?Y ahora qu¨¦?
La vi?eta de Peridis en la edici¨®n de El Pa¨ªs Domingo ¨²ltima, titulada La tormenta perfecta, reflejaba al mil¨ªmetro la percepci¨®n que tienen muchos espa?oles sobre la situaci¨®n econ¨®mica. En medio de un cielo tenebroso y un mar encrespado, mostraba a Zapatero encima de su columna y sobre las espaldas del mago Solbes, mientras ¨¦ste dec¨ªa: "Lo peor no es que haya crisis. Lo peor es que vamos a la deriva".
La sensaci¨®n de estar sin rumbo en medio de una fuerte tormenta econ¨®mica y de que el Gobierno no sabe manejar el tim¨®n quedaba reflejada de forma cuantitativa en la encuesta de opini¨®n que public¨® este diario hace una semana. M¨¢s del 63% considera que el Gobierno no sabe qu¨¦ hacer frente a la crisis. Era algo previsible.
La sequ¨ªa de cr¨¦dito es un hecho nuevo. Eso provocar¨¢ m¨¢s quiebras y una crisis econ¨®mica e inmobiliaria m¨¢s larga
?Y ahora qu¨¦? ?Cu¨¢nto se prolongar¨¢ la crisis? ?Qu¨¦ hacer para reducir su duraci¨®n y sus efectos? La econom¨ªa no es una ciencia exacta ni, mucho menos, magia, pero algo puede decir sobre las condiciones que ayudan a disminuir el periodo de crisis y su intensidad.
Como bien saben los m¨¦dicos, la primera condici¨®n para curarse es reconocer que se est¨¢ enfermo. En este sentido, la convocatoria que el presidente del Gobierno ha hecho a un grupo de responsables de servicios de estudios parece indicar que comienza a enfrentarse a la realidad. La segunda condici¨®n que favorece la actitud positiva y la esperanza de cura es dar una idea aproximada de cu¨¢nto puede durar la enfermedad. La tercera es poner los medios.
Los economistas no tenemos esa bola m¨¢gica con que Peridis dibuja con frecuencia a Solbes y a la cual preguntar cu¨¢nto durar¨¢ la crisis. Pero aun as¨ª conviene ensayar una respuesta tentativa, porque ayuda a calmar la angustia que siempre produce lo desconocido y alimenta la esperanza.
Quiz¨¢ es por ese valor terap¨¦utico, o sencillamente porque alguna respuesta ten¨ªa que dar a la angustiosa pregunta de sus clientes, el presidente de una conocida instituci¨®n financiera catalana se ha atrevido a hacer un pron¨®stico utilizando esta serie de n¨²meros: 1, 2 y 4. Un a?o de crisis financiera; es decir, de dificultades para encontrar cr¨¦dito. Dos a?os de crisis econ¨®mica, de estancamiento del crecimiento y ca¨ªda del empleo. Y cuatro a?os de crisis inmobiliaria, de par¨®n de la construcci¨®n residencial.
Puede ser. Pero hay que estar preparado por si la serie es 2, 4 y 8. El motivo es que, tras m¨¢s de una d¨¦cada de dinero abundante y muy barato, durante el cual bancos y cajas financiaban sin mirar el riesgo, el endeudamiento de las familias y de las empresas es muy elevado. Digerir ese exceso siempre ser¨ªa largo y doloroso, pero ahora lo va a ser m¨¢s. La raz¨®n es la sequ¨ªa de cr¨¦dito que se ha producido a ra¨ªz de la crisis de las hipotecas sub prime, o hipotecas basura, norteamericanas.
La sequ¨ªa de cr¨¦dito es un hecho nuevo, s¨®lo conocido por los octogenarios o en los manuales de econom¨ªa. En las crisis anteriores el cr¨¦dito se hac¨ªa m¨¢s caro, pero no desaparec¨ªa. Pero ahora la banca y las cajas no dan cr¨¦dito, y si lo dan lo hacen de forma muy selectiva. Esto har¨¢ inevitable que las quiebras sean m¨¢s numerosas, y que las crisis econ¨®mica e inmobiliaria duren m¨¢s.
Pero conviene recordar que la duraci¨®n e intensidad no est¨¢ predeterminada fatalmente. Depender¨¢ tambi¨¦n de lo que hagan el Gobierno, los empresarios, los trabajadores y otros actores.
Por tanto, ?qu¨¦ decir sobre los remedios? La tentaci¨®n de dar consejos es algo que un economista debe controlar. Lo record¨¦ la semana pasada en la presentaci¨®n del Anuario Sociolaboral de la UGT de Catalu?a, publicaci¨®n con informaci¨®n valiosa sobre nuestra realidad sociolaboral. En todo caso, consejos pocos, y s¨®lo cuando te los pagan. No por mercantilismo, sino porque con los a?os he aprendido que cuanto m¨¢s paga un cliente por un consejo m¨¢s lo valora, aunque en muchos casos no sea sino una ocurrencia.
En cualquier caso, y sin entrar a recomendar medidas concretas, s¨ª creo que se puede decir algo acerca de cu¨¢les deber¨ªan ser las l¨ªneas generales de la pol¨ªtica econ¨®mica a corto y largo plazo frente a la crisis.
A corto plazo, hay que evitar que los comportamientos de las empresas, los trabajadores y el Gobierno alarguen e intensifiquen la crisis. Por un lado, hay que evitar que el incremento de precios del petr¨®leo se transforme en una inflaci¨®n con todas las de la ley, porque a?adir¨ªa una carga adicional sobre los m¨¢s d¨¦biles, ya de por s¨ª afectados por la ca¨ªda del empleo y las elevaciones de los tipos de inter¨¦s. Eso exige moderaci¨®n de rentas -salarios, sueldos y beneficios repartidos-, que debe hacerse compatible con el aumento de los ingresos de los trabajadores de menores salarios. Por otra parte, es necesaria una intensificaci¨®n de la competencia en los servicios, que es donde est¨¢n las presiones inflacionistas.
A la vez que se lleva a cabo esta pol¨ªtica de corto plazo, el Gobierno debe fomentar la modernizaci¨®n a largo plazo de nuestra econom¨ªa, a trav¨¦s del cambio de especializaci¨®n productiva. Esto es algo esencial si queremos aumentar la productividad y mejorar la competitividad de las empresas, y generar empleo de calidad y de mayores salarios. Por s¨ª solos, los mercados, por muy bien que funcionen, no podr¨¢n conseguir esos cambios. Se necesitan nuevas instituciones que faciliten la colaboraci¨®n de las empresas, los trabajadores y el Gobierno para esta modernizaci¨®n.
La habilidad del Gobierno para combinar el corto y el largo plazo ser¨¢ esencial para lograr el apoyo social. Sin una perspectiva de mejora a largo plazo es dif¨ªcil lograr que se acepten sacrificios a corto. Lo que se espera del Gobierno es habilidad para lograrlo.
En el oto?o habr¨¢ ocasi¨®n de comprobarlo y poder decir si es cierto en este caso aquello de que no hay mal que por bien no venga. Mientras, buen verano.
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