En ausencia de El Padrino
El saxofonista y el trombonista de James Brown recuperan los ¨¦xitos de su maestro
Y Dios, al sexto d¨ªa, cre¨® al hombre negro. Y ¨¦ste, en justa correspondencia, se lo agradeci¨® inventando la m¨²sica soul.
Caramba, el soul. Palabras mayores. El sonido del alma en plena incandescencia. Han sucedido muchas cosas, algunas bien interesantes, en este ciclo veraniego que ya languidece en el Conde Duque, pero ninguna tan impactante como la irrupci¨®n de las sagradas fuerzas de la negritud r¨ªtmica. Rompi¨® las hostilidades Erykah Badu; alborot¨® al personal esa pla?idera mayor del reino que responde por Macy Gray, y rematamos la faena, anoche, con el esp¨ªritu de James Brown.
Se ausent¨® el propio Brown, claro, por razones de fuerza mayor: hace dos Navidades, lo que parec¨ªa una rutinaria visita de El Padrino del Soul al dentista deriv¨® en neumon¨ªa a la postre mortal (y no, no le estamos cargando el muerto al odont¨®logo, por mucho que todos tengamos cuentas pendientes con alg¨²n integrante del gremio). Pero en ausencia ya irreversible del titular, lo de ayer constitu¨ªa el suced¨¢neo m¨¢s legitimado para disfrutar en directo de trallazos a la boca del est¨®mago como I got you (I feel good), Papa's got a brand new bag, I got the feeling o Pass the peas. Ni rastro en cambio, qu¨¦ cosas, de Sex machine. S¨ª, se?ora: ¨¦sa que su hijo identifica en el eMule con el t¨ªtulo de Gueropa!, porque influye m¨¢s un anuncio de la tele que la enciclopedia completa de la m¨²sica popular en diez vol¨²menes.
Al frente de las operaciones se sit¨²a ahora el colosal Pee Wee Ellis, el hombre que ya derret¨ªa los saxofones en ese periodo asombroso que media entre el Live at the Apollo, de 1963, y el final de aquella d¨¦cada de todas las maravillas. Integrante de los m¨ªticos JB Horns, una secci¨®n de metales tan flam¨ªgera que debiera llevar emparentada un ret¨¦n antiincendios, de Pee Wee nos acabamos de encari?ar durante sus a?os al servicio de otro genio iracundo, Van Morrison. Y alg¨²n que otro berrinche, desde luego.
A Ellis le cost¨® entrar en calor, y eso que le escoltaba el trombonista original de los JB, Fred Wesley. Pero el t¨¢ndem se arremang¨® a partir de Chicken soup y ya no hubo manera de pararlos. Nunca sabremos con certeza, porque nos falta la titulaci¨®n en Psicolog¨ªa, si lo de Ellis y Wesley es un irrefrenable ejercicio de nostalgia a una edad ya provecta, la reivindicaci¨®n de un legado pasmoso o una mera f¨®rmula de manutenci¨®n, ahora que en la Am¨¦rica de las subprime tambi¨¦n hay que ingeni¨¢rselas para llegar a fin de mes. Queda poca duda sobre la competencia del proyecto, en manos de un pu?ado de instrumentistas correosos y fulgurantes a la hora de suministrar ese latigazo colectivo de adrenalina que ha pasado a la historia con el nombre de funk. Y en ausencia eterna del Se?or Dinamita, la figura del esp¨ªdico Fred Ross y sus paseos a lo m¨¢iquelyason por el escenario constituyen todo un hallazgo.
De acuerdo, ni Ross ni posiblemente nadie podr¨¢ ser tan bandarra, s¨¢tiro y amigo de la vida peligrosa como el original, pero tendremos que hacernos a la idea de que James Joseph Brown fue un esp¨¦cimen, para lo bueno y para lo malo, irrepetible. En tales circunstancias, que sea el senegal¨¦s Cheikh L? el encargado de interpretar It's a man's man's world se parece bastante a lo que podemos entender por felicidad.
Con Fred y Pee Wee a sus anchas en el papel de sumos reverendos (y embutidos en unas t¨²nicas indicadas para tal responsabilidad), el resto de este African Tribute To James Brown entendi¨® que se reun¨ªan las condiciones ¨®ptimas para sumarse a la fiesta. Vicky Edimo disfrut¨®, porque nada hay m¨¢s divertido que un bajo el¨¦ctrico cuando el soul est¨¢ escrito en la partitura. Y el saxo alto recay¨® en un rubiales jovencito y bailongo que no parec¨ªa acomplejado por compartir el escenario con dos mitos de la m¨²sica negra. Es m¨¢s, ¨¦l tambi¨¦n opt¨® por la vestimenta tipo pijama, en un lila poco discreto. Una de dos: o tambi¨¦n opta a un futuro sacerdocio del soul o aquello era una invitaci¨®n para que alguna/alguno le hiciera hueco en su cama.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.