La hora del 'blusa'
Las cuadrillas de Vitoria, creadas hace 80 a?os, calientan hoy para las fiestas
Durante cinco d¨ªas, desde la ma?ana del 5 de agosto hasta la noche del 9, ejercer¨¢n como principales animadores de las fiestas de La Blanca de Vitoria, pero hoy, festividad de Santiago, es su d¨ªa. Los blusas y neskas, unas 2.000 personas repartidas en unas 25 cuadrillas, toman las calles de la ciudad para calentar el ambiente que vivir¨¢ la capital alavesa dentro de diez d¨ªas, en una suerte de gran comedia convertida a veces en farsa gamberra, pero que nunca alcanza el esc¨¢ndalo p¨²blico.
La raz¨®n de que este fen¨®meno popular no haya desaparecido y goce del favor del p¨²blico y del poder (el Ayuntamiento subvenciona con una interesante partida las actividades de estas cuadrillas) hay que rastrearla en su car¨¢cter intergeneracional y nada clasista. No hay jubilaci¨®n obligatoria para un blusa o una neska, y cualquiera puede integrarse en una cuadrilla, sea empresario o mileurista, vitoriano de toda la vida o inmigrante, vecino de la ciudad o de un pueblo de ?lava.
La primera cuadrilla se cre¨® en 1925 con el nombre de El Himeneo
De forma similar a las pe?as de Pamplona, su origen est¨¢ vinculado a las corridas de toros, por un lado, y a la llegada de la industrializaci¨®n a Vitoria y el empleo de prendas de trabajo seg¨²n los gremios, por otro. De repente, un d¨ªa de fiestas a finales del siglo XIX, una cuadrilla de j¨®venes trabajadores, provistos de botas de vino, acompa?a a la cuadrilla taurina que se dirige a la plaza de toros. La animaci¨®n contin¨²a en la plaza y prosigue a la salida del festejo. Con los a?os, aquella gracia se convierte en costumbre hasta que un grupo de comerciantes ve el negocio y en 1922 comienza a publicitar la blusa como atuendo fundamental para el buen juerguista.
Los animadores, en aquella Vitoria que tambi¨¦n disfrut¨® de los felices a?os veinte, se convierten en parte imprescindible de la fiesta. En 1925 surge la primera cuadrilla, con el provocador nombre de El Himeneo, que refleja el car¨¢cter jocoso de estas formaciones. La segunda, formada por ex combatientes y damnificados de la guerra de Marruecos, se bautiz¨® como Abedelkrin y compa?¨ªa.
S¨®lo la Guerra Civil detuvo sus actividades, hasta que en 1941 regresaron a las calles de la ciudad con una intensidad que s¨®lo se explica por la austeridad espartana que viv¨ªa aquella Vitoria dominada por curas, monjas y militares. Hab¨ªa que buscar una v¨¢lvula de escape y los miembros de Los barbis, Los hijos de Claudia, Los boinicas o Los amigos del sereno la encontraron en la recuperaci¨®n de los blusas. A pesar de que contaban con el respaldo del alcalde, pronto aparecieron duros reproches a su actitud, que provocaron su retirada entre 1948 y 1954.
Pero el pueblo ped¨ªa marcha y los blusas regresan para satisfacer la demanda popular. Pasan a formar parte imprescindible de los programas de fiestas y con la llegada del Celed¨®n, en 1957, se convierten en el motor de La Blanca. M¨¢s de 80 a?os despu¨¦s de su aparici¨®n, estas cuadrillas conservan una salud envidiable, como se podr¨¢ comprobar hoy en la animada carrera de burros, en los pasacalles a la plaza de toros o en los partidos de pelota. Un aperitivo para lo que vendr¨¢ entre el 5 y el 9 de agosto. Han cambiado los tiempos, pero su diversi¨®n excesiva, con un humor gamberro, sin llegar a falt¨®n, no tiene fecha de caducidad. Y si alguien lo duda, que presencia una de sus agotadoras jornadas.
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