Hasta que el cielo dijo basta
La lluvia cort¨® el concierto de 'La Noche de la F¨®rmula' en el Jard¨ªn del Turia
Un considerable aguacero cort¨® de cuajo lo que iba ser una velada de m¨¢s de cuatro horas de m¨²sica en directo, la ¨²nica cita musical celebrada con ocasi¨®n del Gran Premio de Europa de F¨®rmula 1. Hac¨ªa tiempo que no llov¨ªa en Valencia con tal intensidad, y el recinto dispuesto en el Jard¨ªn del Turia acab¨®, pasadas las 12.20 de la noche, convertido en un barrizal, con la gente corriendo como ratas buscando cobijo bajo los puentes de las Flores y de la Exposici¨®n. Nadie lo hubiera dicho unas horas antes. Familias enteras, muchas de ellas con sillas plegables y neveras port¨¢tiles para pasar la noche a la fresca, tomaban posiciones poco antes de las diez para no perder detalle. El ambiente, compuesto a partes iguales por un p¨²blico local y for¨¢neo (este ¨²ltimo engrosado por las comunidades cubana, venezolana, colombiana y ecuatoriana residentes en la ciudad, y entre el que era casi imposible ver a alg¨²n turista europeo) conformaba un tapiz variopinto, predispuesto a la macro verbena popular. El engolad¨ªsimo speaker se encarg¨® de ponernos a todos en situaci¨®n: "Demos las gracias de todo esto a Ecclestone, que es muy grande el t¨ªo". Pues alabado sea T¨ªo Bernie.
El concierto acab¨® con la gente buscando cobijo bajo los puentes
Lo apretado del programa hizo que Gloria Estefan comprimiese, en poco m¨¢s de una hora, toda su bater¨ªa de hits en castellano e ingl¨¦s, desde Oye hasta Conga, pasando por los baladones marca de la casa (Con los a?os que me quedan) o un par de temas de su reciente 90 Millas, como B¨¦same o Morenita, con una efigie de la Virgen de la Caridad trajinada de aqu¨ª para all¨¢ por su cuarteto de bailarines. Con todo, el momento m¨¢s surrealista de la noche lleg¨® cuando irrumpi¨® en escena Emily, la hija de 13 a?os del matrimonio Estefan, a marcarse unos solos de bater¨ªa y guitarra al ritmo del School's Out de Alice Cooper, para celebrar que ya est¨¢ en edad de abandonar el cole. Con un par, claro que s¨ª, que familia no hay m¨¢s que una. Ver para creer.
El personal no comenz¨® a mover los pies hasta que Juan Luis Guerra puso la directa, algo m¨¢s tarde, a ritmo de salsa y merengue. Para entonces, hasta los pretiles del r¨ªo que dan a la Alameda y la barandilla del puente de Calatrava ya estaban atestados de gente. Cuando los primeros paraguas comenzaban a asomar t¨ªmidamente, se marc¨®, c¨®mo no, Ojal¨¢ que lleva caf¨¦.
Pero el cielo no le hizo mucho caso, pese a que los rel¨¢mpagos en el horizonte eran bien visibles pero lejanos y la cosa parec¨ªa que se quedar¨ªa en un nubarr¨®n de verano. Hasta que lleg¨® el segundo arre¨®n, en torno a las 12, que descarg¨® una tromba de agua que oblig¨® a que todo el mundo saliera corriendo a buscar refugio a salvo de la lluvia. Unos lo hicieron debajo de los puentes, otros, en las terrazas y los caf¨¦s de la Alameda, algunos tambi¨¦n en los t¨²neles de acceso al Metro. Todos, salvo el tenaz Juan Luis Guerra, quien a¨²n tuvo tiempo de rematar m¨¢s de media hora de actuaci¨®n con La bilirrubina, mientras el p¨²blico ya hac¨ªa rato que hab¨ªa emprendido la desbandada. El concierto qued¨® suspendido y la actuaci¨®n de La Quinta Estaci¨®n tuvo que quedarse para mejor ocasi¨®n.
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