El deporte espa?ol ante las Olimpiadas
Espa?a es una potencia deportiva mundial. Es el fruto del trabajo de los deportistas, del cambio de mentalidad de la sociedad y de unos deberes p¨²blicos bien hechos. Pero no cabe dormirse en los laureles
En noviembre de 2007, fecha del ¨²ltimo estudio emp¨ªrico solvente sobre la materia, el 84% de los espa?oles se mostraba convencido de que Espa?a estaba obteniendo a nivel mundial "m¨¢s ¨¦xitos que nunca y en una variedad muy grande de especialidades deportivas". Y por entonces, la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol a¨²n no hab¨ªa conquistado la Eurocopa, ni Nadal ganado, en el mismo a?o, Roland Garros y Wimbledon, ni Alberto Contador el Giro de Italia, ni, para concluir una n¨®mina que podr¨ªa alargarse m¨¢s, Carlos Sastre hab¨ªa conseguido el tercer Tour de Francia consecutivo para el ciclismo espa?ol, siguiendo la estela de Pereiro y Contador.
Hoy, por tanto, cabe pensar que los ¨¦xitos recientes avalar¨ªan una percepci¨®n colectiva a¨²n m¨¢s rotunda en nuestra sociedad respecto al rango de Espa?a como potencia polideportiva internacional.
Los espa?oles juegan a ganar. Ah¨ª est¨¢n Nadal, la selecci¨®n de f¨²tbol, Contador, Sastre, Gasol...
Espa?a puede refrendar en Pek¨ªn su rango de pa¨ªs polideportivo de referencia
Pero el mismo estudio de Metroscopia del que he entresacado la primera cifra, nos proporciona otro dato no menos significativo: m¨¢s de la mitad de los espa?oles -el 51%- estimaba que los continuados ¨¦xitos internacionales del deporte eran fruto de una planificaci¨®n "dise?ada de forma consciente en nuestro pa¨ªs", frente a s¨®lo el 36% que los cre¨ªa producto del azar.
Hay, pues, una extendida conciencia de que, m¨¢s all¨¢ del indiscutible m¨¦rito de nuestros deportistas, sus magn¨ªficos resultados son consecuencia de las mejoras del sistema deportivo, en general, y del alto rendimiento, en particular. A pocos d¨ªas del momento culminante de Pek¨ªn, no est¨¢ de m¨¢s, desde la perspectiva de la gesti¨®n p¨²blica del deporte, hilvanar una reflexi¨®n sobre el momento actual del deporte espa?ol y sobre los retos del futuro.
La primera causa a tener en cuenta a la hora de explicar los ¨¦xitos polideportivos espa?oles a nivel internacional es, sin duda, la creciente importancia que la sociedad espa?ola concede al deporte. Basten un par de datos concluyentes extra¨ªdos de la Encuesta sobre H¨¢bitos Deportivos de los Espa?oles 2005, elaborada por el CIS para el Consejo Superior de Deportes: casi dos de cada tres espa?oles (el 61,1%) se interesa por el deporte y cuatro de cada cinco (el 80%) cree que el incremento notable de las actividades deportivas, lejos de responder a una moda pasajera, revela la existencia de una mayor afici¨®n al deporte.
De ello cabe extraer una conclusi¨®n: la sociedad espa?ola acompa?a con su actitud el auge del deporte, estableci¨¦ndose entre ambos, deporte y sociedad, una cada vez m¨¢s profunda complicidad y conexi¨®n. As¨ª, la mayor relevancia social del deporte y la creciente consideraci¨®n social del deportista explican en parte los ¨¦xitos deportivos, que a su vez contribuyen a realimentar el estatus destacado del deporte. El contexto social, por tanto, favorece hoy la expresi¨®n deportiva y estimula el ¨¦xito como resultado "predecible".
A partir de ah¨ª, y por decirlo de manera coloquial, le toca hacer bien los deberes a las administraciones: ayuntamientos, diputaciones, comunidades y Administraci¨®n General del Estado, coordin¨¢ndose y trabajando cada una desde sus competencias. Y los deberes bien hechos se resumen en dos palabras clave: planificaci¨®n y financiaci¨®n. Planificaci¨®n que implica el trabajo conjunto con federaciones, clubes, sistema escolar para ampliar la base social en la pr¨¢ctica deportiva, detectar y estimular de manera conveniente y equilibrada a los j¨®venes talentos. Planificaci¨®n que comporta la gesti¨®n de una red adecuada de centros, ya sea de tecnificaci¨®n deportiva, ya de alto rendimiento o especializados. Y, para no enga?arnos, financiaci¨®n.
Al explicar el milagro deportivo espa?ol podemos deducir que el sistema en su conjunto ha hecho bien los deberes. La positiva percepci¨®n ciudadana respecto a la relevancia social del deporte, la extensi¨®n de la pr¨¢ctica deportiva o la presencia de pol¨ªticas p¨²blicas eficientes en medios, recursos humanos (t¨¦cnicos, entrenadores...) y recursos financieros, as¨ª como apoyo cient¨ªfico y m¨¦dico, son condiciones necesarias para el ¨¦xito deportivo. Necesarias, pero no suficientes. La condici¨®n suficiente es, desde luego, el propio deportista. Pero para que su creatividad se desarrolle y su energ¨ªa personal se despliegue se necesita, adem¨¢s, una s¨®lida cultura del deporte.
Y en irla construyendo, pr¨¢cticamente desde cero, se ha avanzado, y mucho, estos ¨²ltimos a?os. Desde dos perspectivas complementarias: hemos ido aprendiendo a superar cualquier atisbo de improvisaci¨®n, a gestionar con cierta inteligencia la ansiedad de los resultados inciertos o que tardan en llegar, a tener paciencia; y los deportistas espa?oles han aprendido a competir cada vez mejor, individualmente y en equipo, a perder el miedo a perder, a saber ganar. As¨ª hemos ido llegando a este momento casi m¨¢gico en el que hoy nos hallamos. Pero el presente, por brillante que sea como el actual lo es, no debe hacernos olvidar los desaf¨ªos que reclama el futuro. A pensar m¨¢s all¨¢ incluso del test de Pek¨ªn.
Sin olvidar los ¨¦xitos de la alta competici¨®n, el deporte tiene mucho que ver con la vida cotidiana, de la que es, en buena medida, fiel expresi¨®n. Y en este sentido conviene estar muy atentos a los cambios experimentados en los h¨¢bitos y la pr¨¢ctica deportiva de los espa?oles en esta primera d¨¦cada del siglo XXI. Cambios en la demanda que deben obligar a los poderes p¨²blicos a adecuar y mejorar la oferta. Cambios que afectan m¨¢s a c¨®mo y a qui¨¦nes hacen deporte que a cu¨¢ntos o con qu¨¦ frecuencia. En efecto, crece la actividad recreativa m¨¢s que la competitiva, crece la pr¨¢ctica deportiva de mujeres y mayores, mientras se estanca, aunque sigue siendo la m¨¢s notoria cuantitativamente, la de varones y j¨®venes. Y cambia tambi¨¦n la orientaci¨®n: aumenta la pr¨¢ctica individualizada alejada de clubes o federaciones frente a la colectiva o de equipo.
En estas coordenadas de cambio en las demandas se sit¨²an hoy buena parte de los desaf¨ªos de las administraciones p¨²blicas deportivas. Y cada vez se instala con mayor fortaleza lo que ha dado en llamarse concepci¨®n del deporte-salud. Salud y estar en forma suelen usarse como sin¨®nimos, pero el paso del tiempo ha ido demostrando que no lo son tanto. Salud hace referencia a equilibrio, mientras "estar en forma" puede significar (y de hecho cada vez tiende m¨¢s a ello) una cierta compulsividad, una carencia de l¨ªmites en la gesti¨®n del cuerpo. Por eso, la concepci¨®n del deporte-salud se aleja tanto de la b¨²squeda del m¨²sculo como de lo que alguien ha llamado "cuerpos perezosos", proclives a la apat¨ªa f¨ªsica y, como consecuencia, a la obesidad.
Pondr¨¦ un ejemplo que arrojar¨¢, creo, alguna luz: una concepci¨®n del deporte desde la salud implica, como suelo repetir, aceptar y afirmar el derecho de un ni?o a no ser campe¨®n. Pero tambi¨¦n el derecho de un ni?o en el camino hacia ser campe¨®n, a aspirar a serlo y a seguir siendo un ni?o y a ser tratado y respetado como tal.
Por esa senda, conjugando ambos derechos, ha de caminar el deporte espa?ol en el siglo XXI. Para lo cual se necesitan pol¨ªticas deportivas potentes y discursos p¨²blicos sobre el deporte coherentes, discursos alejados tanto del conformismo como de la autocomplacencia.
Bueno es vivir los actuales ¨¦xitos polideportivos de Espa?a desde el orgullo, pero tambi¨¦n como una oportunidad tanto para el impulso definitivo de la pr¨¢ctica deportiva saludable como para proseguir y culminar la modernizaci¨®n del capital f¨ªsico, organizativo y tecnol¨®gico al servicio del deporte y los deportistas. Porque lo importante de los ¨¦xitos, como gustaba de repetir Camus, no estriba tanto en obtenerlos como en merecerlos. El esfuerzo y la creatividad de nuestros deportistas los han sabido merecer. Y tambi¨¦n, con su confianza, apoyo y est¨ªmulo permanente, la sociedad espa?ola. La obligaci¨®n de todos es trabajar sin descanso para seguir mereci¨¦ndolos.
Pek¨ªn es una nueva oportunidad para refrendar el rango de Espa?a como pa¨ªs polideportivo de referencia. Y vamos a la cita mejor preparados que nunca, con ilusi¨®n, con ganas, con una delegaci¨®n numerosa y paritaria en la que est¨¢n representados en todos los deportes, excepto dos. Magn¨ªficas perspectivas, aunque no debamos incurrir en euforias desmedidas. Con Pek¨ªn al fondo, el reto m¨¢s decisivo del deporte espa?ol es mantener viva la ambici¨®n. Ante Pek¨ªn y despu¨¦s de Pek¨ªn.
Jaime Lissavetzky es secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes.
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