Cuando vuelan los adoquines
A los s¨ªmbolos les pasa lo que a los adoquines, dec¨ªa V¨ªctor Hugo. Uno camina sobre ellos felizmente hasta que te caen sobre la cabeza. La posici¨®n de la Generalitat de Catalu?a respecto a la nueva financiaci¨®n auton¨®mica se ajusta bastante bien, por ahora, a esta ir¨®nica visi¨®n. M¨¢s que preocuparse por los n¨²meros (?cu¨¢nto dinero de m¨¢s supone realmente la nueva y mayor cesi¨®n de impuestos estatales que propone el ministro de Hacienda?), da la impresi¨®n de que la Generalitat de Jos¨¦ Montilla est¨¢ obsesionada por los s¨ªmbolos. Y por encima de todos, por la exigencia de bilateralidad, como lo estuvo la de Maragall.
El ansia de que entre Catalu?a y el Estado existan relaciones peculiares, distintas y privativas es una exigencia antigua de los nacionalismos, asumida ahora por los socialistas catalanes, casi como la mayor de sus ambiciones. Aparentemente no se trata s¨®lo de reclamar lo que se considera justo y lo que se necesita para el desarrollo y el bienestar de sus ciudadanos, sino de establecer una n¨ªtida diferencia, una asimetr¨ªa sistem¨¢tica en sus relaciones con el Estado central, respecto a las otras comunidades.
Hay unas autonom¨ªas que quieren diferenciarse y otras, la gran mayor¨ªa, que quieren ser iguales
El problema es que cualquiera que analice la historia de las comunidades aut¨®nomas en Espa?a sabe que se trata, y que se ha tratado desde el principio, de una lucha entre unas pocas que quieren diferenciarse a toda costa y otras, la mayor¨ªa, que quieren ser iguales, con id¨¦ntico empe?o. La lucha es permanente y sin soluci¨®n posible, pero, afortunadamente, no est¨¢ escrito en ninguna parte que las cosas sin soluci¨®n tengan necesariamente que ser, adem¨¢s, dram¨¢ticas.
La novedad en el caso espa?ol es que en esta ocasi¨®n la exigencia de bilateralidad se remite al Estatuto catal¨¢n y a su eventual incumplimiento por parte del Estado. Es cierto que el art¨ªculo 201.3 del nuevo Estatuto dice que el desarrollo de lo relacionado con la Hacienda de la Generalitat "corresponde a la Comisi¨®n Mixta de Asuntos Econ¨®micos y Fiscales Estado-Generalitat". Pero tambi¨¦n que el punto primero de ese mismo art¨ªculo dice que "las relaciones de orden tributario y financiero entre el Estado y la Generalitat se regulan por la Constituci¨®n, el presente Estatuto y la Ley Org¨¢nica prevista en el art¨ªculo 157 de la Constituci¨®n", es decir, por la ley que establece un ¨®rgano multilateral de negociaci¨®n.
Nadie dir¨¢ ahora que no ten¨ªan raz¨®n quienes advirtieron en su d¨ªa de que el texto del Estatut conten¨ªa demasiadas contradicciones y de que iba a dar origen a multitud de disputas. Esto no ha hecho m¨¢s que empezar y es muy probable que las discordancias se mantengan durante bastantes a?os, hasta que exista suficiente jurisprudencia interpretativa del Tribunal Constitucional. (?Momento en el que, quiz¨¢s, se empiece a pensar en un nuevo Estatuto?).
La cuesti¨®n ahora es que, como dec¨ªan los juristas romanos, no se pueden hacer las cosas imposibles. El sistema de financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas en Espa?a es multilateral. Una cosa es que el Gobierno hable, negocie y discuta con la Generalitat (y con los Gobiernos aut¨®nomos de los dem¨¢s territorios) de forma bilateral, como siempre se ha hecho, y otra que lo que se hable con la Generalitat catalana no tenga que formar parte del acuerdo multilateral previsto en la Constituci¨®n.
Sobre eso no parece que realmente existan muchas dudas ni interpretaciones, as¨ª que lo m¨¢s probable es que finalmente impere la sensatez, por mucho que ahora todo el mundo parezca tirar de la cuerda sin l¨ªmite. (?Nadie le advirti¨® a Montilla de que su comentada frase "te queremos, Jos¨¦ Luis, pero m¨¢s queremos a Catalu?a y a los catalanes" es muy parecida a la que pronuncia Bruto para explicar por qu¨¦ se alza contra C¨¦sar?: "No porque amara menos a C¨¦sar, sino porque amaba m¨¢s a Roma y a los romanos" [Shakespeare).
Montilla tiene que presentarse ante su electorado en menos de dos a?os y su ¨²nica y principal victoria tiene que ser una mejora sustancial en el sistema de financiaci¨®n de Catalu?a, y eso es aceptado y comprendido en el Gobierno de Madrid. "Es razonable y posible, siempre y cuando el PSC no quite los adoquines del suelo", advierten en el PSOE andaluz.
Quitar los adoquines es amenazar con no apoyar los Presupuestos de 2009 o decir que se est¨¢ mucho m¨¢s cerca del consejero de Econom¨ªa de la Comunidad Valenciana, del PP, que del ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Pedro Solbes. Los socialistas andaluces, que tan importantes han sido a la hora de limar asperezas y desconfianzas respecto al Estatuto catal¨¢n, empiezan a mostrar inquietud y enfado. Montilla puede recordar que los diputados del PSC obedecen a su propia direcci¨®n, afirman. Pero el PSC sabe perfectamente que sin estar asociado al PSOE, sin el respaldo de los socialistas andaluces, no obtendr¨ªa ni la mitad de votos que obtiene en Catalu?a. Cuando empiezan a volar, los adoquines caen sobre todas las cabezas. solg@elpais.es
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