El nuevo Paraguay
La llegada al poder del ex obispo Lugo genera grandes expectativas de cambio en la poblaci¨®n
Hace hoy justo una semana el ex obispo Fernando Lugo asumi¨® la presidencia de Paraguay, con dos principios fundamentales de credo pol¨ªtico: honestidad y austeridad. Lugo, que venci¨® las elecciones presidenciales el pasado abril al frente de una heterog¨¦nea coalici¨®n de izquierdas llamada Alianza Patri¨®tica para el Cambio, con lo que se puso fin a 61 a?os de poder absoluto del Partido Colorado, quiere, al parecer, moverse con prudencia sin precipitar choques con la minor¨ªa pol¨ªtico-empresarial que controla el depauperado pa¨ªs suramericano de seis millones de habitantes.
Es inteligente de su parte no provocar inmediatamente grandes convulsiones -la prudencia quiz¨¢s venga influida de su pasado eclesi¨¢stico-, pero debe ser consciente de que si realmente quiere realizar las transformaciones radicales de transparencia y honradez que Paraguay necesita, y que el nuevo jefe del Estado ha prometido, va a tener que enfrentarse a los sectores privilegiados.
De momento, el nuevo presidente ha constituido Gobierno y relevado al jefe nacional de la polic¨ªa. Antes de su investidura anunci¨® que ten¨ªa intenci¨®n de decretar una subida de impuestos, llevar a cabo una reforma agraria (apenas 200 familias poseen el 70% de la tierra), perseguir el contrabando y mejorar el nivel de vida del funcionariado y de la polic¨ªa para tratar de erradicar el gran c¨¢ncer de la corrupci¨®n rampante generada por el poder omn¨ªmodo del Partido Colorado.
Las expectativas que ha generado el cambio son enormes. M¨¢s del 75% de los paraguayos cree que el pa¨ªs mejorar¨¢ con el Gobierno de coalici¨®n y el 60% piensa que los resultados de la gesti¨®n del nuevo presidente se notar¨¢n muy pronto. As¨ª, pues, la presi¨®n social va a hacer muy dif¨ªcil a Lugo moverse con cautela, pero tendr¨¢ que bregar duro para sacar leyes de un Parlamento en el que los colorados siguen siendo la primera formaci¨®n.
Lugo pretende moverse en la ambivalencia de un modelo de izquierda que no ser¨¢ copia exacta del de Venezuela, Bolivia o Ecuador, pero tampoco de Brasil, Argentina o Chile. Con los brasile?os tendr¨¢ que resolver, como ya anticip¨® durante la campa?a, la delicada papeleta de revisar la tarifa de suministro el¨¦ctrico que pr¨¢cticamente Paraguay vende a sus vecinos a precio de coste. El nuevo mandatario paraguayo quiere acabar con ese privilegio que goza Brasilia desde 1973.
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