De julio a septiembre (1)
Para todos los espa?oles nacidos despu¨¦s de diciembre de 1960, la Constituci¨®n espa?ola de 1978 es una herencia, una norma recibida en cuya elaboraci¨®n y aprobaci¨®n no participaron. En democracia, la ¨²nica raz¨®n de ser de la obediencia a las leyes y de la pertenencia a la comunidad consiste en haber legislado directamente o por medio de representantes libremente elegidos. La edad m¨ªnima, en la actualidad, de quienes pudieron expresar su opini¨®n en el refer¨¦ndum constitucional es de 48 a?os. Aunque el envejecimiento de la poblaci¨®n en los pa¨ªses desarrollados sea una tendencia generalizada y dif¨ªcilmente reversible, esa edad ya no se corresponde con la juventud; de hecho, como han se?alado repetidamente los soci¨®logos, la tendencia al envejecimiento de la poblaci¨®n se solapa con el temor individual a la vejez. La poblaci¨®n envejece, pero los individuos no quieren asumir el paso del tiempo. Esa resistencia, en t¨¦rminos pol¨ªticos, es fat¨ªdica: impide que haya una madurez impersonal, institucional o colectiva, un sano sentido com¨²n para la oportunidad de las cosas. En la Rep¨²blica de Weimar, el miedo de los partidarios de la Constituci¨®n a la sucesi¨®n -la falta de sabidur¨ªa para dejar el poder- favoreci¨® que juventudes sin educaci¨®n pol¨ªtica acabaran tom¨¢ndolo al asalto.
La primera lecci¨®n del 37? Congreso Federal del Partido Socialista Obrero Espa?ol es que hay un tiempo de la vida constitucional que se ha acabado o que est¨¢ a punto de acabarse: en el momento en que la pir¨¢mide de la poblaci¨®n empiece a apoyarse en una base social que, al menos, querr¨ªa tener la oportunidad de expresar su opini¨®n sobre los fundamentos de la vida en com¨²n y de elevar esa opini¨®n a conocimiento. Georg Jellinek llam¨® a ese momento el momento de la reforma constitucional que se produce gracias a la fe en el poder creador y consciente del esfuerzo humano. Si no se reforman, las constituciones mutan, pero entonces pierden su car¨¢cter deliberativo. La elecci¨®n de Leire Paj¨ªn como secretaria de organizaci¨®n de los socialistas tiene un profundo sentido reformista. Es un cargo interno cuya trascendencia pol¨ªtica, sin embargo, obliga a pensar en la funci¨®n de los partidos pol¨ªticos en una democracia constitucional. La funci¨®n de los partidos pol¨ªticos en una democracia consiste en ser el instrumento fundamental que permita la sucesi¨®n generacional sin que haya una fractura en la sociedad. Cualquier otra funci¨®n que asignemos a los partidos pol¨ªticos es secundaria. Un partido pol¨ªtico encaja en una democracia con una delicadeza pedag¨®gica de la que depende su propia existencia y la de la propia democracia.
La lecci¨®n socialista tiene que ser transmitida despacio y con buena letra, en parte porque de lo que se trata es de volver a escribir, o de ense?ar y aprender a leer, el texto constitucional -de reformarlo y mejorarlo en la medida de lo posible, y no s¨®lo de adaptarlo a los tiempos que corren-, y en parte porque el esp¨ªritu, como el viento, sopla donde quiere. En la Comunidad Valenciana esa lecci¨®n llega, para algunos, como el viento de poniente en verano, seco, c¨¢lido y asfixiante; para quien no entienda que no se trata del esp¨ªritu, sino de la letra, ser¨¢ dif¨ªcil de soportar. Pero la situaci¨®n es esta: una poblaci¨®n que envejece y una juventud a la que hay que educar para la ciudadan¨ªa, es decir, para la pol¨ªtica, en una sociedad que necesita cada vez m¨¢s, y no s¨®lo con una perspectiva laboral, de los inmigrantes para renovarse; un Gobierno -el de la Generalitat valenciana- que ha hecho de la inercia y de la superficialidad su raz¨®n de ser, y un partido socialista -el partido de los socialistas valencianos- que tiene que renovarse o morir. En la Comunidad Valenciana, la reforma constitucional significa, en primer lugar, la plena aceptaci¨®n del car¨¢cter auton¨®mico de la comunidad.
?Se renovar¨¢n o morir¨¢n los socialistas valencianos? Un alto cargo de la Generalitat valenciana se ufanaba, en la ¨²ltima noche electoral auton¨®mica, de haber acabado con el Partido Socialista. No le faltaban razones para ufanarse. El Partido Popular ha sabido apropiarse de buena parte del discurso de los socialistas valencianos: el discurso del PSPV. La celebraci¨®n del a?o de Jaime I y la edici¨®n del Llibre del Repartiment como "se?a de identidad de todos los valencianos", en palabras del presidente Camps, asumen a la perfecci¨®n una propensi¨®n identitaria que es intr¨ªnsecamente conservadora y, en una ¨¦poca como la nuestra -desgarrada por el fen¨®meno masivo del desplazamiento involuntario y violento de millones de seres humanos-, profundamente reaccionaria. Las se?as de identidad de los valencianos en el siglo XXI no pueden reconocerse en ese reparto del bot¨ªn. En t¨¦rminos de actualidad, la identidad de los valencianos no puede apoyarse en una interpretaci¨®n insolidaria de las balanzas fiscales. Cualquier identidad colectiva, en democracia, s¨®lo puede ser el resultado de la libre asociaci¨®n.
La libre asociaci¨®n es la verdadera se?a de identidad de los socialistas valencianos. El Partido Popular puede asumir sin riesgos el discurso del PSPV. No puede hacer lo mismo con el discurso socialista. Los socialistas valencianos son socialistas. La primera exigencia pol¨ªtica es siempre una exigencia de la comunidad, una comunidad de seres vivos. Los muertos -escribi¨® Thomas Jefferson- no tienen derechos, y los vivos los tienen a condici¨®n de que los ejerzan como una obligaci¨®n contra¨ªda con los que a¨²n no han nacido, vengan de donde vengan. ?sa ha sido siempre la perspectiva socialista, atenta a un mundo mejor que est¨¢ por venir y en el que vivir¨¢n otros. Socialista es quien trabaja para que ese mundo sea mejor. Hay tambi¨¦n una pol¨ªtica sin fronteras.
Josep Maria ?ngel Batalla es alcalde de L'Eliana. Antonio Lastra codirige La Torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales.
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