Soluciones a la exuberancia de los mercados
Un recalcitrante liberal, Richard Nixon, afirmaba en los a?os sesenta que "ya somos todos keynesianos", asumiendo que en ¨¦pocas de estancamiento o recesi¨®n, la inversi¨®n p¨²blica anima la actividad econ¨®mica y el empleo. Pero, actualmente, la b¨²squeda de "demanda agregada" por esta v¨ªa, al igual que por la bajada de impuestos o por la subvenci¨®n indirecta de alimentos, materias primas o energ¨ªa, es imposible, pues solamente ser¨ªa efectiva si lo hicieron unos pa¨ªses y otros no. El endeudamiento p¨²blico y privado es, en estos momentos, asfixiante en casi todas las latitudes del globo. Los activos mundiales valen tres veces menos que los instrumentos financieros que los soportan. Es el crash de los hedge funds y del "capital riesgo". En casi todas las zonas y pa¨ªses, los altibajos e incertidumbres de la ¨²ltima d¨¦cada se han intentado paliar con excesiva liquidez monetaria por la v¨ªa de los bajos intereses, haciendo depender el consumo del endeudamiento, y la inversi¨®n de una valoraci¨®n irreal de los activos, como los inmobiliarios o ciertos productos financieros de dudosa solidez econ¨®mica. Esta din¨¢mica tambi¨¦n ha desincentivado el ahorro, generando menos liquidez en el sistema.
Se trata de dinamizar la econom¨ªa en todos sus frentes, no de proteger las empresas
Todos los gobiernos hablan de crisis o coyuntura internacional, que se traduce en echar la culpa a los dem¨¢s para exonerar la suya. La econom¨ªa mundial ya no depende ¨²nicamente del motor norteamericano, ni del de la estancada vieja Europa, sino de otros motores auxiliares que pueden entrar en funcionamiento: los llamados BRICs (Brasil, Rusia, India y China). El peso econ¨®mico de Estados Unidos es cada vez menor en el conjunto de la econom¨ªa mundial y, seg¨²n algunas estad¨ªsticas, est¨¢ por debajo de la UE 27. Por eso, la mirada est¨¢ cambiando de foco a la espera de una revitalizaci¨®n de la coyuntura internacional en otras zonas, aunque muchos l¨ªderes siguen todav¨ªa confiando en la nueva Norteam¨¦rica de Obama para no afrontar los nuevos retos de la globalizaci¨®n.
En Europa, la mayor parte de los discursos, tanto de la izquierda como de la derecha, se basan en la defensa y protecci¨®n de los mercados, en lugar de asumir esta nueva responsabilidad dinamizando la econom¨ªa en todos sus frentes. La p¨¦rdida de capacidad de liderazgo de Estados Unidos se debe a la falta de confianza, al incremento del paro, al elevado d¨¦ficit comercial, al desplome inmobiliario y a la debilidad estructural del d¨®lar. Lleva varios a?os pagando el d¨¦ficit exterior con capital exterior. Y, como ya es tradicional, los pa¨ªses con fuertes exportaciones de materias primas no funcionan ni para solucionar sus propios desajustes (Argentina, Venezuela o los pa¨ªses ¨¢rabes, en general).
Adem¨¢s de esos problemas, la actual crisis procede del incremento del precio de las materias primas y energ¨ªa por el tir¨®n de la demanda de muchos pa¨ªses con crecimiento espectacular gracias a la globalizaci¨®n econ¨®mica. Este modelo ha funcionado hasta ahora agrandando la deuda, con intereses bajos y con la inflaci¨®n controlada, convirtiendo a China en su f¨¢brica y a la India en su service center. Tambi¨¦n ha sido bendecido por los bancos centrales y gobiernos de casi todos pa¨ªses -lo que llamaba Alan Greenspan la "exuberancia irracional de los mercados"-, de manera que las familias consum¨ªan y dejaban su futuro invertido en sus viviendas mientras las Administraciones P¨²blicas llenaban sus arcas. Era una econom¨ªa apoyada en el hiperconsumo por la v¨ªa del endeudamiento, con bajadas importantes de costes de producci¨®n por la deslocalizaci¨®n.
Pero ?qu¨¦ ocurre cuando la inflaci¨®n sube por el incremento del consumo de bienes con precios poco el¨¢sticos como la energ¨ªa o ciertas materias primas? Los tipos de inter¨¦s suben, baja el consumo, y los bancos ya no asumen tanto riesgo, y se niegan a renegociar hipotecas. Se genera una inflaci¨®n psicol¨®gica (v¨¦ase el Nobel Edmund Phelps), se pierde la confianza, y empresarios y familias miran a los gobiernos. Pero Keynes ya no es la soluci¨®n, pues provocar¨ªa mayor inflaci¨®n global, reforzando el c¨ªrculo vicioso.
La soluci¨®n se mueve en tres bandas: ahorro, ahorro y ahorro. Provocar¨¢ un ajuste en el empleo y en los beneficios de las empresas, pero mejorar¨¢ la "coyuntura internacional" que tan h¨¢bilmente manejan las autoridades monetarias. Pero tambi¨¦n bajar¨¢n la inflaci¨®n y los tipos de inter¨¦s, y se recuperar¨¢n la liquidez y la confianza de los mercados. Simult¨¢neamente, y a medio plazo, ahora que el euro no puede devaluar, se debe incrementar la productividad con trabajo, talento, capital humano e innovaci¨®n, y algunas otras medidas liberalizadoras que hagan m¨¢s eficientes los mercados.
Existe otra posibilidad, en la l¨ªnea de la "destrucci¨®n creadora" de Joseph Schumpeter: renovar la hipoteca, si te la conceden, hacer una dieta hipercal¨®rica a base de hidratos de carbono (recuerden el almuerzo de 18 platos del G-8), pasear a menudo escuchando el soplido del turbodi¨¦sel, y ver c¨®mo los gobiernos inyectan m¨¢s deuda bajando los impuestos para cambiar el ciclo econ¨®mico. Por aqu¨ª se prefiere acelerar para despu¨¦s desacelerar.
Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez Monzoncillo es catedr¨¢tico de Comunicaci¨®n en la Universidad Rey Juan Carlos.
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