Geograf¨ªa de la sospecha
La novela negra tradicional narra la historia de una anomal¨ªa. Alguien mata a alguien. Hay un cad¨¢ver en un sill¨®n y un arma de fuego. Alguien huye por las cocinas de un restaurante chino. El detective investiga y persigue y por lo general llega a conclusiones escalofriantes: vivimos en un mundo extra?o y las urbes despiadadas despiertan al monstruo que duerme en ciertos seres fr¨¢giles. La corrupci¨®n y el delito campean. Hemos perdido el decoro, la medida humana de las cosas, la decencia. El detective, bebiendo un vaso de bourbon, lo constata una vez m¨¢s y luego, en silencio, camina entre las sombras de la calle. En el fondo ¨¦l es tan fr¨¢gil y solitario como los monstruos que persigue.
En Italia, como dice el ex juez De Cataldo, la novela es la respuesta a la desaparici¨®n del periodismo investigativo Hoy trata de comprender la sociedad globalizada, las econom¨ªas emergentes y los saltos pol¨ªticos de una era sin ideolog¨ªas
Pero la figura del detective ha ido cambiando. Nace con Auguste Dupin, personaje de Allan Poe, en los Cr¨ªmenes de la Rue Morgue: un hombre elegante y brillante que se mueve por los salones de la aristocracia. Es el modelo de Sherlock Holmes y H¨¦rcules Poirot, y el crimen es sobre todo un enigma que reta su inteligencia. Son novelas de sal¨®n y el mayordomo es sumamente sospechoso. Estamos a¨²n entre tazas de t¨¦ y copas de jerez o Bristol Cream. La respuesta llega de pronto a la mente del detective a trav¨¦s de un indicio que desata una complicada ¨¢lgebra mental, y al final todo est¨¢ muy claro. Los criminales usan tambi¨¦n objetos refinados, como dagas y estatuillas, y su m¨®vil, en ciertos casos, es po¨¦tico o filos¨®fico: buscan el crimen perfecto, por ejemplo.
La novela negra norteamericana cambia las cosas. Suben los grados de alcohol, pasamos al whisky o la ginebra. Los asesinos no son arist¨®cratas sino personas desesperadas y marginales. Aparecen los barrios bajos de Los ?ngeles, Chicago y Nueva York. Las afueras de Baltimore. Chandler y Hammet pululan por ah¨ª y sus detectives son solitarios, miembros de la internacional de la triple D: divorciados, depresivos y dips¨®manos. Su trabajo es obsesivo y tienen un fuerte sentimiento de culpa. Tambi¨¦n ocultan algo. Sus aventuras muestran la vida y retratan las calles y sus gentes. Est¨¢ la inmigraci¨®n, la mafia, la prostituci¨®n, el vicio... Est¨¢ la verdad desnuda. La novela latinoamericana parte de ah¨ª y le suma el compromiso pol¨ªtico, o el compromiso con la realidad: Paco Ignacio Taibo II contra las fuerzas oscuras del Estado mexicano. Sasturain en Buenos Aires, Leonardo Padura en Cuba, Rodrigo Rey Rosa en Guatemala. En Colombia aparece el mundo sicarial de Rosario Tijeras, de Jorge Franco, y la oscura demencia de un veterano de Vietnam, en Satan¨¢s, de Mario Mendoza, entre otros.
Pero hay que dejar claras ciertas consideraciones. La primera es que la novela negra es ante todo novela y debe responder por ello. La coartada del subg¨¦nero no le da ventaja alguna. Por eso debe ser buena y tambi¨¦n cre¨ªble. Debe estar tan bien escrita que sea imposible detenerse. Debe llevarnos a comprender mejor el mundo y la vida y debe instalar en nosotros la duda y el deseo de que la realidad siga siendo explicada o revelada a trav¨¦s de palabras. En suma, debe ser excelente, una buena novela que tiene la caracter¨ªstica de ser, despu¨¦s, de g¨¦nero negro, as¨ª como hay novelas excelentes que son hist¨®ricas o rom¨¢nticas o epistolares. Buenas novelas, buena literatura.
?Nuevos escenarios? "Hoy las novelas negras describen los problemas del mundo contempor¨¢neo, y la intriga, en el fondo, es la arquitectura que usa el novelista para mostrar mejor, con m¨¢s eficacia, c¨®mo funcionan nuestras sociedades, sus problemas y sus taras, en un ambiente generalmente urbano y de marcado realismo", me dice Anne Marie M¨¦taili¨¦, directora de Editions M¨¦taili¨¦, en Par¨ªs, una de las editoriales que m¨¢s ha investigado el tema y que traduce un amplio espectro de autores europeos y latinoamericanos.
El escenario privilegiado es la ciudad, pero esto no es nuevo. El caso de Italia es particularmente llamativo. Carlo Lucarelli, Wu Ming, Giancarlo De Cataldo, Roberto Savinio. En esa privilegiada pen¨ªnsula en la que todo es bello, donde se gest¨® el Renacimiento y se invent¨® la forma po¨¦tica del soneto, donde vieron la luz el queso parmesano y la pintura de Da Vinci y Raffaello, tambi¨¦n suceden cosas muy graves, y la literatura las registra. Ha pasado tiempo desde El zafarrancho aquel de v¨ªa Merulana, de Carlo Emilio Gadda. Hoy se habla y se denuncia a la Mafia, y los novelistas, en ocasiones, requieren de guardaespaldas. Es nuevo que algunos autores, como Giancarlo De Cataldo, provengan de la burocracia de la justicia. Su historia es curiosa: un ex juez que transforma los archivos de un caso en novela, Romanzo criminale, para contar el ascenso de una peque?a banda de ladrones que llega a controlar a pol¨ªticos y empresarios de Roma con los m¨¦todos salvajes del capitalismo y la globalizaci¨®n. Tambi¨¦n son globalizados y neoliberales los m¨¦todos de la Camorra de N¨¢poles descrita en la exitos¨ªsima novela Gomorra, de Roberto Savinio, otro escritor italiano que, antes de escribir, pas¨® diez a?os investigando a esta gran empresa criminal cuyo objetivo es la optimizaci¨®n de recursos y suministros, muy a la vanguardia de la econom¨ªa mundializada, por cierto, con negocios que llegan hasta China y presencia en actividades como la industria textilera, todo rigurosamente cierto y, sobre todo, rigurosamente cre¨ªble, lo que hace de Gomorra una gran novela que da la raz¨®n a De Cataldo cuando afirma que la novela negra de hoy, en Italia, es la respuesta a la desaparici¨®n del periodismo investigativo, algo que otros llaman el Noir Mediterr¨¢neo o novela negra mediterr¨¢nea, mezcla de investigaci¨®n y ficci¨®n en dosis fuertes.
Un poco m¨¢s al Norte, siguiendo el trazado de una imaginaria proyecci¨®n de Mercator, podr¨ªamos decir que algunos novelistas de Islandia tambi¨¦n intentan comprender el mundo de hoy a su manera, con el paso violento de una sociedad campesina a la m¨¢s aterradora modernidad. Le ocurre a Arnaldur Indridason, en Jar City, y a su detective Erlendur, cuya hija escucha m¨²sica rock y consume drogas de dise?o en los bares m¨¢s aterradores de Reikiavik. Cosas que ¨¦l no comprende. Mientras tanto, Erlendur debe indagar el crimen de un anciano ped¨®filo y violador y para hacerlo debe vencerse a s¨ª mismo. Desprecia a la v¨ªctima pero sigue adelante. El mundo ya no es lo que era y ¨¦l debe llegar a la verdad, pues es un viejo que cree en la justicia y la rectitud humana. Algo similar piensa Kurt Wallander, el detective del sueco Henning Mankell, un autor de ¨¦xito y una referencia de la novela negra n¨®rdica, de ese grupo de novelistas que vienen del fr¨ªo, como vino tambi¨¦n el dan¨¦s Jens Martin Eriksen, representante del "realismo obsceno", o Hakan Nesser, apodado el Simenon de Suecia, con su inspector Barbarotti, o el tambi¨¦n island¨¦s Arni Thorarinsson, todos ellos asediando este extra?o espacio que habitamos.
Un mundo raro e inc¨®modo tambi¨¦n para Hannelor Cayre, autora francesa, que en su novela Abogado de oficio cuenta las pobres vidas de los abogados lumpen que defienden a los marginales e inmigrantes pobres de Par¨ªs, lejos de los grandes estrados y alegatos donde domina la palabra y el esp¨ªritu de la ley. O m¨¢s al Sur, el griego de Estambul Petros Markaris y su detective Costas Charitos, implacable a la hora de desentra?ar los cr¨ªmenes de las mafias que trafican con personas, del Este al Oeste. Y por cierto, all¨¢ en el Este est¨¢ Anna Mar¨ªnina, novelista rusa, ex polic¨ªa de Mosc¨² y ex crimin¨®loga del Ministerio del Interior, quien transfiere a sus novelas sus propias experiencias en la piel de Anastasia Pavlovna Kam¨¦nskaya, inspectora de la Petrovka, la polic¨ªa criminal de Mosc¨², pero tambi¨¦n gran intelectual, especialista en inform¨¢tica y joven que persigue la corrupci¨®n pol¨ªtica y empresarial ligada a las poderosas mafias de su pa¨ªs.
Es el Noir Mediterr¨¢neo en las estepas rusas, o la novela negra de hoy a secas, al fin y al cabo, en su b¨²squeda por comprender mejor la sociedad globalizada, las econom¨ªas emergentes y los saltos pol¨ªticos de una era sin ideolog¨ªas, pero tambi¨¦n otros problemas como el choque de culturas y generaciones, la violencia terrorista, la inmigraci¨®n desatada y cruel, la nostalgia del miedo y del horror de los grupos neonazis que en la noche recorren como huestes prehist¨®ricas las calles de Copenhague, Estocolmo o Bak¨², en fin, novelas negras y buenas, cuando lo son, que dan cuenta de la realidad, piensan mal del pr¨®jimo y se llenan de sospechas que por lo general est¨¢n muy bien fundadas. -
Santiago Gamboa (Bogot¨¢, 1965) es autor de la novela policiaca Perder es cuesti¨®n de m¨¦todo (Mondadori). Su libro m¨¢s reciente es El s¨ªndrome de Ulises (Seix Barral).
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