Una lecci¨®n para EE UU sobre Mosc¨²
El Gobierno ruso ya advirti¨® que la secesi¨®n kosovar tendr¨ªa consecuencias
La imagen del presidente George Bush sonriendo y charlando con el primer ministro de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, en Pek¨ªn mientras los aviones rusos bombardeaban Georgia da una idea de cu¨¢l es la pol¨ªtica norteamericana respecto a Rusia. Aunque EE UU considera que el Gobierno de Tbilisi es su mayor aliado en el bloque ex sovi¨¦tico, Washington necesita demasiado a Rusia en asuntos como Ir¨¢n. El Departamento de Estado ya dej¨® claro el s¨¢bado que no hab¨ªa ninguna posibilidad de que Estados Unidos interviniera militarmente.
Bush emple¨® un lenguaje duro y exigi¨® a Rusia el fin de los bombardeos. ?Qu¨¦ hizo Putin? Se neg¨® a ceder cuando se lo pidi¨® el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy. "Fue una reuni¨®n dif¨ªcil", explic¨® un alto funcionario occidental. "Putin dec¨ªa: 'Vamos a hacer que paguen. Vamos a hacer justicia". Despu¨¦s vol¨® de Pek¨ªn a Osetia del Norte para coordinar en teor¨ªa la ayuda a los refugiados que hab¨ªan huido hacia Rusia, pero el mensaje era evidente: ¨¦sta es nuestra esfera de influencia.
"Lo que acaban de hacer los rusos, por primera vez desde la ca¨ªda de la URSS, es emprender con decisi¨®n una acci¨®n militar e imponer una realidad", explica George Friedman, director ejecutivo de Stratfor, empresa de an¨¢lisis geopol¨ªtico e inteligencia. "Todos los que han tratado de que Occidente intimidase a los rusos no van a tener m¨¢s remedio que reflexionar sobre lo ocurrido". Miembros de la Administraci¨®n de Bush han reconocido que el mundo exterior, y en particular Estados Unidos, tiene escasa influencia sobre las acciones rusas.
"Desde el punto de vista estrat¨¦gico, los rusos ya hab¨ªan dejado claro que quer¨ªan realizar una exhibici¨®n de fuerza. Est¨¢n molestos por Kosovo", dice un diplom¨¢tico sobre la indignaci¨®n rusa por el apoyo occidental a la partici¨®n de Serbia, aliada de Mosc¨². Durante una reuni¨®n sobre Kosovo celebrada este a?o en Bruselas, el ministro de Exteriores de Rusia, Sergu¨¦i Lavrov, advirti¨® a Condoleezza Rice y a otros ministros de la UE de que si reconoc¨ªan a Kosovo estar¨ªan sentando un precedente para Osetia de Sur y otras provincias rebeldes.
Para la Administraci¨®n de Bush, se trata de decidir ahora si merece la pena respaldar a Georgia en esta disputa con el riesgo de enojar a Rusia en un momento en el que conseguir su ayuda para controlar las ambiciones nucleares de Ir¨¢n es una de las prioridades de la pol¨ªtica exterior estadounidense. Entre algunos funcionarios del Gobierno de Bush cunde la sensaci¨®n creciente de que Estados Unidos no puede salirse con la suya en todo y tiene que escoger sus prioridades, sobre todo si tiene algo que ver con Rusia.
El firme apoyo de Washington a Georgia -que incluye entrenamiento de soldados y suministro de armas- fue, en parte, una recompensa por su apoyo en Irak. EE UU considera que Georgia es un modelo de democracia en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica y que deb¨ªa de ser un ejemplo para otras ex rep¨²blicas sobre las ventajas de asociarse con Occidente.
Pero ese apoyo, junto con las acciones de Estados Unidos y Europa en Kosovo, han hecho que Rusia se sintiera amenazada, asediada y m¨¢s convencida de que ten¨ªa que tomar medidas agresivas para recuperar su poder, su dignidad y su influencia en una regi¨®n que considera su patio trasero estrat¨¦gico, dicen varios expertos en pol¨ªtica exterior.
La nueva agresividad de Rusia coincide adem¨¢s con la preocupaci¨®n de EE UU por Irak y Afganist¨¢n y el enfrentamiento que se avecina con Ir¨¢n. Estos factores significan, seg¨²n reconocen varios representantes de la Administraci¨®n, que es Mosc¨² quien lleva ahora las riendas.
"Nos hemos colocado en tal posici¨®n que, a escala mundial, no tenemos los medios para hacer nada", dice Friedman. "Yo creo que, en esas circunstancias, lo mejor ser¨ªa callarse". Al transmitirle este comentario a un alto funcionario del Gobierno, ¨¦ste se ri¨®. "Bueno, a lo mejor estamos aprendiendo a callarnos ahora", y pidi¨® que no figurase su nombre en la cr¨®nica porque no estaba autorizado a hablar sobre el tema.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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