Salsa para los pies y la conciencia
Rub¨¦n Blades vuelve a lo grande despu¨¦s de cuatro a?os
"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida", cantaba la gente con alegr¨ªa. Hac¨ªa cuatro a?os que Rub¨¦n Blades no sal¨ªa de gira. El paname?o, con sesenta a?os reci¨¦n cumplidos, volvi¨® anoche al Conde Duque -aforo completo: 2.500 personas- y lo llen¨® de vida con sus canciones. Hizo cuentos, arranc¨® sonrisas y risas, y dej¨® algunas ideas para la reflexi¨®n.
No las ten¨ªa todas consigo en este reencuentro por eso de que para cantar hay que ejercitar el diafragma igual que un deportista cuida sus m¨²sculos. Adem¨¢s, hab¨ªa confesado verse un poco fond¨®n desde que pasa tantas horas sentado en un despacho. "Nos vamos a dedicar a la arqueolog¨ªa porque nos estamos volviendo una ruina", brome¨®. Pues nada, pura coqueter¨ªa. Las labores burocr¨¢ticas no le han aburguesado ni le han quitado el instinto esc¨¦nico. Est¨¢ en forma: casi dos horas y media cantando sin parar y tocando unas maracas con el dibujo de la bandera de Panam¨¢.
Cuando al final de Pl¨¢stico ("Ella era una chica pl¨¢stica, de esas que cuando se agitan sudan Chanel number tree (...) ¨¦l pensando s¨®lo en dinero, ella en la moda en Par¨ªs") pas¨® revista a los pa¨ªses de Hispanoam¨¦rica -incluidos Brasil y Belice, y una menci¨®n cari?osa para los espa?oles- y los asistentes le iban respondiendo "presente", el griter¨ªo y el entusiasmo ganaron de calle con los nombres de Colombia y Venezuela. Eso s¨ª, rumbeando todos hermanados como esa Am¨¦rica que Bol¨ªvar so?¨®.
Si alguien albergaba dudas sobre el Blades que iba a encontrarse las disip¨® todas desde los primeros n¨²meros. Ni rastro de sus discos m¨¢s recientes y menos bailables. Estaba all¨ª el salsero. Y con Blades no hay lugar para horteradas o chabacanerias. Nada de tener que tragarse el mamita, vamos a gos¨¢ o abochornarse con referencias demag¨®gicas a la patria. Su Patria, un segundo himno nacional, no es esa palabra muy usada, como dice ¨¦l, para la sinverg¨¹enzura sino como se lo explica a un ni?o, las paredes del barrio, un sentimiento en la mirada de un viejo, el cari?o que guardas despu¨¦s de muerta la abuela...
A Blades, entusiasmado con los webcast que cuelga de su p¨¢gina en Internet, le dio por preguntar a sus seguidores qu¨¦ les gustar¨ªa escuchar en esta gira. Y en la lista de las canciones m¨¢s votadas salieron Decisiones, Maestra vida y El Padre Antonio y el monaguillo Andr¨¦s -historia de un sacerdote asesinado en Centroam¨¦rica: "los j¨®venes deben saber que algunas personas dieron sus vidas porque las cosas fueran diferentes", dijo-. Y ¨¦sas fueron las que cant¨® el paname?o. Canciones como Juan Pachanga, Buscando guayaba, Ligia Elena o Pedro Navaja, con ese tumbao que tienen los guapos al caminar, y de la que le auguraron que no iba a tener ¨¦xito porque era muy larga y el asunto deprimente.
Licenciado en derecho por Harvard, y con una historia familiar digna del realismo m¨¢gico, nadie como ¨¦l para retratar los distintos arquetipos de la comunidad latina. Como dijo alguien, es un gran fot¨®grafo de su gente. Se hizo acompa?ar por Son de Tizikia, una banda de j¨®venes costarricenses que llevan el pianista y flautista Walter Flores y el trombonista y cantante Alfredo Poveda, y en la que dominan trombones y cueros. Nada m¨¢s ver salir a los ocho m¨²sicos miembros con semejante instrumental uno pod¨ªa so?ar con la genuina orquesta de imberbes con la que Rub¨¦n Blades y Willie Col¨®n grabaron Siembra hace treinta a?os. Son de Tikizia -tienen un disco expl¨ªcitamente titulado Salsa dura pa' los pies- tocaron de forma explosiva los cl¨¢sicos del maestro y hasta una curiosa variaci¨®n de las Variaciones Goldberg a ritmo de guaguanc¨® cubano. Las versiones de los ticos, supervisadas por su mentor paname?o, sonaron tan estimulantes como las originales.
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