Rid¨ªculo, desnudo, y cornudo, pero famoso
La vanidad y el deseo de reconocimiento social, aunque sea fugaz, explican el ansia de miles de personas por salir en los 'realities' de televisi¨®n
"Si quieres romper con tu pareja, llama al 902...". Loli est¨¢ viendo en televisi¨®n un programa de testimonios cuando aparece este letrero en pantalla. Lo anota y llama. Un contestador le pide que diga su nombre, un n¨²mero de contacto y que resuma el motivo de su llamada. Un par de horas m¨¢s tarde, alguien del programa se pone en contacto con ella. "?Eres Loli? ?Me puedes resumir tu historia? Aj¨¢. Vale. Volveremos a llamarte". A la ma?ana siguiente su m¨®vil suena de nuevo. Del otro lado, una redactora de voz joven y agradable le hace m¨¢s preguntas. "?Cu¨¢ntos a?os tienes? ?D¨®nde vives? ?Por qu¨¦ quieres dejar a tu pareja? ?No le habr¨¢s contado que has llamado al programa? ?Me das su n¨²mero de m¨®vil?". Loli se inquieta. Quiere saber qu¨¦ le van a decir a Jes¨²s para conseguir que acuda a la tele. "No te preocupes, de eso nos encargamos nosotros. D¨¦jalo en nuestras manos. Lo importante es que no le cuentes nada de todo esto a ¨¦l, ?eh, Loli? Por favor, tienes que ser la mejor actriz del mundo".
Salir en la peque?a pantalla es hacerse un semidi¨®s, asegura un experto
"Hay gente que piensa: '?Por qu¨¦ no puedo salir yo en un programa?"
Un espacio de testimonios recibe unas 120 llamadas de voluntarios al d¨ªa
"Volver¨ªa a ir", dice un hombre que gan¨® 10.000 euros por contar intimidades
Lo que a algunos les enorgullece a otros les averg¨¹enza, dice un psic¨®logo
30.000 personas se han apuntado a 'Gran Hermano 10' en una semana
Un minuto despu¨¦s, Jes¨²s, el novio de Loli, recibe una llamada de alguien que dice trabajar en televisi¨®n. Le explica que una persona que conoce quiere darle una sorpresa y que para eso tiene que ir al programa la semana siguiente. Jes¨²s recela, pero la redactora le anima. Ellos se encargan de llevarle y traerle y puede ir acompa?ado de quien quiera. Jes¨²s comenta que le preocupa faltar al trabajo y la redactora le tranquiliza: "Si quieres nosotros hablamos con tu jefe para convencerle". Jes¨²s, que sigue dudando, intenta indagar. ?Una sorpresa? ?Pero c¨®mo de sorpresa? "Te va a encantar", le contesta la redactora.
Ll¨¢manos. Cu¨¦ntanos. Demuestra lo que vales. Gana hasta 100.000 euros. Vive una experiencia ¨²nica... La parrilla de las cadenas (y de la radio) est¨¢ plagada de programas que se nutren de la colaboraci¨®n de personas an¨®nimas que, en ocasiones, desnudan ante las c¨¢maras su vida o parte de ella. Programas de testimonios, concursos que hacen preguntas personales y, desde hace 10 a?os, todo tipo de realities.
Esto no es nuevo. La participaci¨®n ciudadana en los medios es casi tan antigua como los propios medios. "La radio lleva haci¨¦ndolo desde el principio de los tiempos", dice Roberto Ontiveros, subdirector de programaci¨®n de Antena 3. "Se plantea un tema, se abren los micr¨®fonos y la gente empieza a llamar. Y en televisi¨®n tambi¨¦n se ha dado ese proceso de democratizaci¨®n. Hay gente que piensa, '?por qu¨¦ no puedo salir yo en la tele? ?Acaso yo no soy tan interesante o m¨¢s que Lolita? Tengo el mismo derecho a que me miren'. El principal capital de la gente normal y corriente es su propia vida. Yo soy partidario de que el que quiera salir por televisi¨®n y contarnos una historia que lo haga. ?Tiene eso algo de malo? Mientras no se convierta en una obsesi¨®n enfermiza, desde luego yo creo que no".
Frente a la opini¨®n de este profesional del medio, muchos consideran que los programas de televisi¨®n sacan partido (y audiencia) de la inocencia o inconsciencia de los participantes, que a veces acuden al programa enga?ados (como Jes¨²s, el pobre novio de Loli, afortunadamente tan ficticio como ella) o que no han sopesado las consecuencias de su paso por plat¨® y que en alguna ocasi¨®n ha sido nefasta. El m¨¢s reciente es el caso de Svetlana, asesinada por su ex marido d¨ªas despu¨¦s del paso de ambos por El diario de Patricia (Antena 3), donde ¨¦ste le pidi¨® una segunda oportunidad que ella rechaz¨®.
Especialmente llamativo en cuanto a exposici¨®n de la vida personal resulta El juego de tu vida (Tele 5), que hace dos semanas se despidi¨® de la parrilla, en el que los concursantes, previo cuestionario ante pol¨ªgrafo (la m¨¢quina de la verdad) respond¨ªan a preguntas muy ¨ªntimas que iban subiendo de tono conforme se acercaba el premio m¨¢ximo, 100.000 euros. "?Es verdad que sigues viendo a tu ex amante a espaldas de tu hija?". "?Piensas en tu vecino mientras mantienes relaciones con tu marido?". "?Has roto tu relaci¨®n con una mujer justo despu¨¦s de mantener relaciones con ella?". Tele 5 recuerda que los concursantes que acuden al programa deciden hasta d¨®nde quieren llegar. David Matos, un joven sevillano, se plant¨® tras responder a 13 preguntas, muchas de ellas sobre su vida sexual. S¨®lo se llev¨® a casa 10.000 euros. ?Se ha arrepentido despu¨¦s? "No", dice al tel¨¦fono. "Volver¨ªa a ir. Ha sido una experiencia graciosa". ?Y Mario Ar¨®stegui, que gan¨® 100.000 euros y desvel¨® muchos asuntos personales? "No. Ten¨ªa claro que quer¨ªa el dinero. La gente lo que me ha dicho es que qu¨¦ huevos tengo". "Arrepentidos hay en todo", reflexiona Ontiveros, "pero el subid¨®n que supone salir en la tele, que el vecino de pronto se pare a saludarte... Creo que todo eso mitiga cualquier arrepentimiento posterior".
Este viernes, en el programa Diario y medio (el sustituto veraniego de El diario de Patricia, de Antena 3), los espectadores vieron a Jos¨¦ rogarle a Mili, su ex, una segunda oportunidad. Rosa Mar¨ªa le pidi¨® a su hija Marina (que no quiso ir a la tele) que estudie, que madure. Dinio le pidi¨® a su padre que retomaran el contacto perdido... Es probable que se lo haya preguntado en alguna ocasi¨®n: ?De d¨®nde sacan los programas a toda esa gente? Muchos se ofrecen voluntarios. El productor de un popular programa de testimonios calcula que reciben 120 llamadas diarias. Despu¨¦s, los redactores se encargan de devolver la llamada y comprobar si la historia es interesante. Una periodista que trabaja en este tipo de programas (y que prefiere no desvelar su nombre), lo explica: "En funci¨®n de la audiencia del programa y del tipo de testimonio que busque, llama m¨¢s o menos gente. Yo trabaj¨¦ en uno en el que ¨¦ramos 14 redactores para conseguir seis casos a la semana de lo fuertes que ten¨ªan que ser. De 500 llamadas a lo mejor s¨®lo acaban sirviendo dos. Cuando te ves con el agua al cuello, agarras las P¨¢ginas Blancas y llamas a n¨²meros al azar, a la desesperada. 'Hola se?ora, le llamo de televisi¨®n. No conocer¨¢ a alguien que...'. El tel¨¦fono es nuestra herramienta de trabajo y hay que saber llegar a la gente. Eso s¨ª, cuando das con alguien que quiere ir a televisi¨®n, es muy f¨¢cil. Si le tienes que convencer t¨², malo. Seguramente se acabar¨¢ rajando. Yo agradezco que haya gente que quiera contar su vida por la tele. A m¨ª me dan trabajo".
?Por qu¨¦ sigue buscando la gente los 15 minutos de fama de los que hablaba Warhol? ?Todav¨ªa no desconfiamos de un medio que sabemos cruel e interesado? Jos¨¦ Errasti, experto en psicolog¨ªa de la personalidad, aventura una explicaci¨®n: "Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s conocidas del individuo occidental urbano del siglo XX y XXI es la necesidad de reconocimiento social. El individualismo creciente durante los ¨²ltimos 100 a?os ha convertido nuestro siglo en el de las biograf¨ªas y las autobiograf¨ªas, de los retratos y los autorretratos, de los premios -existen en todos los ¨¢mbitos-, y los reconocimientos. En este contexto los medios de comunicaci¨®n -el cine y m¨¢s a¨²n la televisi¨®n-, desempe?an un papel fundamental como creadores de reconocimiento social con una potencia in¨¦dita por ning¨²n otro m¨¦todo habido en la historia. La televisi¨®n, con su elaborado y depurado lenguaje visual para provocar fascinaci¨®n y seducci¨®n en la audiencia, casi sacraliza todo lo que toca, por lo que salir o no salir en televisi¨®n marca una diferencia cualitativa entre las personas. Hay dos tipos de personas: las normales y los semidioses. ?C¨®mo se llega a ser semidi¨®s? Saliendo en televisi¨®n".
Sin embargo, igual que hay gente deseosa de salir por la tele, otros no lo har¨ªan ni bajo amenaza y lo consideran bochornoso y degradante. ?Qu¨¦ nos diferencia a unos de otros? "La verdad es que he reflexionado mucho sobre ello", dice Ontiveros, de Antena 3, que fue director de siete ediciones de Gran Hermano y redactor de programas de testimonios en sus inicios profesionales. "A veces lo hablo con mis compa?eros. Hay muchas maneras de dividir Espa?a y una de ellas es entre los que quieren salir en la televisi¨®n y los que no. Yo empec¨¦ trabajando de reportero de calle y cuando vas con una c¨¢mara hay gente que se te acerca a ver si con suerte les entrevistas y la otra mitad cruza de acera. Hay quienes quieren que le miren, ser el centro de atenci¨®n, y quienes prefieren mirar. Entre los profesionales de la televisi¨®n se ve claramente estos extremos. Mientras que unos suspiran por aparecer en pantalla, por la fama y el reconocimiento, otros muchos queremos mantenernos detr¨¢s".
"El ansia por el reconocimiento social que es tan importante para el individuo de la sociedad actual tiene como contrapartida la aparici¨®n de un desarrollad¨ªsimo sentimiento de verg¨¹enza y rid¨ªculo", reflexiona Errasti. "Son las dos caras de la misma moneda. Tan importante como querer ser reconocido como bueno por nuestro grupo social de referencia es no querer ser reconocido como malo por ese mismo grupo. Vanidad y verg¨¹enza. Lo que ocurre es que diferentes grupos sociales tienen diferentes valores, y lo que a ciertas personas les enorgullece a otras personas les averg¨¹enza. Es el mismo inter¨¦s en el cuidado de la imagen y la identidad p¨²blica el que provoca que miles de personas se presenten a Gran Hermano y que millones no nos present¨¢semos jam¨¢s. Los primeros sienten que ganar¨¢n prestigio social entre las personas frente a las que quieren tener prestigio social, y los segundos sentimos que perder¨ªamos prestigio social entre las personas frente a las que queremos tener prestigio social que, claro est¨¢, no son las mismas que las del primer grupo".
?Qu¨¦ nos hace diferentes? ?De qu¨¦ depende que unos desarrollen ese sentimiento de verg¨¹enza y otros no? ?Es algo innato? "La respuesta es una mezcla de factores sociol¨®gicos, culturales y psicol¨®gicos", contin¨²a Errasti. "No cabe duda de que el nivel econ¨®mico, social y cultural tiene algo que ver con la tendencia a participar en este tipo de programas. Hay excepciones en ambos sentidos, pero entre mis compa?eros profesores de la facultad no hay nadie que se haya planteado ir a Gran Hermano, El juego de tu vida o similares. Las clases culturalmente instruidas tienen un sentido acentuad¨ªsimo de la verg¨¹enza, porque son las m¨¢s preocupadas por aparentar y mantener su estatus. Esto no quiere decir que toda la gente poco formada desee ni mucho menos entrar en Gran Hermano. Ah¨ª ya entran factores individuales. Existen personas m¨¢s impulsivas que otras, m¨¢s extravertidas, m¨¢s narcisistas... Y los motivos de estas diferencias tendr¨¢n que ver con los ejemplos presenciados en su familia o en su grupo de iguales, con sus propias experiencias, si ha sido espectador habitual de estos programas...".
Prestigio social. Dinero. Vivir una emoci¨®n fuerte. Sea por el motivo que sea, la colaboraci¨®n ciudadana en antena sigue vivita y coleando. Hace dos semanas arranc¨® el casting de la d¨¦cima edici¨®n de Gran Hermano, que Tele 5 emitir¨¢ en oto?o. En la primera semana se apuntaron 30.000 personas, el r¨¦cord de este reality, el pionero, y eso a pesar de haber perdido mucha audiencia e impacto social. Jaime Guerra, productor ejecutivo del programa, recuerda que el a?o pasado les sorprendi¨® la cantidad de j¨®venes con 18 a?os reci¨¦n cumplidos que se presentaron voluntarios. "Chavales que cuando se estren¨® la primera edici¨®n eran ni?os. Han crecido con Gran Hermano y ahora quieren participar".
"Imagina por un momento que elimin¨¢semos este tipo de programas", concluye Ontiveros. "Imagina que s¨®lo salieran por televisi¨®n famosos, la gente que lleva a?os viviendo de la televisi¨®n, que ya nos ha contado su vida a cambio de un pastizal haci¨¦ndonos creer que es mucho m¨¢s interesante que la nuestra. Habr¨ªa que ver qu¨¦ tipo de televisi¨®n tendr¨ªamos entonces".
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