La rebeli¨®n de las 'provincias'
Contempl¨¦ por televisi¨®n la cara de contenido asombro -s¨®lo perceptible en la mirada- con que Ana Mato aguant¨® imp¨¢vida el abucheo que le propin¨® parte de los asistentes al reciente congreso del Partido Popular de Catalu?a. Los hechos son sabidos. Se hab¨ªan presentado tres candidaturas a la presidencia del partido y, tras un intento fallido de impulsar una candidatura de unidad, la direcci¨®n central madrile?a impuso otra distinta. As¨ª las cosas, cuando Ana Mato anunci¨® esta salida, la respuesta de muchos asistentes al congreso fue una bronca pura y dura. Bronca de la que participaron luego Mar¨ªa Dolores de Cospedal y Javier Arenas.
Mi sorpresa fue absoluta, pero no por la bronca, sino por haber dado pie a ella. Porque, ?c¨®mo es posible, me dije, que gente con talento pueda cometer un error tan burdo?, ?en qu¨¦ cabeza cabe imponer en Catalu?a una decisi¨®n tomada en Madrid sin contar con los catalanes? Parece evidente, por lo visto, que resulta dif¨ªcil superar los atavismos; pero dos hechos son ya inocultables: para empezar, el debate pol¨ªtico esencial gira hoy, en Espa?a, en torno a la dial¨¦ctica centro-periferia, y segundo, que el sistema de partidos catal¨¢n es -con la sola excepci¨®n del PP- un sistema de partidos aut¨®nomo. Ve¨¢moslo.
La dial¨¦ctica pol¨ªtica ya no gira en torno al eje derecha-izquierda, sino al centro-periferia
La dial¨¦ctica centro-periferia viene impuesta por la fuerza de las cosas desde que el Estado Auton¨®mico ha hecho posible lo que Ortega bautiz¨® como "la redenci¨®n de las provincias", es decir, el logro de una progresiva homogeneizaci¨®n social y econ¨®mica de Espa?a. A consecuencia de este cambio socioecon¨®mico, as¨ª como de la correlativa formaci¨®n de n¨²cleos de intereses locales, ligados a sus respectivos poderes auton¨®micos con relaciones m¨¢s o menos clientelares, la dial¨¦ctica pol¨ªtica en Espa?a no girar¨¢, a partir de ahora, en torno al eje derecha-izquierda, ni tampoco alrededor de la confrontaci¨®n entre el nacionalismo espa?ol y los nacionalismos catal¨¢n y vasco, sino que se polarizar¨¢ en la dial¨¦ctica entre dos n¨²cleos de poder: el centro -el "Gran Madrid"- y la periferia -Catalu?a, Valencia, Murcia, Andaluc¨ªa, Galicia y el Pa¨ªs Vasco-, comunidades a las que pueden unirse Baleares y Canarias. Esta confrontaci¨®n ha comenzado a producirse ya en el seno de los dos grandes partidos. As¨ª, la reciente refriega congresual del PP en Catalu?a es una primera escaramuza. Y, por lo que hace al PSOE y el PSC, habr¨¢ que seguir sus negociaciones en materia de financiaci¨®n, cuyo t¨¦rmino est¨¢ fijado para el pr¨®ximo 9 de agosto, pues aun cuando el reciente congreso socialista ha discurrido con la unanimidad gozosa propia de los partidos que levitan gracias al disfrute del poder, no son coincidentes, en ¨¦sta y en otras materias, los intereses de los socialistas catalanes y los del PSOE. Lo que nos lleva a examinar el segundo hecho antes apuntado: el car¨¢cter aut¨®nomo del sistema de partidos catal¨¢n.
Debatir si Catalu?a es o no una naci¨®n, constituye un ejercicio nominalista est¨¦ril. Ahora bien, lo que no puede negarse, por ser un hecho, es que Catalu?a es una comunidad con conciencia clara de poseer una personalidad hist¨®rica diferenciada, as¨ª como con una voluntad decidida de proyectar esta personalidad hacia el futuro en forma de autogobierno. De no ser as¨ª, Catalu?a no hubiese subsistido tal y como es hoy, a comienzos del siglo XXI. Y ha sido esta personalidad diferenciada de Catalu?a la que ha marcado siempre a los partidos nacionalistas -CiU y Esquerra- y ha conformado progresivamente a los dem¨¢s -como el PSC-, de modo que, en la actualidad y con la sola excepci¨®n del PP, el sistema de partidos de Catalu?a es aut¨®nomo del espa?ol.
Este hecho trascendente acarrea, dos consecuencias: primera, que la acci¨®n de los partidos catalanes est¨¢ guiada, en primer lugar, por el inter¨¦s exclusivo de Catalu?a, y segundo, que, desde esta perspectiva, el ¨²nico marco jur¨ªdico capaz de ahormar la relaci¨®n entre Espa?a y Catalu?a es la relaci¨®n bilateral. Si alguien -socialista o no- piensa que esto no puede predicarse del PSC, m¨¢xime despu¨¦s de acceder al control del partido los capitanes procedentes de la inmigraci¨®n, se enga?a: el catalanismo de los intereses, distinto del identitario, vertebra su ideario y su acci¨®n de forma irrevocable. Y, por ¨²ltimo, la fuerza de este catalanismo es tan grande, que incluso al PP le es imposible eludir un m¨ªnimo com¨²n denominador catalanista, que, tras los sucesos de estos d¨ªas, ir¨¢ a m¨¢s.
Concluido el ¨²ltimo congreso del PP en Valencia con la consolidaci¨®n de Mariano Rajoy, un columnista madrile?o escribi¨® que hab¨ªan ganado los abogados y las provincias. No discutamos el nombre -provincias- y admitamos el hecho, si bien matizando su significado: no es que ganasen las provincias, sino que ¨¦stas se rebelaron y ya nada ser¨¢ igual.
A partir de ahora, mandar¨¢n en la Pen¨ªnsula quienes acierten a tejer alianzas, tanto desde el centro como desde la periferia.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol, notario, es miembro de Ciutadans pel Canvi.
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