?Adi¨®s a la crispaci¨®n?
Acuerdo hist¨®rico en pol¨ªtica antiterrorista; desencuentro total sobre la crisis econ¨®mica
El encuentro entre Zapatero y Rajoy ayer en La Moncloa, m¨¢s all¨¢ de los acuerdos y desacuerdos, constituye en s¨ª mismo una excelente noticia desde la normalidad que debe presidir las relaciones entre el Gobierno y la oposici¨®n. Lo anormal es lo sucedido en la anterior legislatura, con la ruptura casi total de las v¨ªas de comunicaci¨®n, la desconfianza mutua a flor de piel y el hostigamiento como sistema. Y de todos los temas tratados hay que destacar, por encima de todo, la coincidencia total alcanzada en pol¨ªtica antiterrorista, algo impensable hace unos meses.
No es el comienzo de una gran amistad entre el presidente del Gobierno y el jefe de la oposici¨®n, algo por lo dem¨¢s pol¨ªticamente irrelevante y que no ser¨ªa cre¨ªble tras los hirientes y despectivos calificativos con que Rajoy ha solido dirigirse a Zapatero. Pero s¨ª cabe esperar que el encuentro sea el inicio de un nuevo clima pol¨ªtico, que al menos evite trasladar a la sociedad la crispaci¨®n y la exacerbaci¨®n de la lucha partidaria. ?se es el reto de ambos dirigentes, sobre todo de Rajoy. Que lo consiga depender¨¢ de su capacidad para actuar con autonom¨ªa frente a los grupos y personajes medi¨¢ticos que en la anterior legislatura marcaron en buena medida la agenda pol¨ªtica de su partido y que en la actual han intentado desplazarle como candidato y sustituirle por otro m¨¢s d¨®cil a sus consignas.
No es sorprendente el acuerdo, salvo en algunos puntos, en materia de justicia, ni el desencuentro tambi¨¦n total sobre las recetas aplicables a la crisis econ¨®mica. El acercamiento sobre pol¨ªtica antiterrorista viene favorecido por el fracaso del llamado proceso de paz y la revalorizaci¨®n consiguiente de los instrumentos ordinarios del Estado de derecho para acabar con el terrorismo. Pero va m¨¢s all¨¢: establece mecanismos permanentes de consulta e informaci¨®n entre el Gobierno y el PP y descarta expl¨ªcitamente las v¨ªas pol¨ªticas para acabar con ETA. Es importante tambi¨¦n como muestra del nuevo entendimiento que se refuerce la protecci¨®n de las v¨ªctimas y se propongan medidas legales para preservarlas de la humillaci¨®n de placas con nombres de terroristas en las v¨ªas p¨²blicas o de la presencia cercana de antiguos victimarios.
Es llamativo, por no decir escandaloso, que ni Zapatero ni Rajoy hayan hecho la m¨¢s m¨ªnima reflexi¨®n autocr¨ªtica sobre el retraso acumulado en la renovaci¨®n del Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional. Rajoy ha pasado de puntillas sobre el tema, cuando le hubiera correspondido a su partido dar alguna explicaci¨®n a los ciudadanos sobre su especial responsabilidad en el retraso. Zapatero y Rajoy han vuelto a hablar de modernizar y agilizar la justicia, pero parecen olvidar que del buen funcionamiento de esas instituciones depende en buena medida la eficacia de no pocas de las medidas acordadas ahora, como son la informatizaci¨®n total del sistema judicial y la ampliaci¨®n de los juicios r¨¢pidos, e incluso la aplicaci¨®n correcta de la nueva legislaci¨®n sobre los delitos sexuales, en especial la pederastia.
El desencuentro sobre la crisis econ¨®mica estaba cantado. Es el terreno donde se van a dirimir las pol¨ªticas y los votos y sobre el que el PSOE y el PP tienen modelos, si no contrapuestos, diferenciados, independientemente de que se les califique de izquierdas o de derechas. Zapatero hace del mantenimiento del gasto social -salarios p¨²blicos, salario m¨ªnimo, pensiones y dotaci¨®n presupuestaria a la Ley de Dependencia- la clave de su pol¨ªtica, mientras que Rajoy augura una dif¨ªcil salida de la crisis si no hay una clara contenci¨®n del gasto p¨²blico y un plan de recorte de impuestos. Tan profundas diferencias hacen inviable un pacto contra la crisis que, adem¨¢s, tampoco es estrictamente necesario.
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