voz, con un registro extremo en los agudos, era bastante buena.
Pero su juventud transcurri¨® durante la II Guerra Mundial, y cuando debut¨® en su tierra en 1942, pensar en ganarse as¨ª la vida parec¨ªa ilusorio. As¨ª que mantuvo su empleo de ingeniero electr¨®nico en la compa?¨ªa telef¨®nica nacional, y se lanz¨® a la escena como aficionado con una opereta francesa titulada Las campanas de Corneville. Cuatro a?os despu¨¦s ya estaba estudiando en el Real Conservatorio de La Haya con el bajo Willem Ravelli. Luego har¨ªa otro tanto en la ?pera de Viena.
Su paso del g¨¦nero ligero a la ¨®pera se produjo en 1947 con un papel muy apropiado: fue el cantante italiano de El Caballero de la Rosa, del compositor alem¨¢n Richard Strauss. En 1949 le llegar¨ªa la segunda gran oportunidad al requerirle el director de orquesta austriaco Enrich Kleiber para un montaje de Trist¨¢n e Isolda. Preparado por la Sociedad Wagneriana de ?msterdam, el encuentro podr¨ªa parecer algo provinciano, pero Kleiber era ya un maestro de fama internacional. La soprano elegida ser¨ªa, adem¨¢s, la legendaria noruega Kirsten Flagstad, considerada como la mejor int¨¦rprete de la obra de Wagner del siglo XX. En 1959 acept¨® una invitaci¨®n del Teatro Nacional Alem¨¢n y acab¨® residiendo 17 a?os en M¨²nich.
A pesar de su ¨¦xito creciente, Van Kesteren s¨®lo abandon¨® la telef¨®nica holandesa cuando vio que le contrataban desde Tokio a Melbourne y pod¨ªa dedicarse a los papeles l¨ªricos m¨¢s dif¨ªciles de su tesitura vocal. Cant¨® a Rossini y Rameau, volvi¨® a Richard Strauss y entabl¨® una larga amistad con el alem¨¢n Carl Orff. Para este ¨²ltimo interpret¨® en escena, y en 1975 en el cine bajo la batuta de Ricardo Muti, la famosa cantata esc¨¦nica Carmina Burana.
Sin embargo, la verdadera especializaci¨®n del tenor holand¨¦s estaba por llegar. Casi sin notarlo, se convirti¨® en el Juan Evangelista m¨¢s se?ero de la Pasi¨®n seg¨²n San Mateo, de Juan Sebastian Bach. No s¨®lo cant¨® el papel casi medio millar de veces sino tambi¨¦n fue el primero en llevar la obra a Mosc¨².
Con una voz todav¨ªa hermosa pasado su 80 aniversario, dedic¨® sus ¨²ltimos a?os a ayudar a los necesitados y a promocionar talentos vocales en Estados Unidos.
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