El tatuaje ya no es canalla
Pieles tintadas y 'piercings' son productos de consumo de masas - Los famosos fijan modas ef¨ªmeras - Arrepentirse es costoso y doloroso: o l¨¢ser u otro tatuaje
Las pieles tintadas y perforaciones eran un elemento diferenciador de ciertos grupos: marineros, presos, legionarios. Luego simboliz¨® la ruptura generacional, un estilo de vida alternativo. Pero el mercado ha devorado el fen¨®meno y se ha apoderado de sus c¨®digos. Los tatuajes y los piercings son hoy art¨ªculos de consumo para el gran p¨²blico. Y ni siquiera los reparos de expertos en dermatolog¨ªa logran frenar el fen¨®meno, que galopa a lomos de celebridades del deporte o la m¨²sica.
Uno de cada cuatro estadounidenses de entre 18 y 50 a?os va tatuado, seg¨²n un estudio de la revista American Academy of dermatology de junio de 2006. Y Espa?a no se queda atr¨¢s. No hay datos oficiales pero si en 1996 hab¨ªa un centenar de locales de tatuajes y piercings, en 2008 rondan los 1.500, seg¨²n Paco Ramos, periodista especializado de la publicaci¨®n Tattoo. Y eso que los expertos fijan la edad de oro de las agujas, tintas y anillados en los noventa. "Es algo que se ve en las convenciones", argumenta Ramos. "Y que veremos en L'Hospitalet del Llobregat". En esa localidad barcelonesa, del 3 al 5 de octubre, se celebra la 11 Convenci¨®n Internacional de Tatuajes de Barcelona, con el t¨ªtulo Arte a flor de piel. "En la ¨²ltima edici¨®n ten¨ªamos 67 expositores y unos 7.500 visitantes diarios. Este a?o esperamos a unos 12.000 y 132 stands, el 50% extranjero".
Borrar un dibujo sale caro: cinco sesiones de entre 150 y 500 euros
El instrumental -tubos, agujas y guantes- se hace de un solo uso
Se llevan los 'kanjis', las 'pin-ups' y las estrellas como las de los codos de Guti
Mel C, de las Spice Girls, y Britney Spears feminizaron el tatuaje
Los ideogramas japoneses a veces no significan lo que el interesado cree
M¨¢s del 20% de los dibujos acaba en infecci¨®n, sobre todo en cart¨ªlagos
Moda pasajera, inconformismo social, obra de arte, rito tribal o dolor f¨ªsico. Los significados de estas t¨¦cnicas milenarias son tan variados como sus composiciones o formas. El primer hombre tatuado conocido tiene nombre: ?tzi naci¨® hace m¨¢s de 5.300 a?os y lo encontraron en 1991 en Italia lleno de l¨ªneas y cruces grabadas con polvo de carb¨®n en las rodillas. Hasta las momias iban pintarrajeadas: desde la XI dinast¨ªa egipcia se practicaba el tatuaje. Amunet, una sacerdotisa de Tebas, lleva puntos y l¨ªneas en su cuerpo. Entre la ¨¦lite azteca y la civilizaci¨®n maya, el piercing en la lengua era muy popular. Y en las culturas ind¨ªgenas mesoamericanas, los anillos se colocaban en el labio, las orejas o la nariz.
"Tatuarse y agujerearse es una constante humana, casi todos los pueblos lo hacen desde hace milenios. Lo que m¨¢s ha cambiado es su significado cultural", explica el presidente de la Asociaci¨®n de Estudios Psicol¨®gicos y Sociales, Javier Garc¨¦s. "En la Espa?a del siglo XX, el piercing ten¨ªa un uso de diferenciaci¨®n sexual. Se pinzaba los l¨®bulos de las orejas de la mujer para diferenciarla del hombre. Ese significado ha desaparecido pero la implicaci¨®n psicol¨®gica, no".
Para este experto, "la alteraci¨®n corporal conserva su connotaci¨®n sexual, su morbo. Sirve para seducir aunque quien lo lleve no lo tenga en cuenta". Y a?ade: "En Espa?a, el tattoo ha perdido el elemento de identificaci¨®n y afirmaci¨®n dentro de un grupo", sentencia Garc¨¦s.
Un negocio narrado a trav¨¦s de revistas (como las barcelonesas Tattoo y Flash Tattoo; la valenciana TattoArte o las estadounidenses Tattoo Life y Tattoo Energy), convenciones (en Espa?a, casi todas las ciudades tienen su feria) y con embajadores famosos como David Beckham, Robbie Williams o Pete Doherty. Incluso existen mu?ecas tatuadas: el modelo de la Barbie de 1999 luce una mariposa en su barriga. Una industria en la que tambi¨¦n hace mella la crisis: "Los pedidos de materiales de piercing son m¨¢s peque?os y a veces puntuales, los locales prefieren tener el almac¨¦n vac¨ªo", afirma Sara L¨®pez de Tattoo Sum, que distribuye en Espa?a, Portugal y Suram¨¦rica. L¨®pez piensa que el consumidor sibarita desparece con las vacas flacas: "Los que lo consideran un estilo de vida se siguen tatuando".
Porque, como en todo arte corporal, tambi¨¦n hay modas. La pol¨¦mica cantante Amy Winehouse ha desempolvado el old school, los tatuajes de colores planos y l¨ªneas duras que triunfaron en la Segunda Guerra Mundial y en los cincuenta entre marineros y hampones. "Las pin-ups, el m¨ªtico amor de madre o el pu?al en el coraz¨®n vuelven", corrobora Ramos. Los motivos tribales (de color negro, con dise?os silueteados) y los c¨¦lticos (a base de nudos y lazos que se cierran sobre s¨ª mismos) est¨¢n de capa ca¨ªda. Pero el realismo triunfa. "Viene mucha gente con retratos de familiares o de perros para que los reproduzcamos", confirma Laura Juan de Le Tatuage (M¨®stoles, Madrid).
Las perforaciones y el arte de la aguja se han banalizado. Algunos tatuadores se niegan en redondo a pasar por el aro de las tendencias: "No tat¨²o a menores ni perforo a quien no tenga 16 a?os. Hace poco vinieron unos padres que quer¨ªan que le hiciera un piercing a su hijo de 12 a?os". La respuesta de Basia Kuzma fue no. Los profesionales velan por la calidad y por a?adir cordura a la pr¨¢ctica. "Somos artistas y artesanos, por eso nos preocupamos", afirma Kuzma, reflejo de las novedades en el universo de las tintas y los pendientes: mujer de 30 a?os con 12 de experiencia y su propio negocio (Basia Tattoo en Barcelona). "Las tatuadoras somos minor¨ªa. Pero al menos ahora entre cien, ocho son mujeres. En los ochenta no hab¨ªa". Mel C, ex de las Spice Girls, o Britney Spears feminizaron el tattoo. "?Mujeres? Uf... desde hace unos ocho a?os vienen muchas y cada vez m¨¢s".
Los covers (tatuajes que tapan uno anterior) se multiplican. "No nos gusta tener que cambiar o cubrir uno antiguo. Es un trabajo sucio, dibujar sobre el trabajo de otro. La gente deber¨ªa responsabilizarse de lo que se pinta en la piel", opina Jos¨¦ L¨®pez Blanco, del madrile?o estudio Nezumi. "Antes de la primera normativa
[en Madrid se aprob¨® en 2000, la m¨¢s reciente es de 2005] todo era m¨¢s complicado. La norma lo hizo todo m¨¢s visible. Internet tambi¨¦n ayuda: puedes ver el trabajo de otros, t¨¦cnicas, trucos...", explica su hermano Sergio. El tatuaje es indeleble y los expertos coinciden en que es importante elegir un estudio con los datos en la mano. Nezumi, uno de los m¨¢s respetados en Madrid, funciona por el boca a boca. Y no les falta trabajo.
Pero si el cliente se arrepiente, ?no hay vuelta atr¨¢s? S¨ª, el l¨¢ser pulveriza la eternidad: "El tipo de l¨¢ser depende del color del dibujo, de la piel y la tinta", explica la doctora Marta Castillo, barcelonesa de 37 a?os. En la cl¨ªnica Planas, de Barcelona, Castillo trabaja con dos l¨¢seres: el Alejandrita Q-Switched (755 nan¨®metros), ideal para los tatuajes negros, azules y verdes, el Neodimio: YAG Q-Switched (1064nm), recomendado para dibujos en negros y azules y pieles morenas. "En septiembre llega el Q-Switched 755, 1064 y 532. Lleva m¨¢s de un l¨¢ser y borra los negros, azules, rojos y verdes". Castillo borra tintas de la piel desde hace un decenio. "Los pacientes son cada vez m¨¢s j¨®venes. Hace diez a?os rondaban los 35 o los 40. Ahora tienen entre 25 y 35 a?os. Cada vez vienen m¨¢s mujeres".
Los tatuajes tambi¨¦n han rejuvenecido: "Las formas son las mismas pero la edad del tatuaje no: muchos llegan arrepentidos al mes de hac¨¦rselo". Castillo duda que sus clientes sepan las consecuencias de hacerse un tatuaje. La broma sale cara. "Quitarse uno duele m¨¢s que hac¨¦rselo, a veces dejan marcas, sobre todo si el paciente llega con cicatriz del tatuaje. Se hacen unas cinco sesiones cada seis u ocho semanas". Cada una cuesta entre 150 y 500 euros. "Hace diez a?os atend¨ªamos a unas diez personas al a?o. Ahora, a unas cincuenta". Entre los arrepentidos, abundan quienes se presentan a las oposiciones del cuerpo de bomberos o de polic¨ªa. Por el buen aspecto. Y en lo privado, m¨¢s de lo mismo: cada empresa puede establecer su normativa sobre h¨¢bitos de trabajo y regular desde el largo del pelo hasta la opci¨®n de llevar piercings o tattoos.
Hasta los famosos deber¨ªan lamentarse: "No suelen ir bien tatuados", opina Jos¨¦, de Nezumi. "A nosotros nos beneficia, porque los futbolistas y las modelos los exponen y la gente quiere hac¨¦rselos. Pero con el dineral que tienen, sorprende lo mal que eligen los dibujos y los estudios. Se nota que siguen modas". Las estrellas en los codos del jugador del Real Madrid Guti, o en los brazos del cantante de El Canto del Loco, Dani Mart¨ªn, marcan tendencia. Si no que se lo pregunten a Mao (su nombre real es Enrique P¨¦rez) del veterano Mao & Cathy. Mao se r¨ªe cuando se le pregunta por las dichosas estrellitas. "Ni las cuento porque me mareo, pero en mis tres estudios, hemos debido tatuar toda la v¨ªa l¨¢ctea este ¨²ltimo a?o". Este decano, de los primeros en abrir un estudio en Madrid y que empez¨® a tatuar a los marineros de Rota (C¨¢diz) en 1982, fabrica sus propias m¨¢quinas con bronce y metal. "Los tatuadores somos como ni?os, siempre queremos m¨¢s juguetes".
El empleo de la m¨¢quina se justifica por higiene y tiempo: "En Occidente todo el mundo lo hace a m¨¢quina, la t¨¦cnica manual, t¨ªpica en Jap¨®n, Nueva Zelanda o Polinesia, casi no se usa", dice Miquel Garreta, organizador de Convenci¨®n Internacional de Tatuajes de Barcelona, una de las m¨¢s importantes. Las m¨¢quinas de marcas como la inglesa Micky Sharpz o la estadounidense National son el¨¦ctricas. "Hace poco lanzaron una de aire comprimido, funciona bien". Seg¨²n Garreta lo que m¨¢s ha cambiado en los ¨²ltimos cinco a?os son los materiales. "Son de un solo uso". El equipo para tatuar (m¨¢quina, tubos, agujas y tintas) ronda los 400 euros. "Lo caro es la autoclave
[unos 2.500 euros para esterilizar el material]. Es obligatoria por ley".
Cada comunidad aut¨®noma tiene su norma. Todas son puntillosas sobre la higiene y el material. Las joyas del piercing deben ser de acero quir¨²rgico, oro de 14 quilates (como m¨ªnimo) o titanio (la mejor alternativa junto al tefl¨®n, seg¨²n los expertos). Los menores deben ir con un adulto y las normas higi¨¦nicas son tan exigentes como las de un dentista. Sergio, de Nezumi, ense?a el proceso en su estudio. "Lo que se toca con los guantes debe estar forrado con pl¨¢stico. Si no hay riesgo de contagio, es lo que llamamos contaminaci¨®n cruzada", dice. Aprender el oficio no es f¨¢cil: "Es una cuesti¨®n de piel y sentimientos. Si no llevas cuidado, puedes destrozar a alguien", reflexiona Jos¨¦. Muchos practican dibujando con la m¨¢quina en piel de cerdo, de las m¨¢s parecidas a la humana. Con los piercings, tambi¨¦n hay riesgos: "Entre un 20% y un 30% acaba en infecci¨®n. Sobre todo en el cart¨ªlago de la oreja", alerta Miquel Torres, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Esperit Sant de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). Basia, toda una experta, avisa: "Quien se haga uno en el pene, debe pasar cuatro meses sin sexo".
Las tintas tienen a los tatuadores en pie de guerra. Muchos fabrican sus pinturas, una actividad ilegal seg¨²n la normativa. Desde la distribuidora Tattoo Sum de Barcelona lo ven as¨ª: "No vendemos tintas. Seg¨²n la normativa se precisa un n¨²mero de registro sanitario que autorice su venta. Estamos esperando a ver cu¨¢les podemos comercializar", comenta Sara L¨®pez, due?a del negocio.
Las reglas de la piel pintada se parecen a las del mercado del arte. Ferias (en California hay dos cada fin de semana), creadores reconocidos y galardones (sus oscar son los de la National Tattoo Convention, en pie desde 1977). "Tatuar requiere una t¨¦cnica depurada y dotes art¨ªsticas. El que despunta viene de la carrera de Dise?o o Bellas Artes", se?ala el periodista Paco Ramos. "Uno puede aprender el m¨¦todo en una academia o en un estudio, pero lo que haga con la m¨¢quina en la mano es cosa suya". Los tatuadores y tatuados han dejado de ser bichos raros. S¨®lo los mejores entran en el Olimpo. En su cielo brillan estrellas como el maestro Paul Booth de Nueva York (todo un personaje con sus 160 kilos de peso y la cara tatuada, y de lo m¨¢s caros: unos 600 euros la hora; cuando la tarifa media ronda los 200), el franc¨¦s Tin Tin (de 43 a?os, y dicen que el m¨¢s r¨¢pido con la aguja), el japon¨¦s Horiyoshi III (de 66 a?os, y el baluarte del tebori, o tatuaje tradicional japon¨¦s) o el austr¨ªaco Bernie Luther (de 43 a?os, y abanderado de los dise?os punk). En el piercing, el amo es Jim Ward, propietario de Gauntlet, meca del anillado en EE UU. Y desde hace cinco a?os, una nueva hornada de artistas espa?oles como Eneko (de 33 a?os y del estudio madrile?o Por Vida), Laura Juan (de 33 y de Le Tatuage de Laura Juan, en M¨®stoles, Madrid), o Robert Hern¨¢ndez, reconocido tatuador del madrile?o Vitamin Tattoo, est¨¢n entre los mejores de Europa.
En el tatuaje, Asia lleva la voz cantante: el furor por el sushi se traslada al cuerpo. "Los kanjis [ideogramas japoneses], los onis , las geishas o las flores son tendencia", afirma Ramos. Claro que algunos no saben ni lo que llevan tatuado: Britney Spears aseguraba que el significado de su kanji era "misteriosa". En realidad, significaba "rara". Seg¨²n The New York Times, el jugador de la NBA Shawn Marion cre¨ªa llevar su apodo (The Matrix). Pero el dibujo era un galimat¨ªas ("bolas de naftalina del p¨¢jaro demon¨ªaco").
En China y en Jap¨®n los primeros tatuajes conocidos se remontan a 2000 y 1000 a. C. Una pr¨¢ctica considerada sagrada y se?al de estatus social. Pero en 500 d. C. los tattoos se empezaron a usar para marcar a criminales. "La diferencia entre Jap¨®n y Espa?a es social", comenta Gustavo Cilleros, del Centro de Estudios Orientales de Madrid. "Los Beckham y dem¨¢s celebrities han normalizado el tatuaje en Occidente. En Jap¨®n sigue siendo una excentricidad, una rebeld¨ªa. S¨®lo los yakuzas y grupos marginales los llevan". Pero aunque suene macabro, en la piel como en los tejidos todo vuelve. Qui¨¦n sabe qu¨¦ ser¨¢ ma?ana. ?Un ancla?, ?un kanji?... ?un chip?
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