Tennessee Williams: las flores podridas del magnolio
Su abuelo materno, llamado Rakin, era rector de la Iglesia Episcopal de Columbus, cuando en esa ciudad de Misisipi naci¨® Tennessee Williams el 26 de marzo de 1911. Su abuelo paterno, un Lanier Williams II, de linaje acreditado, dilapid¨® una fortuna tratando sin ¨¦xito de ser gobernador. Su madre, Edwina, ten¨ªa un car¨¢cter capaz de cabalgar un hombre, una bestia o una tormenta. Su padre, Cornelius Coffin Williams, fue degradado en su carrera militar por simple tarambana y termin¨® de viajante de una f¨¢brica de zapatos, oficio que le permit¨ªa visitar el burdel de cada lugar. Su hermana Rose se pas¨® la vida entre psiquiatras, fue sometida a una lobotom¨ªa y termin¨® encerrada en un manicomio. Aparte estaba aquella amiga de la ni?ez, Hazel, que fue su novia difusa en la adolescencia, antes de que nuestro h¨¦roe se convirtiera en un cocodrilo devorador de jovenzuelos. Hazel s¨®lo le permit¨ªa besarla en la boca dos veces al a?o, el d¨ªa de Navidad y en el de su aniversario. Conviene retener el nombre de los miembros de su familia porque bajo distintas m¨¢scaras Tennessee Williams no har¨¢ sino pasearlos a trav¨¦s de su inspiraci¨®n por todos los escenarios de su teatro. Pero en su obra hab¨ªa otro gran personaje invisible, siempre el protagonista, que se mov¨ªa bajo el perfume podrido de los magnolios despu¨¦s del aguacero, en las mansiones con porches de madera, entre el sudor, la Biblia y el alcohol. Se llamaba el Sur.
Era neur¨®tico, enfermizo, cardiaco prematuro, con una catarata que le dej¨® una nube en una pupila, t¨ªmido hasta el sofoco
S¨®lo durante los a?os que pas¨® junto a su pareja estable Frankie Merlo logr¨® cierta serenidad convulsa en su vida
El ni?o adoraba a su abuelo Rakin, al que siempre llev¨® asociado con los tiempos felices de la infancia. Su primer regalo consisti¨® en llev¨¢rselo consigo de excursi¨®n por Europa con una recua familiar cuando a¨²n era adolescente. Tambi¨¦n le pag¨® los mil d¨®lares que necesitaba para ingresar en la Universidad de Misuri, en la ciudad de Columbia, en el oto?o de 1929. Luego, durante las tormentas de juventud siempre le ech¨® una mano mientras pudo. Por otra parte, Tennessee respet¨® a su padre hasta el d¨ªa que en una partida de p¨®quer le arranc¨® una oreja de un mordisco a un compa?ero de juego y sobrevino el esc¨¢ndalo. De ni?o Tennessee Williams tuvo difteria y durante el largo periodo de convalecencia en la cama comenz¨® a imaginar historias. Siempre estuvo convencido de que no iba a vivir demasiado. La locura de su hermana despert¨® en ¨¦l un sentimiento de ternura indecible junto con el recuerdo de su ni?era negra Ozzie, pero la fortaleza de su madre fue un punto de atracci¨®n que no le permiti¨® salir nunca de su ¨®rbita donde siempre se sinti¨® amparado. Ella le regal¨® a los 11 a?os la primera m¨¢quina de escribir.
Era neur¨®tico, enfermizo, cardiaco prematuro, con una catarata que le dej¨® una nube en la pupila izquierda, t¨ªmido hasta el sofoco. Si alguien le miraba a los ojos, le ard¨ªa la cara y enrojec¨ªa hasta las orejas. Leyendo sus espl¨¦ndidas y descarnadas memorias no se comprende que de pronto un d¨ªa quebrara esta timidez y se decidiera a manifestar abiertamente una homosexualidad tan exigente que le obligaba a devorar cada noche a un joven partenaire, compa?ero de clase o jabal¨ª cazado en los ¨¢mbitos nocturnos m¨¢s peligrosos, siempre al borde del escarnio o de la paliza. Cuando las cosas se torcieron y tuvo que abandonar la Universidad de Misuri por falta de dinero su padre lo emple¨® en la empresa de zapatos, pero la vida de Tennessee siempre fue un ir de ac¨¢ para all¨¢, con su familia o solo, a Saint Louis, Memphis, Nueva Orleans, M¨¦xico, Cayo Hueso, Nueva York, Roma, lo mismo en el espacio exterior que por dentro de s¨ª mismo sin lograr encontrarse nunca. Hubo un tiempo en que fue portero y ascensorista de hotel. Mientras tanto escrib¨ªa cuentos que mandaba a la revista Story. Ant¨®n Ch¨¦jov y D. H. Lawrence eran sus maestros entonces. En 1939, abandonada la universidad, trabaj¨® en una granja av¨ªcola en las cercan¨ªas de Los ?ngeles como desplumador de pollos. Por cada ave que pelaba met¨ªa una pluma en una botella de leche rotulada con su nombre y se le pagaba con arreglo a la cantidad de plumas que tuviera la botella. Uno de los compa?eros de labor le dio una peque?a lecci¨®n de filosof¨ªa. Le dijo: "Toma nota, si uno se queda el tiempo suficiente en un rinc¨®n de California, tarde o temprano termina por pasar una gaviota que te caga encima un mont¨®n de oro". As¨ª fue. Mientras desplumaba pollos el Grupo de Teatro de Nueva York le inform¨® de que acababa de concederle el premio especial de cien d¨®lares por una serie de piezas en un acto titulada American blues. En aquel tiempo cien d¨®lares eran un buen pellizco. As¨ª comenz¨® todo. Esa frase de su amigo la repiti¨® en alguna de sus obras.
El nombre de Tennessee Williams lo llevo siempre unido, desde los a?os cincuenta del siglo pasado, al sonido subyugante que produc¨ªan los t¨ªtulos de obras: El zoo de cristal, La gata sobre el tejado de zinc ardiente, Verano y humo, Dulce p¨¢jaro de juventud, Un tranv¨ªa llamado Deseo, La primavera romana de la se?ora Stone. Con eso entonces me bastaba. Eran palabras que uno se pasaba por la lengua y el paladar como un dulce de coco y cre¨ªa haber penetrado en la esencia de sus pasiones s¨®lo con haberlas pronunciado. Todas sus obras fueron llevadas al cine y en ellas daba vueltas una y otra vez a sus obsesiones de personajes inadaptados que escapaban de la realidad sucia a trav¨¦s de los sue?os, machos brutales que descargaban su agresividad contra mujeres d¨¦biles y sensibles, hero¨ªnas locas que habitaban al mismo tiempo el desastre y la fantas¨ªa, arist¨®cratas decadentes perdidos en el alcohol y los salmos. Tennessee Williams era uno de sus personajes. Nunca alcanzaba un ¨¦xito que no fuera seguido de la propia destrucci¨®n. S¨®lo durante los a?os que pas¨® junto a su pareja estable Frankie Merlo logr¨® cierta serenidad convulsa en su vida, pero con la temprana muerte de su amigo rompi¨® todas las amarras. Abrazado a cuerpos j¨®venes siempre renovados que cazaba en las esquinas se naveg¨® a s¨ª mismo entre las drogas y el alcohol sin dejar nunca de ser aquel ni?o d¨¦bil que su madre adoraba. Tennessee Williams muri¨® a los 71 a?os en la habitaci¨®n de un hotel, atragantado por la tapa de un bote de pastillas. Su hermano Dakin crey¨® que hab¨ªa sido asesinado. Est¨¢ enterrado en el cementerio Calvary, de Sant Louis, Misuri.
Deseo es el nombre de un barrio de Nueva Orleans. Desde el centro de la ciudad hasta ese barrio de las afueras iba un tranv¨ªa que llevaba el destino escrito en el frontis bajo un cristal. Un d¨ªa tom¨¦ ese tranv¨ªa. El barrio llamado Deseo era marginal y muy peligroso. Me ape¨¦ en la parada. Recorr¨ª algunas calles con casas de madera con un peque?o porche al que se acced¨ªa por varios pelda?os carcomidos que en ese momento estaban llenos de borrachos de mirada turbia con botes de cerveza en la mano. Imagin¨¦ que uno de ellos era Marlon Brando con la camiseta sudada y una chica que tend¨ªa la ropa era Vivien Leigh llena de sedas y perifollos. Luego en el barrio Franc¨¦s, bajo los porches con filigranas labradas de hierro colado me deten¨ªa en las casas donde hab¨ªa vivido Tennessee Williams de cuyos patios los magnolios saltaban por las tapias mientras sal¨ªa de todos los garitos m¨²sica de jazz. Por aquellas calles vagaba su alma.
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