Cuerpos, lavabos en tr¨¢nsito
1
Iba en el asiento 14C de un Boeing. Siempre pido el pasillo, por lo de las piernas. En la fila del otro lado, en el 12D, un chico manejaba un ordenador port¨¢til Mac sobre sus piernas. Inevitablemente, yo ve¨ªa la pantalla. La met¨¢lica voz de la azafata dio instrucciones en dos idiomas. Abr¨ª una lata de Coca Cola Zero , y extraje de mi bolsa el bocadillo que me hab¨ªa hecho en casa con un jam¨®n York un poco caducado [todos sabemos que las fechas de caducidad son falsas; s¨®lo est¨¢n ah¨ª, como los heavies, para dar miedo a las madres]. El chico del 12D puso en marcha un programa tipo Power Point, y por la pantalla del Mac comenzaron a pasar fotos de manera autom¨¢tica. Primero unos cuantos paisajes sin rastro humano. Despu¨¦s, las fotos de un beb¨¦ tumbado en una cuna y boquiabierto, mirando a la c¨¢mara panza arriba, en esa postura como de rana en disecci¨®n que ponen los reci¨¦n nacidos. Las siguientes eran de grupo, gente de toda clase y edad ante la torre de Pisa y en un lugar que me pareci¨® un puente de Par¨ªs, brindaban con cerveza, mostraban pantalones cortos y piernas blancas con mapas varicosos. La pantalla pas¨® a exhibir una serie en la que el grupo estaba en salas de espera de aeropuertos, despu¨¦s, las fotos del grupo entrando en un peque?o y oscuro tubo que parec¨ªa ser un finger , y llegaron las del avi¨®n: el grupo subiendo al Boeing, el grupo distribuyendo su equipaje en los portamaletas con caras de esfuerzo [record¨¦ perfectamente c¨®mo la se?ora que ten¨ªa delante hab¨ªa subido a duras penas una bolsa muy voluminosa de Zara], otra foto de 2 tipos poniendo muecas de estar haciendo bromas privadas antes de sentarse en sus asientos [record¨¦ c¨®mo esos 2 hab¨ªan hablado en un idioma muy raro e incomprensible antes de carcajearse y sentarse], hasta que, siempre con la misma cadencia, aparecieron las otras: en la 1? el muchacho se levantaba y dejaba el port¨¢til Mac sobre su asiento 12D, en la 2? se le ve¨ªa de frente, avanzando por el pasillo hacia la parte trasera del avi¨®n
Los analistas fechan el 11-S como el punto hist¨®rico en el que la posmodernidad se viene abajo: la muerte holoc¨¢ustica, expulsada de nuestras pantallas
[distingu¨ª en la foto mi nuca, y mi mano derecha aplastando la lata vac¨ªa de Coca Cola Zero]; en ese momento un acto reflejo me llev¨® a observar la lata, a¨²n medio llena y caliente en mi mano. La 3? era tambi¨¦n del chico, de frente, entrando en el lavabo de cola. En la 4? se ve¨ªa, desde fuera, la puerta del lavabo, cerrada, con la luz de occupied encendida; s¨®lo eso. Mir¨¦ r¨¢pidamente hacia atr¨¢s y, en efecto, comprob¨¦ que esa luz alumbraba la penumbra de la cola. Cerr¨¦ los ojos, le di un trago a la Coca Cola Zero. El borde met¨¢lico ten¨ªa un dulzor adhesivo.
2
Los retratos, fotos, esculturas o cualesquiera otras representaciones del cuerpo humano han cambiado por completo de significado. Antiguamente, las representaciones del cuerpo eran un espejo, ¨®rgano a ¨®rgano, de la persona que las contemplaba. El ojo derecho del ¨®leo de Felipe V era la representaci¨®n del ojo derecho de quien lo miraba. El sexo de un mu?eco de goma t¨®xica de Batman era el sexo de quien con ¨¦l jugaba. El ombligo de una mujer rusa tumbada en las playas del Mar Negro era el ombligo de quien su foto observaba, etc. Hab¨ªa una identificaci¨®n punto a punto, en l¨ªnea recta, de igual a igual. Eso ha cambiado. Ahora todo el cuerpo de Felipe V es la representaci¨®n de un solo ¨®rgano de la persona que observa, por ejemplo, un pie. O el cuerpo de la ba?ista rusa tumbada en una playa del mar Negro es mi ri?¨®n derecho, ahora que estoy mirando esa foto. S¨®lo hay que elegir en qu¨¦ ¨®rgano queremos tener concentrada la totalidad del cuerpo que estamos contemplando. Conclusi¨®n n?1: tenemos en cada punto de nuestro cuerpo un cosmos a escala de otro cuerpo humano; portamos maquetas de infinitos cuerpos. Conclusi¨®n n?2: antes constru¨ªamos gemelos, ahora infinitos de parientes cercanos. Conclusi¨®n n?3: el auge de las cirug¨ªas est¨¦ticas se debe a que queremos reconstruir cada parte de nuestro cuerpo a imagen y semejanza de la totalidad de los iconos pop: no nos ponemos los labios de Shakira, sino que la totalidad de Shakira est¨¢ puesta en nuestros labios. Conclusi¨®n n?4: el cuerpo es el ¨²nico tema de nuestro tiempo, y ese es el motivo por el que han deca¨ªdo las revoluciones pol¨ªtico-sociales en la misma medida que aumentan las revoluciones corporales personales (botox, lifting, reducciones, aumentos). Se me acaba de ocurrir lo siguiente: el d¨ªa que las operaciones est¨¦ticas superen a las de apendicitis, el planeta Tierra habr¨¢ ascendido a objeto fashion en s¨ª mismo, y los planetas m¨¢s pr¨®ximos, Mercurio, Venus, Marte, observar¨¢n la Tierra con la fascinaci¨®n, temor y extra?eza con la que aquellos primates observaban un bello y fr¨ªo monolito en 2001 Odisea en el espacio, [o Homer Simpson indeciso, pasando el dedo por el cristal del escaparate de Tiffany, y el churrete de mayonesa que deja, su trayectoria astral].
3
En el a?o 2005, un avi¨®n de la compa?¨ªa Pan Am se estrell¨® contra las costas de Florida. El desastre fue retransmitido en directo por una cadena de televisi¨®n que, casualmente, ten¨ªa una unidad m¨®vil trabajando por la zona. Los viajeros pudieron asistir a su propia muerte en las pantallas, ya que mientras el avi¨®n se ven¨ªa abajo [proceso que dur¨® varios minutos] los televisores de a bordo ten¨ªan esa cadena sintonizada.
Los analistas fechan el 11-S como el punto hist¨®rico en el que la posmodernidad se viene abajo: la muerte holoc¨¢ustica, esa cosa que la posmodernidad hab¨ªa expulsado de nuestras pantallas
[es decir, de nuestra vida], hace ese d¨ªa una masiva muestra de poder. El propio tiempo y sus simulacros saltan por lo aires. Pero los analistas tambi¨¦n refieren que aquella muerte televisada dentro de aquel avi¨®n que se estrell¨® en Florida supuso el retorno a la posmodernidad, pues las v¨ªctimas no sab¨ªan si la visi¨®n de su propia muerte era una noticia real, una simulaci¨®n, una teleserie, o un chiste de c¨¢mara oculta. Parece que, desde hace a?os, en todo lo que tiene que ver con cambios hist¨®ricos intervienen de manera decisiva el cuerpo o la muerte. .
Yo iba un d¨ªa en el asiento 14C de un avi¨®n, y vi fotos futuras sucedi¨¦ndose en la pantalla de un ordenador, hasta que lleg¨® una que era la puerta de un lavabo que pon¨ªa occupied. He pensado mucho en esa palabra, ocupado. Como si mi futuro estuviera ya ocupado por figuras, cuerpos, sombras que no llegaran a producirse, lavabos en tr¨¢nsito. Al igual que Homer se qued¨® tras el cristal de Tiffany, no me decid¨ª a levantarme y abrirla.
Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo es autor de la novela Nocilla Experience y del poemario Carne de p¨ªxel
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