El primer vuelo de Siomara
Siomara Hern¨¢ndez Cabrera hubiera cumplido 19 a?os el 25 de agosto. Ya no los vivir¨¢. Tampoco su hijo Tanausu ni su hermana de 15 a?os Abenauara. Los tres volaban a bordo del JK5022. Volv¨ªan a su pueblo en Ag¨¹imes, en Gran Canaria. Era su primera vez en la pen¨ªnsula. Llegaron para conocer a su hermanastra despu¨¦s de a?os de intercambio de fotograf¨ªas, llamadas y mensajes. "Estaban muy ilusionadas", cuenta su padre, Antonio, con los ojos rojos pero secos. A su lado, el novio de Siomara, que comparte nombre con su hijo, el peque?o Tanausu, se revuelve nervioso. Siomara estaba embarazada de 12 semanas.
Las dos hermanas y el peque?o hab¨ªan pasado diez d¨ªas en C¨¢ceres en casa de su hermanastra y regresaban con ganas de contar. "Habl¨¦ con mi novia un poco antes de que saliera el vuelo y estaba muy contenta", musita Tanausu. "Era una chica muy buena. Un pedazo de pan", sigue. Est¨¢ nervioso. Se toca compulsivamente los piercing que lleva en las orejas. Tambi¨¦n ¨¦l es muy joven. Tiene 19 a?os.
El padre muestra el salvapantallas del m¨®vil: "?Ves? Era guap¨ªsima"
Tanausu y Siomara viv¨ªan con los padres de ¨¦l en Ingenio apenas a dos kil¨®metros del pueblo de las dos chicas. ?l trabaja en la construcci¨®n, ella cuidaba de su hijo por las ma?anas. Por las tardes estudiaba bachillerato. A pesar de hacerse cargo del peque?o de 11 meses Siomara decidi¨® seguir estudiando. Mientras era su suegra la que cuidaba del ni?o. "Le gustaba much¨ªsimo ir al instituto. Tambi¨¦n a Abenauara. Las dos eran muy buenas estudiantes", dice Antonio. El joven a¨²n recuerda el d¨ªa que conoci¨® a su novia en una fiesta. Dentro de poco hubieran cumplido su tercer aniversario juntos. "Nos conocimos de fiesta pero a Siomara no le gustaba mucho salir", dice Tanausu intentando esbozar una peque?a sonrisa. Prefer¨ªa quedarse en casa, escuchando m¨²sica. "Le gustaba bailar, pero mucho m¨¢s en casa", apunta Antonio mientras muestra el salvapantallas de su tel¨¦fono m¨®vil. En ¨¦l posa sonriente junto a su hija mayor y el peque?o Tanausu. "?Ves? Era guap¨ªsima", dice.
Era la segunda vez que Abenauara y Siomara montaban en avi¨®n. "Cada vez que pienso en el miedo que tuvieron que pasar mis dos ni?as en ese avi¨®n me pongo enfermo", se lamenta. Tanausu no puede parar de moverse. Recorre de un lado a otro el trozo de acera ante el Hotel Auditorium de Madrid, donde se han alojado familiares. Espera el autob¨²s que tendr¨¢ que llevarle a Ifema. Los m¨¦dicos van a sacarle sangre para que la identificaci¨®n de su hijo sea m¨¢s f¨¢cil.
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