El brillo de la orop¨¦ndola
La orop¨¦ndola es p¨¢jaro de sonoro nombre y fino silbato, que toma su apelativo de las plumas de oro que los machos parecen tener sobre sus cabezas y lomos, lo cual le permite cobijarse en las alturas de los ¨¢rboles, donde el sol todo lo iguala y amarillea, quedando as¨ª libre de molestas observaciones y m¨¢s molestos disparos, sean de plomo o de fibra, o de pe?a, producidos por zagal armado de tirachinas.
En la China mayor el ave es preludio de primaveras, bodas y alegr¨ªas, y en nuestra tierra -y en todas las dem¨¢s- se significa por ser se?al de aguas abundosas, acompa?adas de los ¨¢rboles que son propios de la humedad, cual los chopos, que les sirven de cobijo y atalaya.
Y dado que la orop¨¦ndola es propensa al agua, y las vegas parece que a ¨¦sta contienen, y sabiendo que el r¨ªo Segura ha no mucho tiempo fue fluido regante de una vega como la que de ¨¦l toma nombre, y conociendo que all¨ª moran las aves que describimos, no debemos extra?arnos de que la famosa ciudad de Orihuela tomase su top¨®nimo del p¨¢jaro que, en fino, en antiguo y en lat¨ªn, d¨¢base en llamar oriol.
Hablamos del Segura y se nos aparecen las grandes inundaciones, que en tiempos no muy lejanos hicieron temer a los pueblos y las ciudades que a su paso se encontraban, pero ya no es as¨ª. A su paso por las tierras el fluido que contiene disminuye a ojos vistas, y al llegar a su destino que es la mar, donde Guardamar, ya no queda de ¨¦l sino un m¨ªsero riachuelo.
Cierto es que en su discurrir por toda Murcia y por nuestras tierras, desde Orihuela hasta el mar, riega numerosos t¨¦rminos, como los de Bigastro y Albatera, Rojales y Almorad¨ª, a los que provee de agua suficiente para que en su entorno se cultiven hermosas y feraces huertas, que van siendo suplantadas por infinitas casas y otro tanto de naranjos en una batalla perdida de antemano. No obstante, valgan por ahora los pimientos, las ?oras, las alcachofas, y todos los frutos que en la vega se cultivan y que proporcionan ingredientes para las comidas que all¨ª se hacen. Los arroces con verduras, cuando no ellas, sin ninguna compa?¨ªa, cocidas, asadas, fritas: inmejorables.
Adem¨¢s, los guisos de conejo, y con alg¨²n m¨¢s inusual animal, como es el pavo, o la pava, por mejor decir; y adem¨¢s borracha, que tan esc¨¢ndalo se logra haciendo ingerir al ave, poco antes de morir, algunas dosis de alcohol que dicen perfuma sus carnes, para hacer una suerte de cocido o guiso de boda, que se consume en tres vuelcos: el caldo, otro caldillo con alguna pelota de carne -a las que son devotos- y por fin la omn¨ªmoda pava, borracha pero serena.
Y despu¨¦s de comer a visitar las dunas y humedales de Guardamar, y asombrarnos ante la inmensa cantidad de aves que por all¨ª se pasean. M¨¢s de ciento cincuenta especies nos contemplan y nos sorprenden con sus poses y sus nombres: zampullines, martinetes, cig¨¹e?as, grullas, chochas, faisanes, cormoranes, grullas, t¨®rtolas, palomas, ruise?ores...
Y por supuesto, orop¨¦ndolas
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