Europa, estancada...
La crisis no s¨®lo afecta a Espa?a, pero aqu¨ª se ve agravada por problemas singulares
Un a?o despu¨¦s de la aparici¨®n de los primeros s¨ªntomas de la crisis financiera global, todos los indicadores confirman que la fiebre se ha extendido ya, con singularidades propias de cada pa¨ªs, a la generalidad de las econom¨ªas. Las europeas han sufrido un r¨¢pido retroceso, especialmente las de pa¨ªses tan importantes como Alemania, Francia, Italia y, desde luego, Espa?a, todas ellas en crecimiento negativo o pr¨®ximo a cero respecto al trimestre anterior. Y lo que llevamos de la segunda mitad del a?o no s¨®lo confirma esa debilidad, sino que la extiende a otras econom¨ªas (Jap¨®n vuelve a la senda de recesi¨®n) y acent¨²a la incertidumbre acerca del momento de su superaci¨®n.
La crisis afecta de manera m¨¢s intensa a los pa¨ªses que han vivido una expansi¨®n mayor del sector de la construcci¨®n, como Espa?a, sobre todo, pero tambi¨¦n Irlanda, Reino Unido y EE UU. Pero ninguna econom¨ªa escapa ya a los efectos del aumento de precios de las materias primas y de la prolongada crisis de los mercados de cr¨¦dito y las estrechamente asociadas amenazas que siguen pesando sobre algunos sistemas financieros.
Esa coexistencia de perturbaciones de distinta naturaleza, que requerir¨ªan terapias en parte contradictorias, complica las decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica. La contenci¨®n de la inflaci¨®n se enfrenta a la amortiguaci¨®n del impacto desacelerador de la actividad sobre el empleo, dificultando las decisiones monetarias de los bancos centrales. La preservaci¨®n de la estabilidad financiera no siempre es compatible con el libre juego del mercado, y los apoyos que requieren algunas entidades financieras. El mal funcionamiento del mercado de cr¨¦dito ha forzado la intervenci¨®n de las autoridades en algunos pa¨ªses.
Europa ha de resolver de forma coordinada los problemas que sean comunes, como los relativos a la estabilidad financiera. Y ah¨ª el papel del Banco Central Europeo (BCE) es importante. Hasta ahora ha puesto m¨¢s celo en acreditar su empe?o antiinflacionista que en el crecimiento de las econom¨ªas y la capacidad de las mismas para generar empleo. El mercado, sin necesidad de que el BCE subiera tipos, ya lo hab¨ªa hecho en exceso: el Eur¨ªbor nunca estuvo m¨¢s distanciado de los tipos oficiales. Al mismo tiempo, los datos de los bancos centrales sobre la actitud restrictiva de la banca para conceder pr¨¦stamos indica que no estamos precisamente en una fase de expansi¨®n monetaria.
Es cierto, por tanto, que el mal es general, pero la crisis tiene en Espa?a causas internas que no se atajaron a tiempo y caracter¨ªsticas singulares como el persistente diferencial de inflaci¨®n y el elevad¨ªsimo d¨¦ficit exterior, efecto de la p¨¦rdida de competitividad. Las medidas anticrisis deben tener en cuenta esa singularidad y servir para estimular el cambio de modelo de crecimiento.
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