Regalo inesperado para Rusia
El ataque de Georgia contra la regi¨®n de Osetia del Sur, y la posterior respuesta rusa contra Georgia, han puesto de relieve el riesgo de que las tensiones en el C¨¢ucaso acaben contribuyendo a la creciente inestabilidad internacional. El origen del actual conflicto habr¨ªa que buscarlo en el deterioro del acuerdo firmado en Dagomis por los Gobiernos Mosc¨² y Tbilisi, con el que, en 1992, trataron de poner fin a la guerra desencadenada por la pretensi¨®n de los osetios de separarse de Georgia y unirse a Rusia. El ej¨¦rcito ruso ha formado parte durante estos a?os de la fuerza de paz recogida en el acuerdo, lo que no ha impedido que las autoridades de Osetia hayan ido profundizando por v¨ªas de hecho la independencia de la regi¨®n e incrementando los desaf¨ªos a Georgia.
Aunque las escaramuzas pol¨ªticas y militares en torno a Osetia -tambi¨¦n a Abjazia- han sido una constante de la era postsovi¨¦tica, la chispa que ha hecho saltar el polvor¨ªn habr¨ªa que buscarla en un error del presidente georgiano, Mijail Saakashvili, m¨¢s que en un hecho concreto sobre el terreno. Saakashvili crey¨® que sus negociaciones con la OTAN le conced¨ªan un amplio margen de actuaci¨®n en Osetia, y decidi¨® recurrir al empleo de la fuerza para garantizar la soberan¨ªa de Georgia sobre el territorio. No s¨®lo el deteriorado acuerdo de 1992 ha saltado por los aires, sino que Rusia tiene oportunidad de intervenir para lanzar un mensaje en m¨²ltiples direcciones. Declara que su intervenci¨®n ha sido "humanitaria", con el objetivo de "forzar la paz" y poner fin a un "genocidio". Es dif¨ªcil no apreciar en este lenguaje un calco interesado del que europeos y norteamericanos utilizaron en la antigua Yugoslavia, hasta llegar a la independencia de Kosovo, radicalmente contestada por Mosc¨².
Pero es dif¨ªcil no adivinar, adem¨¢s, un deseo de marcar ciertos l¨ªmites a la ampliaci¨®n de la OTAN hacia los pa¨ªses del viejo entorno sovi¨¦tico. Por una parte, el error de Saakashvili ha reforzado los temores de Rusia acerca de los riesgos que correr¨ªa si la Alianza se extiende hasta sus fronteras; por otra, le ha dado la excusa para atajar el problema de ra¨ªz y con m¨¦todos tan expeditivos como los empleados en Chechenia. De ah¨ª la desproporci¨®n de su respuesta al ataque contra Osetia: no s¨®lo es una lecci¨®n a Saakashvili, sino tambi¨¦n una advertencia a la sede atl¨¢ntica en Bruselas. Plantearse la incorporaci¨®n de Georgia a la Alianza tiene una lectura diferente antes y despu¨¦s de estos d¨ªas de combates. Al margen de que la propia Alianza acabar¨¢ por interrogarse seriamente sobre la conveniencia de verse arrastrada a aventuras como la que se vive en el C¨¢ucaso.
Estados Unidos se ha mantenido en un relativo segundo plano en el desarrollo de la crisis, pero eso no ha impedido que Mosc¨² recurra al discurso y los conceptos habituales de la Guerra fr¨ªa. Un movimiento en falso de Georgia se ha convertido en un regalo inesperado para Rusia y le ha permitido mejorar su posici¨®n internacional. Poco a poco, un r¨¦gimen cuya deriva autoritaria no deja de acentuarse de d¨ªa en d¨ªa ve ocasi¨®n de gozar fuera de sus fronteras de la misma impunidad con la que act¨²a dentro.
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