Francia
Con la francofilia ocurre como con ciertas enfermedades ven¨¦reas: hubo una ¨¦poca en que distingu¨ªa a los se?oritos y ahora, en cambio, m¨¢s vale evitarla como tema de conversaci¨®n. As¨ª va el mundo, por modas. Francia parece antigua. La lengua francesa ocupa una posici¨®n secundaria en el ciberespacio y atrae a poqu¨ªsimos j¨®venes espa?oles. Declararse devoto de Francia constituye hoy casi una provocaci¨®n. Yo mismo, lo reconozco, tengo mis dificultades con Francia. Viv¨ª unos a?os en Par¨ªs, una ciudad preciosa y borde, y me largu¨¦ con sensaciones contradictorias. Sigo convencido de que Francia encarna el pasado, pero el futuro me inspira desconfianza. Quiz¨¢ los franceses, tan reaccionarios, graf¨®manos y elocuentes, posean razones poderosas para alzar la bandera de su propia excepcionalidad. Quiz¨¢ los franceses, que llevan generaciones comiendo tres buenos platos calientes, sepan algo que nosotros no hemos descubierto todav¨ªa.
Antes, cuando hab¨ªa que leer Le Monde, se emit¨ªa en la televisi¨®n francesa un programa cursi, pesadito, por el que suspiraba la intelectualidad espa?ola. Se llamaba Apostrophes, trataba de libros y lo presentaba Bernard Pivot. Dur¨® desde 1974 hasta 1990, a?o en que pas¨® a llamarse Bouillon de culture y, con una ligera ampliaci¨®n tem¨¢tica, se prolong¨® hasta 2001. Durante una vida de casi tres d¨¦cadas, ese espacio cursi y pesadito ofreci¨® algunos de los mejores momentos televisivos de todos los tiempos. Incluyo entre ellos, por supuesto, la espectacular curda de Bukowski. Pivot, cursi y pesadito, fabric¨® un gran programa.
La "excepci¨®n francesa" es capaz de ir a¨²n m¨¢s all¨¢. Desde 1975, la televisi¨®n p¨²blica emite un programa parsimonioso y vagamente po¨¦tico llamado Thalassa. Habla del mar y lleva 38 a?os bajo la direcci¨®n de Georges Pernoud. TV-3 se hizo con la franquicia en 1988, aportando su propio producto. Despu¨¦s se apunt¨® ETB. Si un d¨ªa necesitan regar las neuronas, busquen Thalassa y v¨¦anlo. Con cuidado, porque pasa como con la francofilia: una vez se contrae, cuesta quitarse el vicio.
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