Oh brother, where are thou?
Hay nombres que marcan. Si te llamas Tarrell Alvin McCraney s¨®lo puedes ser bluesman, senador por Alabama o dramaturgo. Tarrell Alvin McCraney se dedica al teatro porque de peque?o escuch¨® a su abuelo, un predicador, narrando la escena en que L¨¢zaro sale de su tumba. Tarrell Alvin McCraney (me encanta repetir ese nombre) es la nueva sensaci¨®n de la escena off americana. Precoz, prol¨ªfico y pluridotado, estudi¨® en la Yale School of Drama, destac¨® como actor y core¨®grafo en la m¨ªtica compa?¨ªa Steppenwolf de Chicago, de donde salieron John Malkovich y Gary Sinise, y en esa ciudad estren¨®, a las ¨®rdenes de Peter Brook, la versi¨®n inglesa de Le costume antes de cumplir los 25 a?os. Tambi¨¦n tuvo tiempo de escribir seis obras. El pasado septiembre comenz¨® su despegue con The breach, una pieza sobre los efectos del hurac¨¢n Katrina, encargada por el Southern Repertory Theater de Nueva Orleans. Dos meses m¨¢s tarde lleg¨® The brothers Size, primera entrega de la trilog¨ªa Brothers/Sisters, completada por In the red and brown water y Marcus and the secret of sweet, nacida como un taller de la escuela de Yale y estrenada simult¨¢neamente en el Public Theater de Nueva York y en el londinense Young Vic. La cr¨ªtica de The New York Times acababa as¨ª: "Escuchen atentamente y percibir¨¢n ese maravilloso sonido: la hermosa m¨²sica de una nueva voz". El montaje londinense, dirigido por otro joven superdotado (Bijan Sheibani, 28 a?os, responsable art¨ªstico de la ATC Company), permaneci¨® cinco semanas en cartel a teatro lleno, hizo giras por toda Inglaterra, fue nominado a los premios Olivier y ha sido la gran sorpresa del Grec, en el Espai Lliure.
McCraney es un Mamet sure?o, con un fabuloso o¨ªdo para los ritmos verbales de la calle, alternados con im¨¢genes po¨¦ticas a lo Tennessee Williams
The brothers Size narra una historia aparentemente sencilla, que a primera vista se dir¨ªa la versi¨®n moderna de un cuento del t¨ªo Remus. Tambi¨¦n el espect¨¢culo parece sencillo, pero ambas cosas, texto y montaje, est¨¢n cosidas a mano con alambre el¨¦ctrico. La trama, ambientada en el profundo sur, en la zona de los bayous de Luisiana, recoge ecos y leyendas del universo yoruba, la religi¨®n animista nacida en Nigeria. Sus tres personajes llevan nombres de dioses y siguen sus pautas arquet¨ªpicas. Ogun es la fuerza, el hierro y su forja. Oshoosi protege a los cazadores y los perseguidos. Elegba (o Eleg¨²a, en lucum¨ª), enigm¨¢tico y cambiante, rige las encrucijadas y marca los destinos.
Ogun Size es un solitario, que a fuerza de empe?o ha logrado montar un taller de coches. Desde la muerte de su madre cuida de su hermano peque?o, pero no consigue evitar que vaya a la c¨¢rcel. La obra comienza con el retorno de Oshoosi, un perdedor nato. Ingenuo, apasionado, entusiasta, vago a rabiar, propenso a meterse en l¨ªos y atormentado por continuas pesadillas. A los cuatro d¨ªas aparece en el taller su compa?ero de celda, el felino y tentador Elegba, y el conflicto est¨¢ servido. El percusionista portugu¨¦s Manuel Pinheiro, en un rinc¨®n del escenario, marca con sus tambores el inicio del ritual. Elegba traza un c¨ªrculo en el suelo, con tiza roja, y una cruz en su interior: no hay otra escenograf¨ªa. El montaje tiene un nuevo reparto, formado especialmente para el estreno del Grec. La semana anterior, a prop¨®sito de Troilus and Cressida, les hablaba de la deslumbrante excelencia de los j¨®venes actores brit¨¢nicos. Aqu¨ª tenemos a tres int¨¦rpretes superlativos, de raza negra. Est¨¢n reci¨¦n graduados en Lambda y la Royal Scottish Academy of Drama, pero parecen salir de un episodio de The wire. Cuesta creer que Elegba sea el primer trabajo profesional de Anthony Welsh, pero Daniel Francis (Ogun) y Tunji Kasim (Oshoosi) tambi¨¦n parecen llevar varias vidas sobre las tablas: una lecci¨®n magistral de energ¨ªa, de gracia, de precisi¨®n, durante 90 minutos ininterrumpidos. El texto, de dificil¨ªsima traducci¨®n, pasa del ultrarrealismo a la alucinaci¨®n on¨ªrica, del drama l¨ªrico a la comedia. McCraney es un Mamet sure?o, con un fabuloso o¨ªdo para los ritmos verbales de la calle, alternados con repentinas im¨¢genes po¨¦ticas a lo Tennessee Williams ("She was sad like after-rain breeze"). Hay una historia que es puro Faulkner: la evocaci¨®n de Oya, el amor perdido de Ogun, que se cort¨® una oreja como ofrenda a Chang¨®, su rival, para que con ese estigma s¨®lo pudiera ser suya y de ning¨²n otro hombre. En otro precioso relato, Oshoosi cuenta c¨®mo descubri¨® a su doble en un libro de estampas africanas, esper¨¢ndole, sonriente, en la selva de Madagascar, una palabra que tiene para ¨¦l resonancias m¨¢gicas. Hay un pasaje totalmente lorquiano, en el que el amargo Elegba entra en el sue?o de Oshoosi y le gu¨ªa y le canta en la oscuridad de la c¨¢rcel, revelando as¨ª su amor secreto. Bijan Sheibani lo ha coreografiado como una danza de atracci¨®n y rechazo: Oshoosi lucha por liberarse de Elegba, que se ha convertido en su sombra. The brothers Size es un espect¨¢culo total, un musical sin apenas canciones. Todo se mueve, todo danza, todo canta: Ogun reparando el motor de un coche invisible, los dos hermanos mimando los movimientos de un chain gang, una cadena de forzados, y, en la pen¨²ltima escena, un showstopper tan sencillo como conmovedor, uni¨¦ndose para siempre, bajo la protecci¨®n de San Otis Redding, mientras interpretan a d¨²o Try a little tenderness. Intentar "contar" este texto y esta funci¨®n es una tarea tan vana como tratar de describir la esencia de esa canci¨®n o la mec¨¢nica de un Lamborghini. S¨®lo s¨¦ que deber¨ªa utilizarse como vara de medir en todas las escuelas de teatro cada vez que asome una interpretaci¨®n falsa: "Esto es verdad. Esto es whisky del bueno". No es raro que Peter Brook proclame por todos lados las excelencias de The brothers Size. Oiremos hablar mucho de Tarrell Alvin McCraney, de Bijan Sheibani, de la ATC, esa compa?¨ªa felizmente especializada en "nuevos talentos", de Daniel Francis, Tunji Kasim y Anthony Welsh. Sepan, de momento, que The brothers Size vuelve, en oto?o, al Young Vic, "a petici¨®n popular". Y que Brook les reserva fechas para llevar la funci¨®n a Bouffes du Nord, su sede parisiense. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.