De visita a la antig¨¹edad
Los b¨¢rbaros en Venecia, Babilonia en Par¨ªs, Tutankam¨®n, los ej¨¦rcitos de terracota chinos y el emperador Adriano en Londres, etruscos en Barcelona, las ciudades sumergidas de los Ptolomeos en Madrid... ?Vaya un trasiego! La antig¨¹edad est¨¢ de gira. Pasen y vean. Las grandes exposiciones sobre civilizaciones, culturas, pueblos o personajes del mundo antiguo, sean los celtas, los tracios, los nubios o los mayas, Alejandro Magno o Confucio, se multiplican en los ¨²ltimos a?os y uno puede encontrarse en cualquier gran ciudad, como unos turistas m¨¢s, momias, m¨¢rmoles, bronces y los mil tesoros despertados de su largo sue?o por la arqueolog¨ªa, presentados con un despliegue apabullante. ?Son estas exposiciones simplemente una moda o la prueba de un renacido inter¨¦s de la gente por la historia y el pasado? ?Un buen m¨¦todo de difundir conocimientos o un gigantesco fast food cultural, un empacho r¨¢pido de datos que pronto se olvidan? ?Tienen utilidad cient¨ªfica?
Una exposici¨®n sobre los persas dio un vuelco a la tradici¨®n: eran un modelo de tolerancia frente a los insidiosos griegos
Cuando parece que nuestra sociedad se aboca fren¨¦ticamente a la contemporaneidad, obsesionada por las nuevas tecnolog¨ªas y los retos e inquietudes del presente, sorprende la propuesta de esas grandes exposiciones que resucitan un lejano y a veces oscuro y misterioso pret¨¦rito y, a¨²n m¨¢s, la masiva respuesta del p¨²blico, que muy a menudo llena los recintos de exhibici¨®n y soporta largas colas para acceder a ellos y darse un ba?o de cosas maravillosas. Y eso que se trata generalmente de exposiciones que pese a tener en buena parte un componente espectacular -un espacio de relumbr¨®n, material multimedia, proyecciones, vocaci¨®n escenogr¨¢fica, merchandising, por no hablar de la exquisitez de las piezas- son rigurosas, amplias y exigentes con el visitante, poniendo a veces a prueba su capacidad de absorber y asumir informaci¨®n. Cuando uno observa colas frente a los escitas, un corro de gente ante el modelo en bronce de un h¨ªgado para la adivinaci¨®n etrusca, a un padre aupar a su hijo para que vea mejor una figurita funeraria del ajuar de Tutankam¨®n o a una jovencita abismada en la contemplaci¨®n de una moneda con la efigie de Cleopatra, piensa que el mundo, a lo mejor, no va tan mal como creemos.
Estas grandes exposiciones -cuyo modelo cabe rastrearlo en aquella famosa I Fenici, orquestada por el malogrado Sabatino Moscati y la arquitecta Gae Aulenti en el Palazzo Grassi de Venecia en 1988, con un millar de objetos- tienen muchas cosas buenas, seg¨²n coinciden en valorar los especialistas: permiten admirar piezas ¨²nicas que no viajar¨ªan en otro contexto, agrupar conjuntos excepcionales de objetos y conjugar el esfuerzo de los investigadores para revisar y poner al d¨ªa conocimientos y aportar nuevas ideas.
Por ejemplo, la exposici¨®n Pr¨ªncipes etruscos, entre Oriente y Occidente, que expuso CaixaForum (Barcelona) y se podr¨¢ ver en Madrid de octubre a enero, no s¨®lo ofreci¨® la posibilidad de admirar las fabulosas estatuillas de guerreros de Brolio (Arezzo) sino que propuso una relectura de la civilizaci¨®n etrusca m¨¢s all¨¢ del t¨®pico del misterio y en la que el papel de la mujer se destacaba como nunca antes. Algo muy de acuerdo con la sensibilidad moderna. M¨¢s radical fue la exhibici¨®n sobre los persas en el mismo centro -muy activo con este tipo de exposiciones desde la a?orada etapa de Luis Monreal a su frente (¨ªberos, Isla de Pascua, Afganist¨¢n, reinos africanos, T¨ªbet...)-, que ofreci¨® un radical vuelco a la mirada tradicional sobre las guerras m¨¦dicas: el imperio persa era un modelo de tolerancia frente a las insidiosas ciudades griegas.
El gran mensaje, nuevo -o al menos presentado como tal-, rotundo e impactante, parece una premisa de este tipo de gran exposici¨®n, obligada a lograr impacto medi¨¢tico y social, adem¨¢s de capturar el inter¨¦s de un p¨²blico masivo. Eso lleva a cometer alg¨²n exceso, naturalmente -se tiende al movimiento pendular: los malos de ayer son los buenos de hoy-, pero queda compensado por el beneficio de que se hace repensar la antig¨¹edad, se la muestra como algo vivo susceptible de lecturas cambiantes. No hay duda de que muchas de las modernas interpretaciones de la arqueolog¨ªa y la historia, a veces pol¨¦micas, se han popularizado merced a esas grandes exposiciones. Ideas como que los celtas, lejos de ser una cultura b¨¢rbara, configuraron una primera Europa, o que los fenicios fecundaron intelectualmente el mundo mediterr¨¢neo y no fueron s¨®lo unos rapi?adores ¨¢vidos de beneficios.
La exposici¨®n Tutankam¨®n y la edad de oro de los faraones, el gran come back tour de Tut, permite, hasta el 30 de agosto en el O2 de Londres, maravillarse ante 50 objetos de su tumba (entre 130 de la ¨¦poca) exhibidos con una iluminaci¨®n de un virtuosismo tal que permite ver detalles sensacionales, detalles que desde luego es imposible apreciar en el Museo Egipcio de El Cairo, sede de los tesoros. Se presenta a Tutankam¨®n de una manera innovadora: en el contexto familiar, rodeado de piezas que remiten a sus antecesores y lo muestran engarzado en una elaborada tradici¨®n cultural y din¨¢stica. Adem¨¢s, el discurso de la exposici¨®n ofrece apasionantes historias paralelas como la usurpaci¨®n de piezas ajenas para el ajuar del fara¨®n ni?o o el escamoteo de objetos por parte de los descubridores de la tumba, Carter y Carnarvon, algo conocido en c¨ªrculos arqueol¨®gicos pero que no formaba parte de la versi¨®n popular del hallazgo. Ese aspecto provocador de la cr¨ªtica larvada hacia los dos personajes brit¨¢nicos no puede desvincularse de la personalidad pol¨¦mica de Zahi Hawass, responsable de las antig¨¹edades egipcias, que ha estado detr¨¢s de la exposici¨®n y que no lleg¨® a un acuerdo, principalmente por razones econ¨®micas, para que la exhibici¨®n tuviera lugar en el British Museum. Lo que nos lleva a otro tema: el impacto econ¨®mico de este tipo de exposiciones, capaces de generar grandes beneficios (todo un pastel), no s¨®lo por venta de entradas sino por publicaciones y merchandising: no hay visitante que no acabe llev¨¢ndose una postal, un bol¨ªgrafo, un llavero, la reproducci¨®n de una pieza, un libro, lo que sea. Uno se pregunta d¨®nde van a parar todas esas cosas, verdaderas quintas columnas de la antig¨¹edad en los hogares (?ponga un etrusco en su nevera!). Puede haber objetos muy extravagantes: pienso en los sombreros que se vend¨ªan en la tienda del O2 con motivo de la exposici¨®n de Tutankam¨®n y que eran r¨¦plicas del que luce como rasgo ic¨®nico Hawass cuando excava. En el caso de esta gira de Tut, lo recaudado, seg¨²n Hawass, ir¨¢ a un loable destino: servir para la restauraci¨®n de los monumentos antiguos de Egipto.
Otro tema es el da?o que pueden sufrir las antig¨¹edades en sus periplos internacionales. Cuando se mueven verdaderos tesoros como son algunas de las cosas que han estado itinerando estos a?os, los peligros son grandes. Se ha denunciado el prejuicio que las giras han supuesto para el ajuar de Tutankam¨®n, por ejemplo. Tambi¨¦n es cierto que la supervisi¨®n y el cuidado son grandes y que muchas veces la exposici¨®n internacional sirve precisamente para restaurar objetos que estaban en mal estado.
La reci¨¦n inaugurada exposici¨®n sobre el emperador Adriano, en el British Museum, Hadrian, empire and conflict (hasta el 26 de octubre), incluye aparte de material in¨¦dito, como la impresionante cabeza de m¨¢rmol de una escultura colosal del personaje ?que s¨®lo hace un a?o a¨²n estaba bajo tierra!, una nueva conceptualizaci¨®n de Adriano, ce?ida a las fuentes hist¨®ricas, que lo aleja del estereotipo del c¨¦sar fil¨®sofo y pac¨ªfico creado por la novela de Marguerite Yourcenar. Es un ejemplo, como lo del papel de la mujer etrusca, de los nuevos puntos de vista que difunden de manera masiva estas exposiciones. Se aprovech¨® la coincidencia de la inauguraci¨®n con la visita de Barak Obama a Irak para resaltar el paralelismo entre la retirada de Irak que propugna el candidato dem¨®crata a la presidencia de Estados Unidos y el repliegue orquestado en Mesopotamia por Adriano ante la dif¨ªcil situaci¨®n creada por las conquistas del belicoso Trajano contra los partos. Una forma l¨ªcita de interesar al p¨²blico. En esa misma exhibici¨®n del British Museum, que, como otra novedad, explicita la condici¨®n gay de Adriano -un buen reclamo medi¨¢tico-, se presentan p¨²blicamente los resultados de las excavaciones en el Antinoeion, el templo dedicado por el emperador a su efebo Ant¨ªnoo ahogado en el Nilo.
En otro ejemplo del valor cient¨ªfico de estas megacitas con la antig¨¹edad, se propone que el obelisco que se alza en la colina Pincio de Roma en realidad formaba parte del complejo funerario de Ant¨ªnoo en la Villa Adriana. La exposici¨®n, en la que ha colaborado decisivamente una espa?ola, Charo Rovira, especialista en el comercio interprovincial romano, incorpora asimismo otro trabajo cient¨ªfico muy pr¨®ximo: las excavaciones espa?olas que dirige Jos¨¦ Remesal en el Monte Testaccio, la monta?a de ¨¢nforas desechadas durante 250 a?os al pie de la colina del Aventino. Esas excavaciones consiguen as¨ª una audiencia inesperada.
Otra investigaci¨®n, la de las ciudades sumergidas de la costa alejandrina, encuentra en la exposici¨®n Tesoros sumergidos de Egipto (Matadero, Madrid, hasta el 28 de septiembre) una excelente difusi¨®n. El franc¨¦s Franck Goddio ha conseguido de las autoridades egipcias el permiso para organizar exhibiciones fuera del pa¨ªs del Nilo con el material hallado en sus excavaciones submarinas, una manera de recuperar una inversi¨®n privada (la de la Fundaci¨®n Hilti que patrocina a Goddio) costos¨ªsima.
"En general hay en la sociedad una atracci¨®n, una curiosidad y un respeto grandes por la antig¨¹edad", reflexiona Isabel Roda, catedr¨¢tica de arqueolog¨ªa, directora del Instituto Catal¨¢n de Arqueolog¨ªa Cl¨¢sica y responsable de diversas exposiciones como la reciente Roma SPQR, sobre la huella romana en Hispania, en el centro de exposiciones Arte Canal, en Madrid. "La antig¨¹edad a¨²n tiene magia, no es un tema acabado, al contrario. Las grandes exposiciones ponen de manifiesto esa atracci¨®n. Me parece que son algo enormemente positivo, muy bueno. Presentando de manera muy atractiva las culturas del pasado realizan un loable esfuerzo de divulgaci¨®n. La gente se da cuenta de que no todo es del d¨ªa, actual, y descubren, fascinados, que muchas cosas que cre¨ªan modernas -la tecnolog¨ªa hidr¨¢ulica o la ingenier¨ªa- en realidad ya exist¨ªan hace siglos o milenios, y con ello entienden la gran deuda que tenemos con la antig¨¹edad".
Roda opina que con esas exposiciones "ganamos todos, los especialistas y la gente que se acerca para conocer algo que apenas sab¨ªa". Y recalca que los beneficios cient¨ªficos son considerables: "Estas exposiciones sirven para que se investiguen aspectos nuevos de la historia, para que se restauren objetos -gracias a SPQR, por ejemplo, se pudieron restaurar los hallazgos de 2000 del foro de Seg¨®briga, ahora listos para su exhibici¨®n en museo-; sirven tambi¨¦n para que salgan a la luz y se estudien materiales in¨¦ditos, para revolver almacenes, hacer fichas nuevas. El gran p¨²blico tiene que ser el cliente principal y no el especialista, eso no ha de olvidarse nunca; pero ha de haber y de hecho siempre lo hay un gui?o al estudioso. El cat¨¢logo que se publica con motivo de la exposici¨®n es siempre una aportaci¨®n nueva, algo que queda aunque la exhibici¨®n sea pasajera, y que viene a engrosar la bibliograf¨ªa sobre el tema".
Considera que se ha avanzado much¨ªsimo desde las aburridas exhibiciones de hace unas d¨¦cadas que consist¨ªan en una mera acumulaci¨®n de objetos. "Ahora son exposiciones rutilantes, muy atractivas, extraordinariamente bien dise?adas y presentadas. La gente se ha acostumbrado a consumirlas y muchos se desplazan para verlas, a otras ciudades o incluso a otros pa¨ªses; el fen¨®meno tiene en algunos casos, qu¨¦ le vamos a hacer, algo de esnobismo: '?Has visto ya a los b¨¢rbaros en Venecia?".
El af¨¢n por la espectacularidad, ?no desvirt¨²a el mensaje? Ha habido cr¨ªticas -injustas- por ejemplo a la exposici¨®n de los tesoros de Tutankam¨®n en Londres por presentarlos con demasiado ¨¦nfasis melodram¨¢tico. "Bueno, es que estamos tan acostumbrados al espect¨¢culo, a que nos sorprendan, que si los dise?adores de estas exposiciones no inventan algo nuevo nos sentimos decepcionados. Es dif¨ªcil presentar materiales de la antig¨¹edad sin que den sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu. Se pugna por conseguir m¨¢s efectos, para ganar m¨¢s p¨²blico. Se intenta que la visita a la exposici¨®n sea una experiencia impactante. No me parece que haya nada malo en eso siempre y cuando se respete la pieza, que ha de ser lo principal y no el dise?o. Estamos hablando claro de objetos con un valor enorme, y hay que subrayar su atractivo, para que dialoguen con el visitante. La exposici¨®n que no estar¨ªa bien es la que los sepulte entre efectos o los trate con desconsideraci¨®n. Lo principal es lo principal".
Tambi¨¦n considera beneficiosas las exposiciones Mari¨¤ngela Taul¨¦, directora del Museo Egipcio de Barcelona -que ahora acoge una extraordinaria exhibici¨®n de sarc¨®fagos tebanos- y de la fundaci¨®n arqueol¨®gica Clos. "Crean las condiciones necesarias para potenciar socialmente el conocimiento de la antig¨¹edad, es parecida a la aproximaci¨®n que se hace, por ejemplo, a trav¨¦s de una novela". Taul¨¦ considera que la espectacularidad es un requisito necesario para poder competir con otras formas de cultura que hacen uso de ella. Opina que se ha creado un efecto de competencia que fomenta el que las ciudades quieran tener cada a?o su gran exposici¨®n de esta clase. "Hay mucho dinero y un gran marketing alrededor, pero en ¨²ltima instancia los efectos de este fen¨®meno son beneficiosos para el p¨²blico y para el mundo cient¨ªfico. Sus contenidos llegan, hacen reflexionar y despiertan o estimulan un inter¨¦s por el mundo antiguo cuyos frutos recogemos todos".
Parece que hay antig¨¹edad para rato. La Royal Academy of Arts de Londres ultima para octubre una gran exposici¨®n sobre Bizancio (Byzantium 330-1453). En Roma se prepara el aniversario del nacimiento de Vespasiano, el a?o 9, y en Alemania se organizar¨¢ -habr¨¢ que ver con qu¨¦ lectura- una exposici¨®n sobre la salvaje batalla de Teuteburgo, librada el mismo a?o, en la que los queruscos aniquilaron tres legiones y detuvieron el avance romano en Germania. Tambi¨¦n para el a?o pr¨®ximo, el Louvre en Par¨ªs prepara otra gran exposici¨®n sobre Egipto, Les portes du ciel: visions du monde dans l'Egypte ancien, con 350 objetos que cubrir¨¢n un periodo de tres milenios, del Imperio Antiguo a la ¨¦poca romana...
Para los que pensaban que los Stones o Supertramp son lo m¨¢s viejo que se puede echar a la carretera, ah¨ª est¨¢n todas esas estrellas milenarias, alz¨¢ndose del polvo de la historia para conquistar multitudes con la inigualable melod¨ªa del pasado. -
Civilizaciones en gira
- Tesoros sumergidos de Egipto. Matadero, Madrid (hasta el 28 de septiembre).
- Sarc¨®fagos del antiguo Egipto. Jardineros de Am¨®n en el Valle de las Reinas. Museo Egipcio de Barcelona (hasta el 30 de septiembre).
- Pr¨ªncipes etruscos. Entre Oriente y Occidente. CaixaForum Madrid (del 1 de octubre al 18 de enero de 2009).
- Tutankam¨®n y la edad dorada de los faraones. O2 de Londres (hasta el 31 de agosto).
- Adriano. Imperio y conflicto. Museo Brit¨¢nico de Londres (hasta el 26 de octubre).
- Bizancio hoy. Royal Academy of Arts de Londres (del 25 de octubre al 22 de marzo de 2009).
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