"Todas las prostitutas le conoc¨ªan"
El d¨ªa antes de que la polic¨ªa abriera la puerta del s¨®tano de Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten, llam¨® al delegado del distrito, Hans Heinz Lenze, a su despacho. Pronto se iba a saber que Fritzl abusaba de su hija Elisabeth desde que ella ten¨ªa 11 a?os, que la encerr¨® en un s¨®tano cuando cumpli¨® 18 y que durante 24 engendr¨® con ella siete hijos-nietos. Pero aquella ma?ana, Josef Fritzl era un vecino tan respetable como cualquier otro de 73 a?os. Y Heinz, de 64, el jefe de los 130 polic¨ªas del distrito, el hombre que concede y supervisa todas las licencias de obra.
Fritzl y Heinz se conoc¨ªan de vista. En Amstetten todo el mundo se conoce, la gente se muestra abierta y celosa de su intimidad. El despacho donde Heinz trabaja con corbata y camisa de manga corta ilustra ese celo. El detalle es casi imperceptible; s¨®lo al salir repara uno en que son dos puertas de madera las que se abren. La primera, hacia dentro. La segunda, acolchada para no dejar pasar ni ruidos ni palabras, hacia el lado de la secretaria.
No tiene datos, pero cree que la esposa de Josef Fritzl tal vez sospechaba algo
En Amstetten no hay desempleo, ni drogadictos en las calles, ni papeles en el suelo. El pueblo tiene unos 22.000 habitantes y el distrito del mismo nombre unos 110.000. Heinz ha reinado sobre el distrito los ¨²ltimos 15 a?os sin perder la sonrisa. Pero a partir de ahora, este funcionario, designado, como todos los delegados de distrito, por el presidente de su regi¨®n, tendr¨¢ que habituarse m¨¢s de lo que quisiera a contestar la gran pregunta: ?C¨®mo pudo enga?ar Fritzl durante tantos a?os?
"El criminal va siempre por delante de la polic¨ªa. Si nosotros hubi¨¦ramos olido algo habr¨ªamos actuado. Los que ahora son tan listos, los que dicen que oyeron ruidos raros tras los muros... ?por qu¨¦ no dijeron nada en su d¨ªa?".
Heinz representa la imagen vitalista del buen austriaco. Vive con su esposa y tiene tres hijos ya independizados. Por supuesto, estudi¨® 12 a?os de piano, aunque ya no lo toque. No pod¨ªa faltar un buen perro (y van nueve en su vida) ni la bicicleta (ha recorrido 1.300 kil¨®metros durante sus vacaciones de junio), ni el esqu¨ª de fondo (suma 60 maratones de 12 horas cada uno), ni la pesca (paga 4.000 euros al a?o por pescar s¨®lo ¨¦l a lo largo de seis kil¨®metros de una ribera), ni el voluntariado altruista (es presidente de la Cruz Roja del distrito), ni el sentido del orden. En sus ratos libres, "que son muy pocos", lee la prestigiosa enciclopedia alemana Brockhaus. Y no de cualquier manera, no, sino letra por letra. Empez¨® hace dos a?os y va por la C.
Aunque amante del m¨¦todo, el propio Heinz se asombra de lo met¨®dico que pudo ser Fritzl. "El tipo llevaba preparando su crimen desde que su hija Elisabeth ten¨ªa 11 a?os. Lo ten¨ªa todo calculado al detalle. Durante a?os viv¨ªa en otra comarca y ven¨ªa los fines de semana aqu¨ª para continuar su obra. Un crimen casi perfecto".
?Y la mujer no sab¨ªa nada?
"Siempre llev¨® su doble vida. Cuando a ¨¦l lo detuvieron por violaci¨®n en 1967, ya estaban casados. Aparte de eso, todas las prostitutas desde Amstetten a St. P¨®lten [62 kil¨®metros en direcci¨®n a Viena] le conoc¨ªan. Y nos dijeron que les ped¨ªa unas cosas horribles. De momento, no tenemos datos que nos revelen que la esposa lo sab¨ªa, aunque tal vez sospechaba algo".
El delegado de distrito se levanta a las seis para correr 20 minutos con su perro. Se ba?a despu¨¦s en un peque?o lago que hay enfrente de su casa. Si es verano, nada y si es invierno rompe el hielo con un hacha y se mete unos 30 segundos. En invierno va en coche al trabajo y en verano emplea 50 minutos en recorrer 25 kil¨®metros con su bicicleta. Se ducha en la oficina y a las ocho y cuarto est¨¢ despachando.
El d¨ªa en que lo llam¨® Fritzl era 18 de abril. Quer¨ªa agradecerle el env¨ªo de trabajadores sociales que le ayudasen con el traslado de su hija Kerstin al hospital. "Es incre¨ªble, hasta el ¨²ltimo minuto estuvo llevando su doble vida. Al d¨ªa siguiente, fui a verlo a la c¨¢rcel y al verlo me asombr¨¦: '?T¨² eres Fritzl?', le pregunt¨¦. Porque yo lo conoc¨ªa de vista, hab¨ªa hablado con ¨¦l, pero no lo asociaba con el nombre. Y me confes¨® que sent¨ªa pena por su familia. Y yo le dije: '?Y has esperado m¨¢s de 24 a?os para sentir pena por ellos?". Heinz, no obstante, cree que la familia superar¨¢ el trauma. "Creo que no se ir¨¢n de este pueblo, ni cambiar¨¢n de identidad, como se ha rumoreado". Son sus ¨²ltimas palabras, antes de que las dos puertas del despacho vuelvan a cerrarse.
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