V¨ªctimas para siempre
Decenas de ni?os fueron violados por curas en colegios cat¨®licos de Australia
Emma Louise Foster muri¨® sola en su casa, a las afueras de Melbourne (Australia), el pasado 4 de enero. La encontraron abrazada a un oso de peluche que sus padres le hab¨ªan regalado en su primer cumplea?os. Emma se suicid¨® cuando ten¨ªa 26 a?os por una sobredosis. Ella y su hermana menor, Katherine, que ahora tiene 22 a?os, fueron repetidamente violadas cuando iban al colegio del Sagrado Coraz¨®n de Oakleigh, al sur de Melbourne, entre 1988 y 1993, por el sacerdote Kevin O'Donnell, sentenciado, en 1995, a 19 meses de c¨¢rcel por numerosos abusos sexuales y fallecido en 1997.
Emma jam¨¢s super¨® el trauma: a los 17 a?os era adicta a las drogas y sufr¨ªa bulimia. Katerine se hizo alcoh¨®lica en la adolescencia y, en 1999, fue atropellada por un conductor borracho. Sufre graves secuelas f¨ªsicas y mentales. La tr¨¢gica historia de las dos hermanas, cuyas vidas destrozadas por los abusos de un sacerdote han conmocionado a toda Australia en la reciente vista del Papa a Sidney, es el m¨¢s conocido de los varios miles de casos declarados de abusos sexuales cometidos por cl¨¦rigos cat¨®licos en el pa¨ªs.
Emma se suicid¨® a los 22 a?os y su hermana Katerina se volvi¨® alcoh¨®lica
Eric Fleissig sufri¨® abusos durante los dos a?os que vivi¨® en la rector¨ªa
La incansable campa?a de denuncia emprendida por los padres de Emma, que durante a?os batallaron ante los tribunales rechazando toda compensaci¨®n econ¨®mica de la Iglesia, responde a su objetivo de lograr que otros padres est¨¦n m¨¢s atentos ante el peligro de la pederastia. "?ste es el legado que nos ha dejado Emma, ayudar a prevenir casos como el suyo", afirman Anthony y Christine Foster, que el pasado lunes abandonaron Sidney decepcionados por no haber sido recibidos por el Papa. Hab¨ªan solicitado una audiencia para obtener no s¨®lo disculpas del Papa en nombre de toda la Iglesia, sino tambi¨¦n el compromiso de Benedicto XVI de que tomar¨ªa medidas para evitar futuros abusos sexuales del clero.
Seg¨²n los datos de Broken Rites, asociaci¨®n australiana que asiste a v¨ªctimas de abusos sexuales de la Iglesia, m¨¢s de la mitad (55%) de los denunciantes de casos de abusos sexuales en la infancia son hombres. Las mujeres, que representan el 45%, tambi¨¦n padecieron, en su mayor¨ªa, abusos durante la ni?ez, aunque un significativo n¨²mero los sufri¨® de adultas, en momentos de vulnerabilidad, como los de soledad, una separaci¨®n o un matrimonio infeliz. La mayor¨ªa de las denuncias se hacen muchos a?os despu¨¦s de haberse producido los abusos.
Geoff Fitzpatrick, de Tasmania, reconoce haber sido un ni?o rebelde. Hijo de familia numerosa, sus padres, alcoh¨®licos, no pod¨ªan con ¨¦l y, en 1969, cuando ten¨ªa 12 a?os, le ingresaron en el orfanato cat¨®lico de San Agust¨ªn, al oeste de Melbourne. Afirma que all¨ª fue violado, al menos en 14 ocasiones, por el sacerdote William Stuart Houston y que fue objeto de numerosos abusos f¨ªsicos durante los dos a?os que permaneci¨® en el orfanato. Casado desde hace 18 a?os y con hijos, Fitzpatrick denunci¨® su caso a la polic¨ªa en 1996. Houston fue encausado por sodom¨ªa y abusos indecentes -la fiscal¨ªa decidi¨® no presentar acusaci¨®n- y ahora vive retirado en una residencia de Hermanos Cristianos de Melbourne.
"Me he pasado media vida del psic¨®logo al psiquiatra y no consigo quit¨¢rmelo de la cabeza", afirma Fitzpatrick, quien sufre de angustia y pesadillas. Los informes m¨¦dicos coinciden en que los abusos sexuales de que fue objeto en la infancia han afectado seriamente su capacidad para hacer frente a la vida, en especial a la familiar. "?Quiero que admita su culpa! ?Quiero arrancar toda la maldad que me hicieron! ?Quiero que nadie vuelva a pasar por lo que yo pas¨¦!", clama.
Stephen Woods, de 46 a?os, es profesor en un instituto de Melbourne. De ni?o fue a la escuela Saint Alipius, en Ballarat, donde fue objeto de abusos sexuales por parte de dos sacerdotes, cuando ten¨ªa entre 11 y 14 a?os. "Cuando llam¨¦ a las puertas de la catedral para pedir ayuda s¨®lo consegu¨ª que otro cl¨¦rigo me violara. He padecido fuertes depresiones durante a?os y sigo teniendo un sentimiento de incapacidad e impotencia que impide que mi vida sea normal", explica Woods. ?l, como muchas otras v¨ªctimas, esperaba que la visita del Papa a Australia ayudara a curar sus heridas: "No ha habido reparaci¨®n. Las v¨ªctimas no hemos encontrado consuelo. No pidi¨® perd¨®n como lo hizo el primer ministro Kevin Rudd cuando se disculp¨® ante los abor¨ªgenes por el mal hecho en el pasado".
"He perdido la fe y no consigo mantener durante mucho tiempo ni un trabajo ni una relaci¨®n sentimental", confiesa Eric Fleissig, de 41, de Queensland. Acudi¨® al refugio juvenil de la parroquia de San Jos¨¦, en Tweed Heads, cuando ten¨ªa 13 a?os y carec¨ªa de hogar. El p¨¢rroco, Paul Rex Brown -declarado en 1996 culpable de delitos de pornograf¨ªa infantil-, le ofreci¨® vivir en la rector¨ªa, donde abus¨® de ¨¦l durante dos a?os. "El Papa era el ¨²nico que pod¨ªa ayudarme. Ha sido devastador. S¨®lo ¨¦l podr¨¢ ayudar a cerrar esta herida", dice.
Rose, nombre bajo el que esconde su identidad, tiene 68 a?os. Hace cuatro declar¨® que hab¨ªa sido objetos de abusos sexuales a los 10 a?os por parte del religioso de la orden de La Salle, Brendan George Carroll, en Cootamundra (Canberra). Brendan, que muri¨® en 1983, se masturbaba delante de ella y otros ni?os a los que, al igual que a Rose, practicaba penetraciones digitales. "?Por qu¨¦ tard¨¦ casi 60 a?os en contarlo? Pues porque nadie me habr¨ªa cre¨ªdo, y menos acusando a un sacerdote respetado como Brendan", cuenta. Decidi¨® romper el silencio cuando comprendi¨® que su confesi¨®n pod¨ªa ayudar a otros. "La Iglesia cat¨®lica me rob¨® mi inocencia cuando ten¨ªa 10 a?os y eso ha arruinado mi vida. Siempre he odiado el sexo y eso destroz¨® mi matrimonio. Entiendo que mi silencio ha sido injusto y desleal con otras v¨ªctimas", dice.
Seg¨²n Broken Rites, 107 cl¨¦rigos han sido condenados en Australia por abusos sexuales.
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