Retoque constitucional
La reforma de Nicolas Sarkozy fortalece al Parlamento, pero mantiene anacronismos
De que la Constituci¨®n de la V Rep¨²blica no es un texto sagrado da idea la multiplicidad de reformas, m¨¢s de veinte, sufridas por la ley fundamental francesa en su medio siglo de vida. Cambios que dan idea de la flexibilidad pr¨¢ctica con que el pa¨ªs vecino acomoda su norma suprema al curso de los tiempos. La impulsada por Nicolas Sarkozy -uno m¨¢s de los m¨²ltiples ¨¢mbitos donde el hiperactivo presidente conservador se mueve a paso de carga- puede no ser la revisi¨®n a fondo que probablemente necesitaba el texto legal y que el propio jefe del Estado hab¨ªa prometido. Pero toca casi la mitad de los 89 art¨ªculos de la norma de 1958 y fortalece el Parlamento y a la vez los derechos ciudadanos, aunque deje intactas algunas parcelas anacr¨®nicas.
La reforma de las instituciones formaba parte de los programas de los principales candidatos a ocupar el El¨ªseo en 2006. La reducci¨®n del mandato del presidente de la Rep¨²blica de siete a cinco a?os, en 2000, junto a la simultaneidad de las elecciones presidenciales y las legislativas, hizo desaparecer de hecho la posibilidad de la llamada cohabitaci¨®n entre un presidente de un color pol¨ªtico y un Gobierno de signo opuesto. El jefe del Estado se convert¨ªa en jefe del Ejecutivo y el primer ministro pasaba a ser un simple jefe de gabinete, obligado incluso a competir con el equipo del palacio del El¨ªseo.
Sarkozy estaba obligado a moderar este presidencialismo excesivo, carente de contrapoder. Y lo ha hecho, pero sin apenas menguar el poder presidencial, que, eso s¨ª, queda en dos mandatos consecutivos. Probablemente el cambio m¨¢s importante es el que permitir¨¢ que los diputados discutan los proyectos de ley bas¨¢ndose en los textos elaborados por las comisiones parlamentarias, y no directamente por el Gobierno, como en la actualidad. En el debe del nuevo texto figura la ausencia de reglas sobre la acumulaci¨®n de mandatos electorales. En la tradici¨®n francesa, los parlamentarios son al mismo tiempo alcaldes o presidentes regionales, lo que acaba produciendo un gran absentismo en el hemiciclo. Sarkozy no se ha atrevido a tocar estos privilegios que empobrecen enormemente la labor del Legislativo; y ha aparcado tambi¨¦n la reforma del Senado, un cuerpo cuya composici¨®n responde a criterios extremadamente complejos y muy poco representativos.
Pese a sus limitaciones, la puesta al d¨ªa constitucional debe ser bienvenida, sobre todo por cuanto refuerza el poder de un Parlamento cuya profunda debilidad es el lastre fundamental de la V Rep¨²blica francesa. El pronunciamiento contrario y en bloque de la oposici¨®n socialista en un tema crucial -el texto super¨® los 3/5 necesarios por un solo voto, precisamente del ex ministro Jack Lang, que rompi¨® la consigna de su partido- evidencia una confusi¨®n m¨¢s (la de votar contra Sarkozy, en lugar de por o contra de la Constituci¨®n) por parte de uno de los partidos izquierdistas m¨¢s confusos y desva¨ªdos de Europa.
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