Obama sobrevive al cerco de Sarkozy
El candidato advierte a Ir¨¢n que no espere al pr¨®ximo presidente para negociar
El candidato presidencial dem¨®crata, Barack Obama, cambi¨® ayer el ba?o de multitudes de Berl¨ªn por la solemnidad de una conferencia de prensa en el palacio del El¨ªseo. Cambi¨® la ret¨®rica sobre la construcci¨®n de un mundo mejor por la firmeza de una recomendaci¨®n a Ir¨¢n para que acepte lo que la comunidad internacional le ofrece hoy, sin esperar al pr¨®ximo presidente norteamericano, porque entonces todo va a ser m¨¢s dif¨ªcil para ese pa¨ªs si persiste en su af¨¢n de tener armas nucleares.
El presidente franc¨¦s le recibi¨® "como un colega", y busc¨® el abrazo sin parar
"Lo mejor para Teher¨¢n es aceptar la oferta que ahora se le hace"
Por exigencias de la agenda, seg¨²n la campa?a de Obama, o por c¨¢lculo pol¨ªtico, seg¨²n algunos analistas, lo cierto es que la etapa francesa de la gira internacional del senador norteamericano qued¨® reducida, para dolor del chovinismo local, al m¨ªnimo. S¨®lo dio tiempo a un encuentro de una hora con Sarkozy antes de que el avi¨®n del Change we can believe in (El cambio en el que podemos creer) saliera rumbo a Londres, donde hoy concluye el viaje.
Obama aprendi¨®, no obstante, que una hora de entrevista con Sarkozy y 45 minutos de conferencia de prensa con ¨¦l pueden resultar m¨¢s peligrosos que sus cuatro d¨ªas en Irak y Afganist¨¢n. Pocos pol¨ªticos europeos, por su voluntad reformista, su hiperactividad y su magnetismo popular, pueden compararse tanto a Obama. Pero pocos tambi¨¦n pueden estropearle tanto la imagen de aplomo y consistencia en el manejo de la pol¨ªtica exterior que el candidato quiere enviar a los votantes norteamericanos.
?sa puede ser una de las razones de que la estancia en Par¨ªs fuera tan breve. ?sa y el hecho de que Obama no quer¨ªa dejar constancia gr¨¢fica del afecto que los franceses sienten por ¨¦l para no irritar a los sectores de la opini¨®n p¨²blica estadounidense que mantienen cierta aprehensi¨®n hacia Francia. Seguramente estar¨¢ todav¨ªa en la mente de los responsables de la campa?a las cr¨ªticas en 2004 al candidato dem¨®crata de entonces, John Kerry, por su excesiva vinculaci¨®n a la patria del enciclopedismo y el pat¨¦, es decir, visto desde la profunda Am¨¦rica, a la excentricidad liberal y a la perversi¨®n moral.
Obama tiene m¨¢s tablas de las que podr¨ªa pensarse por su corta experiencia y salv¨® el tr¨¢mite sin mayores incidentes. Pero Sarkozy estuvo a punto de complicarle la vida en varias ocasiones. Primero dijo recibirlo "como un colega". Despu¨¦s, inquieto en todo momento y buscando sin parar el abrazo y el contacto f¨ªsico, se excedi¨® tanto en sus elogios que un periodista le pregunt¨® si era consciente de que acababa de apoyar al candidato dem¨®crata contra el de su amigo George Bush. Sarkozy respondi¨® con nuevos aspavientos y subidas de tono. Tantos, que Obama intervino para preguntarle qu¨¦ com¨ªa para exhibir semejante energ¨ªa. El presidente franc¨¦s volvi¨® a poner en alerta a los periodistas cuando, a una pregunta sobre la situaci¨®n de marginaci¨®n que sufren los negros en Francia -entre un 5% y un 8% de la poblaci¨®n y pr¨¢cticamente nula representaci¨®n pol¨ªtica-, se sumergi¨® en charcos como las diferencias entre sistema pol¨ªtico norteamericano y el franc¨¦s, la discriminaci¨®n positiva y otros asuntos que seguramente pusieron muy nervioso a Obama.
Para decepci¨®n de la audiencia no se lleg¨® a consumar el percance que flot¨® varias en el ambiente. Obama sali¨® con sonrisas y huy¨® de sus preguntas con habilidad, incluida una sobre qu¨¦ hab¨ªa aprendido hasta ahora de este viaje y a la que, en resumen, vino a contestar que nada que le haya hecho cambiar sus concepciones estrat¨¦gicas b¨¢sicas.
S¨ª estableci¨®, sin embargo, de forma rotunda su posici¨®n sobre Ir¨¢n. Dijo que era un asunto por el que todos los interlocutores en esta gira le hab¨ªan manifestado preocupaci¨®n. Y advirti¨® al r¨¦gimen de Teher¨¢n contra cualquier intento de estar ahora ganando tiempo con la esperanza de que la llegada de Obama a la Casa Blanca debilite la posici¨®n negociadora de EE UU.
"Lo mejor que puede hacer Ir¨¢n", dijo el candidato dem¨®crata, "es aceptar la oferta que ahora le est¨¢ haciendo el presidente Sarkozy y el resto de los negociadores, porque si espera al pr¨®ximo presidente norteamericano, la presi¨®n s¨®lo va a aumentar". Obama y Sarkozy coincidieron en que la oferta a Ir¨¢n es clara: renunciar al programa nuclear a cambio de ser readmitido con plenos derechos en la comunidad internacional.
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